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Sábado 15 de diciembre de 2001 | |
La irresponsabilidad de Italo Pisani | ||
A veces, ciertas zonceras no deben ser respondidas.
Pero, a veces, incluso las peores zonceras merecen una réplica, especialmente
cuando vienen con ese tonito didascálico y propedéutico que ciertos tipos
suelen usar para tratarnos de negritos irresponsables. No pretendo hacer una
defensa de Julio Fuentes. Lejos de mí esa intención. Pero me siento obligado a
replicar punto por punto los dichos de Italo Pisani en su artículo “La
responsabilidad de Julio Fuentes” (RN. Ed.web. 15/12/01). Pisani ensaya un
interesante argumento fingidamente ad hominem y, sin lograrlo, pretende
dar lecciones sobre cómo deben actuar las organizaciones sindicales y sus
dirigentes. Como el ataque es en dos planos, en dos planos será la respuesta. En primer lugar, Pisani habla desde el cómodo
despacho de capataz del diario Río Negro, empresa periodística que hace poco
recortó sueldos y despidió empleados. Pisani habla desde una columna que bien puede
encolumnarse con otras columnas editoriales en las cuales Río Negro elogió los
dichos de Berlusconi contra el mundo árabe, pidió el arancelamiento de las
universidades, trató de vagos a los pobres, y repartió halagos a las conocidas
recetas del neo-conservadurismo vernáculo. Pisani habla desde un diario que
asistió impávido al remate de la provincia a manos del radicalismo, partido al
que pertenece su propietario. En suma, el capataz Pisani da consejos sobre el
buen sindicalismo. El segundo plano de refutación es, entonces, el texto
de Pisani que, a esta altura, ya debería ser tomado como un ensayo del
pensamiento patronal frente a las locuras de los negritos estatales. La sonrisa de Julio Fuentes en el centro de un grupo
de enmascarados fue el colmo del atrevimiento, en el preciso instante en que
algunos de los que le respondían diseminaban violencia por toda la ciudad de
Neuquén. Pisani está indignado. Le molesta la sonrisa de
Fuentes, le molesta tanto o más que los vidrios rotos o las gomas quemadas.
Sonreír, para Pisani, es un atrevimiento, el colmo del atrevimiento. Como el
monje ciego de “El nombre de la rosa”, odia la risa, porque la risa es un acto
de inteligencia. Y el único animal que ríe es el hombre (y por favor, Pisani,
no intente la réplica fácil de recurrir al fatigado ejemplo de las hienas). La
risa, Pisani lo sabe, es más revolucionaria que cualquier rictus bilioso. Al
poder le jode la risa, y ama las caras largas. También parece que a Pisani le
molestan los enmascarados. Cabe recordarle que había otros enmascarados con
armas de fuego, escudos, petos, espaldares y ronco corcel de acero que echa
agua por sus fauces. De éstos, nada dice Pisani? No dice nada porque, tal vez,
Pisani haya leído alguna vez el famoso librito de Fanon, en el cual se explica
el sentido revolucionario del uso del velo durante la guerra de Liberación de
Argelia. Y eso le preocupa. Pero, sobre todo, la foto es la
demostración más palpable del grado de responsabilidad de Fuentes en el
vandalismo perpetrado anteayer contra bienes públicos y privados de la capital. Por lo visto, el líder de ATE, y
otros dirigentes del CTA y subsectores que presumen de combativos, están
convencidos de que la vía "insurreccional" es la más redituable para
fortalecer sus objetivos políticos y sumar poder. Nuestro
articulista no se anda con chiquitas. Los sindicatos de base de la CTA son
apenas subsectores que presumen de combativos. Lo de subsectores es un error
técnico. Son entidades sindicales hechas y derechas, de esas que no pueden
entrar a proteger los intereses de los trabajadores del diario donde manda
Pisani. La combatividad es otro cantar. Si por combatividad se entiende la
disposición a no claudicar, a pelear, a enfrentar las injusticias, esos
subsectores no presumen de combativos, son combativos. “Vía insurreccional” es
una frase usada muy a menudo en los años setenta. Es justamente la vía que
nombraban y practicaban todos los movimientos de liberación nacional y los
movimientos revolucionarios armados. A tono con Manganaro, Pisani intenta echar
sobre los sindicatos estatales el terrible mote de guerrilleros y se refiere a
indefinidos objetivos políticos y suma de poder que no se detiene a describir.
