JOSEPH RATZINGER: ¿QUIÉN ES?
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LA SEUDO RESTAURACIÓN DE RATZINGER:
Extractado de:
http://www.marcel-lefebvre-tam.com/index_spa.htm

   La Revolución nos advierte, por boca del Card. Ratzinger, que ha sonado la hora de la restauración, que «ya ha comenzado en la Iglesia»; después de los excesos de Pablo VI, hay que dar marcha atrás para evitar el mayor número posible de reacciones e intentar que el mayor número de fieles acepten lo esencial del Concilio. Viendo a la Iglesia conciliar acumular sin prisa demasiado material del tipo “Pseudo Restauración” (teorías del Card. Ratzinger, del Opus Dei y de algunos obispos), es lógico pensar que dicho material sea utilizado y para eso tenemos que  prepararnos. Puede ser que estemos en vísperas de una operación de gran envergadura, no inferior al Concilio Vaticano II [1].

   El Card. Ratzinger, en efecto, comienza a distribuir las “sorpresas”: en 1984, anunciaba la “Restauración” (Jesús, 1984) y 9 años después, sin prisa, declaraba que se dará la vuelta a los altares (Il Sábato, 24 de Abril de 1993).

   Sin embargo, aun si en el futuro tuviéramos la sorpresa de ver restaurar obligatoriamente en toda la Iglesia la Misa de San Pío V, los hombres que actualmente dirigen la Iglesia pueden hacerlo sin por ello abandonar la lógica de la Revolución liberal.

   Porque la doctrina liberal, en el fondo, no pide a la Iglesia más que una sola cosa: que renuncie a la Realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, al Estado Confesional, a las consecuencias políticas de la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, tal como lo enseña el Magisterio Romano tradicional. Actualmente quieren una nueva doctrina social: será el exílio de N. S. J.C. de la sociedad temporal.

   Si, conseguido esto, después, “en las sacristías” se celebra la Misa de San Pío V, esto ya no inquieta a la Revolución liberal; esta parece ser la idea dominante del Nuevo Orden Mundial que, a cambio, ve a la Autoridad Romana aceptando, y enseñando lo que fue condenado sin discusión, de manera infalible e irreformable desde la llamada Revolución Francesa.

   Nosotros nos preparamos para nuevas "sorpresas" el mismo "cardenal", tranquilizando a los amos del mundo, nos garantiza que «si por Restauración se entiende volver atrás, entonces ninguna Restauración es posible¡Promete, de algún modo, no salir de la lógica de la Revolución liberal! La formula del futuro “catolicismo” sería más o menos ésta: “tradicionalista sí, pero en privado”.

   La intención de terminar con el “caso Lefebvre” (el más conocido de los grupos tradicionalistas) está declarada abiertamente (cfr. “Entretien sur la Foi” - J. Ratzinger - cap. 2: “un remedio contra el anacronismo” y 30 Giorni, octubre de 1988: “la operación para recuperar a los tradicionalistas continúa”. Pero «a pesar de esta agresiva “operación recuperación” bien conducida y puesta en marcha por las autoridades vaticanas, el ejército tradicionalista está lejos de ser vencido y de batirse en retirada, como muchos lo creen hoy» (Il Sábato, 8 de Julio de 1989).

   El Card. Ratzinger nos señala uno de los fines de esta operación en una entrevista a Il Regno (Abril de 1994). Después de haber reconocido que «el fenómeno lefebvrista está en expansión...» y «esto hace difícil una acción en el futuro» (puede ser una excomunión en bloque o la criminalización so pretexto de fundamentalismo para entregarnos en brazos del Nuevo Orden Mundial), quiere poner una cuña entre los que quieren la liturgia tradicional y los que quieren también el Reino social de Nuestro Señor Jesucristo (entendiendo esta actitud como un «endurecimiento creciente de los responsables»). Este es su plan. 

   Por lo tanto, ¡preparémonos! Cuando la Pseudo-Restauración esté madura y salga adornada con todos sus encantos -con la ayuda de fuerzas ajenas a la Iglesia tendremos la oportunidad de oír repetir los eternos slogans de los traidores: «aceptemos, más vale ceder un poco que perderlo todo», «no hay que batirse para no ser vencido, hay que salvar lo que puede salvarse», etc. Eso no es la lógica de la fe, eso es sentimentalismo.

   Aunque en ciertos puntos, Joseph Ratzinger dé un paso atrás, tengamos en cuenta que esa es una maniobra típica de la Revolución, indispensable para eliminar, recuperar, y adormecer a la reacción.

   La historia, maestra de vida, enseña que, en la sociedad temporal durante la Revolución liberal, llamada francesa, Robespierre y los Jacobinos tendían a las consecuencias más radicales, entre otras el igualitarismo económico; esta actitud creó violentas reacciones en el ala burguesa de esta misma Revolución, que solamente quería el igualitarismo religioso, político y social. Para sobrevivir la Revolución debió dar un paso atrás: Napoleón combatió a los “extremistas” reintroduciendo la Monarquía, pero conservando en el Código de Napoleón los nuevos principios de libertad, igualdad, fraternidad, es decir los derechos del hombre. En efecto, negada la existencia de la Verdad objetiva, el derecho a practicar públicamente cualquier convicción de su propia conciencia se impone naturalmente, de ahí nacen el relativismo y el igualitarismo religioso, civil y político.

