LA SEUDO
RESTAURACIÓN DE RATZINGER: Extractado de: http://www.marcel-lefebvre-tam.com/index_spa.htm
El Cardenal Ratzinger al
presentar el documento “Instructio”, manifiesta:
-
(1).-“Este (el
texto) afirma, tal vez por
primera vez con tanta claridad el que existen decisiones del Magisterio, que
no pueden, como tales, ser la última palabra en la materia.
-
(2).-
Pero son un enganche sustancial en el problema.
-
(3).-
Son también, ante todo, una expresión de prudencia pastoral, una
especie de disposición provisional.
-
(4).-
El núcleo permanece válido.
-
(5).-
Pero las partes, tomadas por separado, y sobre las cuales han influido las
circunstancias de los tiempos, pueden tener necesidad de rectificaciones
posteriores.
-
(6).- size="4">
Esto
podemos pensar, ya sea en las declaraciones de los Papas sobre la libertad religiosa, ya sea en las decisiones
antimodernistas de comienzos de siglo, sobre todo en los decretos de la Comisión Bíblica
de esa época. (Por lo tanto el “núcleo válido”
no se refiere a la condena de la libertad religiosa, del anti-modernismo y
lo que condenan los decretos de la Comisión bíblica.)
-
(7).-
Como grito de alarma [...] permanecen plenamente justificados....
-
(8).- ...pero en
determinados detalles de su contenido han sido rebasados, después de
haber cumplido, en su momento, su misión pastoral.”(Ratzinger O.R. 27-6-1990)
“El nuevo pueblo de Dios”.
En su libro “Il nuovo popolo di
Dio” (El nuevo pueblo de Dios) cuyo original en alemán fue publicado en 1969, entre otras
ideas, en relación con el espíritu laicista, el
Cardenal Ratzinger manifiesta: “Cristo, en el plano de la ley de la religión,
no fue sacerdote sino laico” (cf. pág.119) .
El constantinismo: el
profesor Ratzinger no se limita a criticar el constantinismo antiguo
y medieval, sino que descubre además las desviaciones más cercanas a nosotros:
“Convendría que recordásemos, además de los hechos de la Edad Media y de
la Antigüedad, los que están más próximos a nosotros en el tiempo, aquellos
que
podemos percibir de forma
inmediata como una deformación:
en particular, la reacción cristiana experimentada en el siglo XIX
y comienzos del XX, en el Sylabus de Pío IX y durante el
pontificado de Pío X. Harnack
ha dicho, exagerando por supuesto, pero no sin razón, que de esta
forma la Iglesia ha condenado la cultura y la ciencia modernas, cerrándoles la puerta; y
aquí podemos añadir: la Iglesia ha descartado la posibilidad de vivir la vocación
cristiana como algo actual, por
estar demasiado interesada y apegada al pasado” (cf.pág.296-197).
Ratzinger, con su mentalidad moderna, cree ver un
peligro de neoconstantinismo
en una especie de “fariseísmo” y de
"qumranismo". “¿Quién podría poner en duda que hoy también
existe en la Iglesia el peligro del fariseísmo y del qumranismo? ¿En efecto,
no ha intentado la Iglesia construir su pequeño mundo, perdiendo
definitivamente la posibilidad de ser "sal de la tierra y luz del
mundo",
durante su movimiento de evasión del mundo que se vio acentuado en el reinado de Pío IX? El aislamiento en su
pequeño mundo -una clausura que ha durado demasiado tiempo-....
Está claro que ésa no es la forma ideal
de renovar la Iglesia. Con el celo de Pablo IV, ya el intento naufragó, porque
quiso suspender el Concilio de Trento, para renovar la Iglesia con el fanatismo
de los zelotes”(cf. 298-299).
Nueva Teología:
Como profesor de teología, ya lo era entonces, Joseph Ratzinger definía con gran lucidez la esencia y los límites
de lo que debe ser una teología correcta después del Concilio Vaticano II. Para
empezar critica ásperamente lo que
él denomina “teología de las Encíclicas”: “Teología
de las Encíclicas” significa una forma de teología en la cual la tradición parece
debilitarse en cada declaración del Magisterio Papal (Cf. pág. 310).
