A PROPÓSITO
DE LA FSPX Y EL
ULTIMATUM
DEL VATICANO
Padre Francesco Ricossa
(www.sodalitium.it
Iglesia: el problema de la Autoridad
Publicamos una nota del Padre Francesco
Ricossa, superior del Instituto Mater Boni
Consilii (www.sodalitium.it)
sobre los últimos
acontecimientos entre el Vaticano y la
Fraternidad San Pío X, que ponen en
evidencia cuan fundamental es la cuestión
de la Autoridad en el combate por la
Tradición de la Iglesia (Centro studi
Giuseppe Federici).
Las condiciones del
Cardenal Castrillón Hoyos
El
Cardenal Castrillón Hoyos, de la
Comisión Ecclesia Dei, y Mons.
Bernard Fellay, superior de la Fraternidad
San Pío X, se han encontrado recientemente
el 4 de junio. A continuación del
coloquio, el cardenal Castrillón
Hoyos ha enviado una carta a Mons. Fellay
(carta que es ahora de público dominio) en
la cual se ponen cinco condiciones – a
satisfacer antes del fin del mes– para
proseguir el proceso que debería llevar a
la Fraternidad a la “plena comunión”
(según la expresión conciliar) con
Benedicto XVI.
Las cinco
“condiciones” se resumen, en el fondo, en
una sola: reconocer de hecho, y no solo de
palabra, la autoridad de Benedicto XVI.
Es
notorio, en efecto, que la Fraternidad San
Pío X, por voluntad de su fundador, Mons.
Lefebvre, impone a sus miembros el
reconocimiento de la autoridad y de la
legitimidad de Pablo VI y de sus
sucesores, pero rechaza un Concilio
Ecuménico, el magisterio y las reformas
post-conciliares promulgadas con la
autoridad de Pablo VI y de sus sucesores.
Y esta es
la terrible contradicción que vicia desde
el principio a la Fraternidad San Pío X, a
su naturaleza y a su acción, y que
Castrillón Hoyos no deja de poner en
evidencia.
A la
Fraternidad San Pío X, Castrillón Hoyos
pide comprometerse a respetar públicamente
la persona del Santo Padre (segunda
condición), la autoridad del Vicario de
Cristo (cuarta condición) y no ponerse en
contraposición con la Iglesia con la
pretensión de un magisterio superior al
del Papa (tercera condición), manteniendo
al contrario una actitud de caridad
eclesial (segunda y cuarta condición;
recordamos que el cisma es un pecado
contra la caridad eclesial).
En su
homilía durante las ordenaciones
sacerdotales en Winona (Estados Unidos)
del 20 junio, Mons. Fellay ya ha
respondido negativamente a lo que ha
definido un “ultimátum” para hacer callar
a la Fraternidad. En realidad, los pedidos
del Cardenal son el mínimo que se
puede pedir a todo católico: el respeto
del Papa y el reconocer que es el Papa
quien debe enseñar a los católicos, y no
al contrario.
En
realidad, las “condiciones” de Castrillón
Hoyos no pueden ser tomadas en
consideración, porque el “magisterio” de
Benedicto XVI es el del Vaticano II, y la
enseñanza del Vaticano II se opone al
Magisterio de la Iglesia. El testimonio de
la Fe impone por tanto a todo católico el
público rechazo y la denuncia de los
errores conciliares, de las reformas
post-conciliares y de los escándalos que
les han seguido. La falta de la
Fraternidad no consiste ciertamente en el
rechazo del Vaticano II.
Sin
embargo, es inaceptable que la Fraternidad
reconozca en Joseph Ratzinger al Vicario
de Cristo, y después invite a sus
seguidores a faltar al respeto y a la
obediencia al Papa y a su enseñanza, para
adherir en cambio a la enseñanza de la
Fraternidad y obedecer a sus superiores
más que a la Iglesia. Obrando así la
Fraternidad ataca también, al menos de
hecho, el más solemne principio del
Catolicismo, y forma – o más bien deforma
– a los católicos que la siguen en un
espíritu cismático para el cual en
adelante los términos “Papa”, “Roma”,
“Vaticano” inspiran solo desconfianza y
hostilidad. “Quien a vosotros desprecia, a
mí me desprecia”: el desprecio del Vicario
de Cristo implica el desprecio del mismo
Cristo.
Si en
cambio la Fraternidad, aceptando las
condiciones, prosiguiese en el proceso
retomado en el 2000 y que ya ha hecho
capitular a tantos sacerdotes y fieles que
han aceptado los errores del Vaticano II,
proclamaría, sí, de palabra su fidelidad
al “Papa”, pero para traicionar la
enseñanza de todos los Papas.
Nuestro
deber entonces no es favorecer las
“tratativas” en curso, o al contrario
obstaculizarlas, sino más bien esperar
que, sea la Fraternidad San Pío X, sea los
seguidores de los errores conciliares,
depuestos los errores hasta ahora
defendidos y proclamada íntegramente la
doctrina católica, se unan finalmente no
en el error, sino en la Verdad.
Verrua
Savoia, 27 de junio de 2008
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