   Napoleón introdujo por la fuerza este código liberal en toda Europa, y hoy todos los Estados, anteriormente católicos, tienen una constitución liberal que implica un cambio cultural y social, con la transformación de los modelos de vida del país.  

   En la Iglesia conciliar, puede llegar a producirse la misma situación, según una interesante analogía: Se comprende fácilmente que los modernistas a quienes falta la visión sobrenatural, busquen recuperar la reacción según el ejemplo histórico de que disponen.

   Después de los excesos en la teología, en la moral y en la liturgia de la época de Pablo VI, que provocaron fuertes reacciones, la Revolución puede buscar dar un paso atrás, en ciertos dominios.

   El Card. Ratzinger lo declara oficialmente, y con autoridad en la famosa entrevista de la revista Jesús (Noviembre de 1984) publicada con la mención “texto aprobado por S. E. Card. Ratzinger el 1 de octubre”; uno de los subtítulos afirma:¿Restauración? Sí, si esto significa un nuevo equilibrio”.

   “Si por restauración se entiende una vuelta al pasado, entonces no es posible restauración alguna: La Iglesia se encamina hacia el cumplimiento de la Historia, fijos los ojos en el Señor. Pero si por “Restauración” se entiende la búsqueda de un nuevo equilibrio, después de las exageraciones de una apertura al mundo sin discernimiento, después de las interpretaciones demasiado positivas de un mundo agnóstico y ateo, entonces, sí, esta “restauración” es deseable, además, está en marcha...”

   “El problema de los años sesenta era el de adoptar los mejores valores representados por dos siglos de cultura «liberal»[2]. Porque hay valores que habiendo nacido fuera de la Iglesia, pueden, una vez enmendados, encontrar su lugar en su visión del mundo, esto se ha hecho. Pero hoy el ambiente es diferente, demasiadas cosas han empeorado, respecto a lo que justificaba un optimismo tal vez ingenuo. Es necesario buscar nuevos equilibrios.”

    La Revolución ha conseguido "hacerse amar por aquellos mismos de los cuales es su enemiga mortal".    

   Estudiando las doctrinas del Cardenal Ratzinger en el Concilio, que no han sido nunca desmentidas, y que son las mismas de toda la corriente progresista, tiene uno la tentación de pensar que mientras la corriente progresista sigue poniendo en práctica las conclusiones lógicas y los más radicales principios de libertad, igualdad y fraternidad, el Cardenal Ratzinger, con los conservadores, se ocupa de dirigir la fase conservadora de la Revolución en la Iglesia con el fin de recuperar y eliminar toda reacción.

   Durante el Concilio, era (y sigue siéndolo) uno de los representantes del progresismo: “Ratzinger.... aparece como un de los fundadores de la Revista internacional "Concilium" que reunía lo que entonces se llamaba “ala progresista” de la teología” (“Jesus” noviembre 1984. pg.69).

   Su progresismo es visible en sus escritos, contra el centralismo romano, sobre la infalibilidad del pueblo cristiano, contra el “constantinismo” en particular sobre el Syllabus y las deformaciones de las doctrinas de Pío IX y San Pío X, sobre los peligros del “fariseismo” en la Iglesia, en los discursos sobre la colegialidad, sobre “El Papa que no es Pedro”, sobre la crítica de la teología que se limita al Magisterio que él denomina “teología de las Encíclicas” que “nacen del miedo” o de “la poca fe” o de “la teología de la conservación” y sobre los errores del “papismo[3].

   Aún reconociendo a cada persona el derecho a cambiar de idea, el mismo Cardenal en el libro “Entretien sur la foi”, afirma explicitamente: “No soy yo el que ha cambiado, son ellos (los de “Concilium”), [...] Siempre he querido permanecer fiel Vaticano II, este hoy de la Iglesia, sin nostalgia por un ayer irremediablemente pasado, sin impaciencia por un futuro que no nos pertenece[4].

   Si los demás teólogos progresistas siguen extrayendo las consecuencias lógicas de su jacobinismo, el Cardenal Ratzinger, separándose de sus compañeros de ruta, asume y se convierte en el porta-estandarte de la reacción -previsible tras la Revolución liberal del Concilio- intentando atraer hacia sí a todos los descontentos, cediendo en todo lo que puede ser cedido, pero conservando fielmente los principios de la libertad religiosa, la colegialidad y el ecumenismo, a ejemplo de los girondinos con Napoleón durante la Revolución Francesa.

1.- Las ideas del Cardenal Ratzinger.

