BENEDICTO
XVI SUBRAYA EL "RESPETO" DE LA
IGLESIA A LA "LEGÍTIMA LAICIDAD DEL
ESTADO
“...La
sociedad civil debe reconocer a Dios como a su Padre
y Fundador, y debe obedecer y reverenciar Su
poder y autoridad.
La justicia, por tanto, prohíbe, y la razón
misma prohíbe, al Estado
ser ateo; o adoptar una línea de acción que
termine en la impiedad
— a saber, tratar a las varias religiones (como
ellos las llaman) como
iguales, y otorgarles
promiscuamente derechos y privilegios iguales”.
(Libertas, León XIII,
20de junio de 1888)
Benedicto XVI afirma que la Iglesia católica "no pretende
reivindicar para sí ningún privilegio, sino únicamente tener
la posibilidad de cumplir su misión en el respeto por la legítima
laicidad del Estado". El Pontífice dirigió el pasado
lunes un mensaje en tales términos al Parlamento italiano, con
ocasión del tercer aniversario de la visita al hemiciclo de su
antecesor Juan Pablo II. La idea expresada en el mensaje,
subraya Benedicto XVI, vale "para Italia y cualquier país,
así como en los diferentes contextos internacionales". El
Papa añade que laicismo y cristianismo no se contraponen.
Benedicto XVI envió al Parlamento a Leonardo Sandri, cardenal
sustituto del secretario de Estado del Vaticano, quien leyó públicamente
el mensaje. "En este feliz aniversario", dice el
texto, "no me resta sino hacer votos por que ese espíritu
de sincera y leal colaboración [entre Iglesia y Estado]
se haga más y más profundo".
El documento explicita que el laicismo "no se contrapone al
mensaje cristiano, sino que más bien es deudor del mismo, como
bien saben los estudiosos de la historia de las
civilizaciones". En consecuencia, expresa el deseo de que
la Santa Sede y el Estado italiano "sepan cooperar cada vez
más en el noble compromiso de tutelar a la persona".
Benedicto XVI señala, en referencia a la visita parlamentaria
de Juan Pablo II, que éste hizo entonces un llamamiento a la
cohesión de Italia. Benedicto XVI añade que, para que ello se
logre, es necesario que el país cuente con un "núcleo de
valor" donde puedan converger las distintas posturas ideológicas
y políticas de la sociedad. Ese núcleo, en opinión del Papa,
"no puede ser más que la persona, con los valores
inherentes a su dignidad individual y social, a la que la
Iglesia desea ardientemente servir".
Horas después del mensaje de Benedicto XVI, el presidente de
los obispos italianos, cardenal Camillo Ruini, manifestó en la
apertura de la Conferencia Episcopal en Asíó: "Quisiéramos
decir, con serenidad y sin ningún espíritu polémico, a
cuantos temen o lamentan una excesiva presencia o incluso
injerencia de la Iglesia en la vida pública italiana, que la
paz civil y religiosa es también sumamente importante para
nosotros, y que la Iglesia es consciente de que debe ser factor
de unidad y no de división en Italia".
El especialista en información vaticana Marco Politi resalta en
el diario La Repubblica que "Ratzinger y Ruini se mueven
como si fuesen un tándem perfectamente rodado desde hace años",
así como que el Papa demuestra "una extrema capacidad de
maniobra destinada a revelarlo como un papa político y no sólo
un teólogo inmerso en el empíreo de las grandes
cuestiones".
Los
concordatos
También ayer el secretario del Vaticano para las Relaciones con
los Estados, el arzobispo Giovanni Lajolo, puntualizó que la
Santa Sede firma acuerdos con los Estados, no con los Gobiernos.
En una conferencia en la Pontificia Universidad Gregoriana de
Roma, el ministro de exteriores vaticano dijo: "La Santa
Sede nunca ha reconocido un determinado régimen. Quien estipula
el acuerdo es el Estado, que permanece, no el Gobierno o el régimen
que, en cambio, pasan". Lajolo reconoció que se ha
recriminado a la Santa Sede "el haber aceptado firmar
acuerdos alguna vez con regímenes totalitarios, dándoles una
especie de garantía moral y facilitándoles la presencia
internacional", en alusión, entre otros, a los concordatos
firmados durante el pontificado de Pío XII con las dictaduras
de Portugal (1940) y España (1953).
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