Otra vez, en perfecta consonancia con el discurso del poder, Pisani insinúa que
Julio Fuentes quiere desestabilizar al gobierno y erigirse como vaya a saber
qué. Perversa idea. La violencia y la
estrategia pertinaz de construir un clima anárquico, fomentar una lucha de
todos contra todos, entre ciudadanos, no construye capital político. Destruye. La perversa idea es, justamente, la vía
insurreccional que Pisani le carga a Fuentes. A Pisani le molesta, una vez más,
la violencia. Pero también le molesta el clima anárquico, porque Pisani ama el
orden. Claro, no se atreve a decir que le gustan los órdenes espontáneos que
permiten el libre flujo de capitales y fomentan muchos de los más graves males
de este mundo. La lucha de todos contra todos que Pisani imagina, directamente,
no existe. Si algo está claro es que en Neuquén la lucha es entre el pueblo y
el mal gobierno. Y más precisamente, la lucha del jueves fue entre los
sindicatos estatales y la policía enmascarada, fuerza represiva que inició los
ataques sin que haya mediado provocación alguna desde el lado sindical. A menos
que el quemar algunas gomas sea considerado un acto de provocación insoportable
para las finas narices policiales, y la de Pisani. En qué cabeza
cabe....penoso de la economía. Pisani intenta conmover. ¡Cómo se atreven a
portarse mal justo ahora que estamos tan mal!, gimotea y amonesta Pisani.
Supongo que el penoso momento no será responsabilidad, también, de Julio
Fuentes. Y el lagrimón por los cajeros automáticos es, definitivamente, pueril.
El saqueo de los cajeros ya fue perpetrado por De la Rúa, Cavallo y la banda
aliancista. Nada dice Pisani de este otro “vandalismo” (para usar una palabrita
que parece gustarle). Además, los cajeros no fueron rotos por los activistas. Todos
los testigos coinciden en que los cajeros fueron dañados por objetos que se
desplazaban por el aire en un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado.
Fue un hecho físico el que dañó (si es que dañó) a los cajeros. Las leyes
naturales son así, qué le vamos a hacer, Pisani. O no son esas las mismas leyes
que rigen a sus amados mercados? Lo de la devastación de los comercios es puro
énfasis que no merece respuesta. ¿Es ingeniosa la estrategia tan
habitual de cortar horas el puente o las rutas, como se hace a menudo? Lo único
para lo cual ha demostrado servir este tipo de protesta es para poner en contra
al ciudadano, entorpeciendo su vida cotidiana y redoblando su malhumor. El disparate...determinados
íconos. Oh!, manes, lares, babirusas, Júpiter
Tonante!!! Cuánta poesía, cuánto jugoso concepto no disparatado nos ofrenda
como primicias de Démeter el sátiro Pisani! Hombre clásico y ortodoxo, odia a
los iconoclastas. Le ponen los pelos de punta. ¡No toquen los íconos!, no los
toquen, porque es una profanación! y porque la gente ama la sacralidad de
Varoli, el Citi y el telo del Comahue. Es curioso que un periodista, un experto
reproductor de ideologías, como diría Eco, desconozca que la lucha por los
símbolos es parte necesaria de toda lucha. Pisani es de aquellos que todavía
repudia la decapitación de Luis XVI. En realidad, Fuentes, y otros
dirigentes menos notables, son reincidentes de la intolerancia. Sólo Pisani conoce la realidad. Pisani nos dice
quiénes son los tolerantes y quiénes los intolerantes. Tolerantes son, por
ejemplo, las mansas ovejitas cegetistas que toleran cualquier dedo en el tracto
rectal, mientras que son intolerantes los que se crispan con sólo ver el dedo
enhiesto y amenazante. Como Salman Rushdie, Pisani propone ser intolerante con
los intolerantes, en nombre de los derechos individuales de los tolerantes, que
dejan de ser tolerantes cuando deciden no tolerar a los tolerantes, etc. ¿Quién
quiere, entonces, la guerra de todos contra todos? En algo tiene razón Pisani.