Finalmente, la nueva teología se reconcilia plenamente con el mundo, reconociéndole
su total autonomía,
en armonía con la transparencia del discurso de apertura de Juan XXIII en el Concilio:
...hasta aquí era habitual [el
Cardenal Ratzinger que ama hablar de “continuidad” confiesa que rompe con el
pasado, n.d.l.r.] considerar a la Edad Media como la época cristiana ideal y
aspirara a la plena identificación entre la Iglesia y el mundo como un único
fin; y al contrario la era moderna era vista como una gran caída, comparada con
el relato del hijo pródigo que sale de la casa paterna llevando consigo todos
sus bienes y deseando después -en la Segunda Guerra Mundial- el pienso de los
cerdos; en estas comparaciones aparecía ya el deseo de un pronto regreso
[.....] Es
en Juan XXIII, posiblemente, en donde podemos hallar la más fuerte crítica al
romanismo medieval, esta mirada
hacia atrás que ve un patinazo de las cosas hacia lo peor [...] es lo que
condujo al Papa del Concilio hacia una teología de la esperanza, que nos parece
el límite del optimismo ingenuo. (Cf. pág.
341).
Por el contrario, el Concilio también manifestó
y concretó su voluntad de desarrollar la teología a la luz de todas las fuentes, en su
integridad, de mirar estas fuentes no desde el filtro del Magisterio de
estos últimos cien años, sino de leerlos y comprenderlos a partir de ellos mismos: el
Concilio ha manifestado su voluntad de escuchar no sólo a la tradición católica,
sino de profundizar y asumir de forma
crítica el desarrollo teológico de las
demás iglesias y confesiones cristianas”
(cf. pág. 310-311).
Sobre la unidad de la Iglesia:“Unidad
de la Iglesia no significa necesariamente iglesia unitaria....
Incluso se podría pensar, sin duda, en una forma
especial de cristiandad, reformada
en la unidad de la única
Iglesia; en
fin, habrá que reflexionar sobre la forma de dar a la Iglesia de Asia y de
Africa, así como a las de Oriente, una forma que les sea propia, como los “patriarcados”
o “grandes iglesias” autónomas, o el nombre que se les quiera dar a tales
iglesias en la Iglesia del futuro” (cf. pág. 155-156)
.
Acerca de la critica del Magisterio papal: “...una crítica del discurso del
Magisterio papal sería posible, incluso necesaria,
en la medida en que faltare suficiente cobertura en la Escritura, fundamentos en el
Credo, en la fe de la Iglesia universal. Allí donde la unanimidad de la Iglesia universal
o un testimonio claro de las fuentes no existiera, una decisión comprometida
no sería posible. Si debiese producirse formalmente, le faltarían
las condiciones indispensables y habría, entonces, que pasar por alto la
cuestión de su legitimidad”
(cf. pág. 158).
Resultado y perspectivas en la Iglesia Conciliar
En el libro “Resultado y
perspectivas en la Iglesia Conciliar”
, leemos: “Estos últimos ciento cincuenta años,
pocas cosas han causadotantos daños a la Iglesia como la defensa a ultranza de las posturas propias de “Iglesia de Estado” y superadas ya por las
corrientes de la historia
.
El intento de defender la fe -amenazada por la
ciencia moderna- con medios propios de protección del Estado, produce el
resultado contrario, vaciando esta misma fe de su contenido intrínseco, y al mismo
tiempo, impidiendo desde diversos aspectos, la necesaria regeneración espiritual.
Este intento ha dado lugar a una visión de la Iglesia como enemiga de la libertad, temerosa de la ciencia y
del progreso, productos de la libertad del espíritu humano, dando así lugar al nacimiento de unas de
las raíces más profundas de anticlericalismo.
Después de Constantino -con su apogeo en
la Edad Media- y en la España absolutista de comienzos de la era moderna, el
hecho de que la Iglesia haya recurrido
a la ayuda del Estado, constituye para Ella -en el mundo de hoy- una de las más
pesadas hipotecas, es un hecho al que nadie, capaz de pensar de forma
histórica, puede evadirse.” (cf. pág. 25-26).
Los principios de la teología católica.
“Hoy nadie niega que los
Concordatos español e italiano intentan conservar demasiadas cosas de una
concepción del mundo que, desde hace mucho tiempo, no se corresponden con las
circunstancias reales. Casi nadie podrá tampoco negar que
este apego a una
concepción trasnochada -las relaciones entre la Iglesia y el
Estado corresponden a un anacronismo similar en el dominio de la educación.
”
.