A) “Entretien sur la foi”

   En el libro Entretien sur la foi, el Cardenal Ratzinger se declara favorable a una vía intermedia, entre la posición católica tradicional y el progresismo. (cf. cap. 2. p. 27, “Dos errores opuestos”). “La cuestión clave [...] no consiste en “volver hacia atrás”, sino más bien en “volver a los textos auténticos del auténtico Vaticano II”.

   Defender hoy la verdadera Tradición de la Iglesia significa defender el Concilio” (cf. p. 32).

   Según el Cardenal, no hay ninguna ruptura con la Tradición. “Es también culpa nuestra si hemos dado excusa, tanto a la “derecha” como a la “izquierda” para que puedan pensar que el Vaticano II constituye una “ruptura”, un abandono de la Tradición. Por el contrario, hay una continuidad, que no permite ni regreso al pasado ni huida hacia adelante... Es el hoy de la Iglesia al que debemos permanecer fieles, no al ayer ni al mañana.” (cf .p. 32).

   El Cardenal manifiesta su intención de terminar con el caso Lefebvre: “Su receta para eliminar toda razón de ser al caso Lefebvre [...] mostrar la verdadera faz del Concilio: así se podrá privar de fundamento a estas falsas protestas.” (cf. p. 35, “Un remedio contra el anacronismo”).

   “Vaticano II, tenía razón al desear una revisión de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. Porque hay unos valores que, incluso si han nacido fuera de la Iglesia, pueden, una vez corregidos, encontrar su lugar dentro de la visión de la Iglesia.

   En aquellos años se ha trabajado en este sentido, pero quien piense que estas dos realidades pueden unirse o incluso identificarse sin conficto, demostraría no conocer ni la Iglesia ni el mundo. (cf .p. 38, “Ruptura no, si no continuidad”).

   “He aquí la respuesta textual del Cardenal: Si por restauración se entiende una marcha atrás, entonces ninguna restauración es posible. La Iglesia camina hacia el cumplimiento de la historia, mira hacia adelante, hacia el Señor que viene. No, no se da marcha atrás, y no es posible dar la vuelta: ninguna restauración en este sentido será posible. Pero, si por restauración se entiende la búsqueda de un nuevo equilibrio, después de las exageraciones de una apertura indiscriminada al mundo, después de las interpretaciones demasiado positivas de un mundo agnóstico y ateo, bien, entonces una restauración, entendida en ese sentido, es decir, un equilibrio renovado de las orientaciones y de los valores en el interior de la catolicidad, sería deseable e incluso ya ha comenzado en la Iglesia. En ese sentido, se puede decir que la primera fase, después del Vaticano II ya ha concluido.” (cf. p. 40, “Restauracion”)

   El Cardenal Ratzinger pone sus esperanzas en los movimientos, sin mencionar al Opus Dei -que, según nosotros, es el más importante en la fase de la Seudo-Restauración- porque ello le hubiera causado todavía más problemas y hubiese, posiblemente, puesto al desnudo el plan.

   “En ellos se dibuja -aunque sin hacer ruido- lo que nos haría soñar con una aurora o un nuevo Pentecostés en la Iglesia. Me refiero, por ejemplo, al Movimiento Carismático, o Camino Neocatecumenal, los Cursillos, los Focolari, Comunión y Liberación, etc.” (cf. p. 47, “La Esperanza de los Movimientos”)

   El Cardenal también ve a los descontentos a los que hay que recuperar para impedir que caigan en manos de los integristas: “Ante ciertas aplicaciones concretas de la reforma litúrgica, y sobre todo, ante las opiniones de ciertos liturgistas, la dimensión del descontento es más amplia que en el integrismo” (cf. cap .IX, “Riquezas a salvar”, pág. 141).

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NOTAS
  • [1] El Cardenal Ratzinger dice: “...en este sentido se puede decir que la primera fase del Vaticano II se ha cerrado...” (Entretien sur la foi, pág. 40). ¿Por qué realizarán los revolucionarios tantos esfuerzos para recuperar las reacciones? En la Historia de la Iglesia nunca hubo combate tan grave como el iniciado tras el Vaticano II, y por ello van a intentar mantener la Revolución en la Iglesia el mayor tiempo posible. Las mismas fuerzas revolucionarias extrañas a la Iglesia van a intentar probablemente todo tipo de concesiones y "aconsejar" todo tipo de metamorfosis, hasta que la revolución en la Iglesia esté bien asentada. Pero no perdamos de vista que, más tarde o temprano, la Providencia divina los sacará. “Non praevalerunt”. Y volveremos a las persecuciones clásicas, tradicionales.

  • [2] Aquí se encuentra el meollo del error del Cardenal Ratzinger: el juicio sobre el mundo moderno y sobre la Revolución. Lo demás es consecuencia lógica.

  • [3] Adista, 19-1-1987. pág. 3

  • [4] Cardenal Joseph Ratzinger, “Entretien sur la foi”, cap.I.p.17: “Teologien et pasteur”, Ed. Fayard. Paris 1985.