Es horrorosa la pasividad de la
Justicia frente a hechos bestiales que ya son cotidianos y mancillan los
derechos individuales. Un abandono que estimula la creencia de que todo está
permitido en Neuquén. Es cierto: en
Neuquén, la Justicia ha hecho la vista gorda a todos los desmanes cometidos por
el MPN en sus varias décadas de gobierno, ha consentido la usurpación de las
facultades legislativas por parte de gobernadores poco amigos del diálogo
político, ha dejado sin investigar una enorme lista de violaciones a los
derechos humanos por parte de la policía, ha ordenado sistemáticamente la
represión de cuanta protesta social se insinuó como exitosa, ha consentido la
violación de la Constitución Provincial incurrida por el gobierno y el silencio
aliancista al prorrogarse el concesión a Repsol. Es cierto, Pisani, en Neuquén
parece que está todo permitido, porque los gobiernos de turno se han permitido todo,
incluso mancillar los derechos individuales, sociales y humanos. Ni hablar del
gobierno nacional y los derechos individuales, pero ese es otro tema. El papel de un gremialista es todo
lo contrario de lo que hace Fuentes. Es demostrar el máximo interés en evitar
el vandalismo. Es (como se ha visto en el intento de saqueo en un supermercado
de Roca el jueves) tomar de las solapas a un violento y decirle: "Pará,
¿qué haces, sos inconsciente?" Se supone que a un dirigente se lo elige
por su aptitud dialoguista y de reflexión frente a situaciones límites, así
como -cosa menos común- su propuesta para mejorar la calidad de vida de los
estatales. Fuentes, en vez de responder a la naturaleza de su organización
gremial, la convierte en cómplice del delito. El mundo se
merece un libro titulado “Consejos para el buen gremialista”, nacido de la
reflexiva pluma de ganso de Italo Pisani. Dicho libro que, ojalá, esté en
preparación, viene con jugosos ejemplos, algunos aforismos, y un par de páginas
para colorear. En la parte de trabajos prácticos se ve un dibujo en el cual
dialogan un gremialista y un supuesto vándalo. La consigna consiste en llenar
las burbujas del diálogo. Si el aprendiz de gremialista escribe “Pará, qué
hacés, sos inconsciente?”, en la burbuja correspondiente al gremialista,
entonces Pisani le pone un diez y Ud. tendrá aprobado el curso básico para ser
un buen líder de los trabajadores. En la provincia de Río Negro, los
gremialistas conocen y estudian lo manuscritos inéditos de Pisani. Por eso, la
provincia radical es un dechado de felicidad, porque sus dirigentes sindicales
fueron conscientes como manda Pisani. Así, Scalesi entregó todo, Gómez entregó
otro tanto, etc. Por qué será que los rionegrinos se curan en hospitales
neuquinos, los docentes rionegrinos buscan trabajo en escuelas neuquinas, por
qué será que Edersa quiere quedarse con la energía neuquina, por qué será que
los bancos se fueron de Cipolletti, por qué será, por qué será? Será por culpa
de los manuscritos Pisani? O será porque los vándalos neuquinos rompieron algo
para que no se termine de romper todo? Supone mal
Pisani cuando dice que a los dirigentes se los elige por su aptitud
dialoguista. Las bases eligen con el criterio que consideran oportuno, y no con
el criterio que Pisani piensa adecuado. Su manual, Pisani, no circula por
Neuquén, por suerte. Y sobre la calidad de vida de los estatales, no conviene
siquiera perder el tiempo en replicar. Compare su provincia con la nuestra y
listo. Y los delincuentes, como los cómplices, deben pagar
por los daños ocasionados. Totalmente de acuerdo. Menem, Cavallo, De la Rúa,
Verani, Massaccessi, Sartor, y sus cómplices deben pagar por los daños
ocasionados. En ese sentido, resulta estimulante la iniciativa
del gobierno de demandar penal pero también civilmente a ATE y las
organizaciones que convocaron a la protesta que terminó en desmanes. Es decir,
que los dirigentes paguen de su bolsillo todo lo que sus activistas rompieron.
Una buena señal frente al fastidio de los comerciantes y el hombre común. Y una
advertencia para Fuentes y los "dirigentes", que la próxima vez
deberán pensarlo dos veces. Pisani aplaude al gobierno neuquino. Elogia la decisión de
judicializar, otra vez, la protesta social. Con tonito paternal dice que de
este modo, los chicos malos lo van a pensar dos veces antes de acometer nuevas
aventuras destructivas. Pisani subestima la inteligencia de los dirigentes,
pero también desprecia la inteligencia de las bases que dan mandato a sus
dirigentes. Con todos sus problemas (que desde luego no pienso contarle a
Pisani) los sindicatos de Neuquén tienen una vida interna que Pisani está lejos
de imaginar, de querer, y de respetar. Antes, durante, y después de cada
marcha, de cada huelga, de cada represión, de cada disturbio, las bases y las
dirigencia piensan una y mil veces lo que se hizo bien y lo que se hizo mal.
Las discusiones son fascinantes, a veces enervantes, muchas veces dislocantes.
Cuando las bases lo decidan, Fuentes se irá, y llegarán otros. Y éstos serán
tal como las bases los quieran, y no como manda Usted. Franco Alarico | ||
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