El Cardenal
Ratzinger y el intento de dividir a los tradicionalistas.
El
Cardenal Ratzinger quiere meter una “cuña” entre
los tradicionalistas que sólo quieren la Misa tradicional y los
tradicionalistas que quieren además, el Reinado Social de Cristo, es decir, la
dependencia de la sociedad temporal de la Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, y que son llamados “integristas”.¿Lo conseguirá?
Entre los textos más importantes, están los prólogos
del Cardenal Ratzinger a los libros de Monseñor Gamber: “La
Reforme liturgique en question” y “Tournés vers le Seigneur”, así como
la entrevista en el semanario “Il Sábato” del 24 de Abril 1993 donde
insinúa que hay que dar la vuelta a los altares, y añade: “No
es por hoy [...] ciertamente para mañana,
pero hay que dejar esto a la Providencia, hemos también de prever una reforma
de la reforma...”
He aquí lo que declara a la revista
“Il Regno”:
“El fenómeno lefebvrista está en expansión, incluso aunque
no se hable mucho de ello”. En cuanto a las perspectivas del futuro, por un
lado veo un endurecimiento creciente de los responsables -pienso por ejemplo, en
su crítica muy ácida al catecismo- así como otros fenómenos que dejan poco
lugar a la esperanza de un nuevo diálogo; por otro lado veo también que
numerosos laicos, frecuentemente con cierta formación cultural, participan en
su liturgia sin identificarse con el movimiento. Por tanto hay que
distinguir entre los responsables, muy seguros de sí mismos, que dicen:
esta vez no será Roma quien ponga las
condiciones, sino nosotros, que muestran una dureza sorprendente y preocupante,
y por otro lado, un número de personas que participan
en su liturgia, sin identificación, con la convicción de
permanecer en plena comunión con el Papa y de no
alejarse de la comunión de la Iglesia. Esta ambigüedad de situaciones hace difícil
una acción futura. Siempre se puede intentar ayudar a aquellos que quieren ser
católicos, en comunión con los obispos y con el Papa, a integrarse en la
Iglesia, a hallar su hábitat en el interior de la Iglesia sin tener necesidad de recurrir a
otras, y por otro lado, clarificar las condiciones reales de pertenencia a la Iglesia
católica....
....Sólo
construyendo puentes para favorecer el diálogo es como se podrán definir con
más precisión también los límites” (Il Regno, abril 1994).
El discurso a los Obispos de Chile; texto para meditar.
1.- En primer lugar tranquiliza a los obispos al
garantizarles que en el intento de alcanzar un acuerdo con Monseñor Lefebvre, se
mantuvieron firmes en los principios de la Revolución liberal:
“En este diálogo difícil, Roma ha unido la generosidad
en todo aquello que es negociable, con la firmeza
en lo esencial”. 2.- Su
objetivo era recuperar la “reacción”. Defendiéndose de la críticas de los
progresistas, el Cardenal Ratzinger cita el reproche de Monseñor Lefebvre
según el cual el acuerdo que había firmado no tenía otro objetivo que integrar su Fundación
en “la Iglesia del Concilio”.
3.- Sobre Monseñor Lefebvre:“De todas formas, el problema
planteado por Monseñor Lefebvre no ha terminado con la ruptura del 30 de Junio
de 1988.... Nuestro deber es preguntarnos que error hemos cometido y cuales podemos cometer aún.”
4.- El Cardenal
Ratzinger se lamenta de que la reacción ha cristalizado, está ahí,es más
importante de lo que parecía: “El
hecho de que un número nada desdeñablede personas, más allá
del circulo reducido de la Hermandad de Monseñor Lefebvre, vean en este hombre una especie de guía, debe
hacernos reflexionar.”
5.- Hay que hacer un examen de conciencia. La
Revolución se ha llevado a cabo de forma demasiado estrecha, sin dejar espacio
suficiente a lo que no contradice a la Revolución misma.
“El fenómeno (lefebvrista).... hubiera sido impensable
sin los elementos positivos que no han encontrado espacio
vital suficiente en la Iglesia de hoy”.
6.- Por tanto, hay
que hacer inútil la reacción católica, concediendo suficiente
espacio en las cosas menos
importantes: “Así,
podemos abrir un espacio a aquellos que buscan y piden desde el interior de la
Iglesia, de este modo alcanzaremos
a convertir el cisma en el interior de la Iglesia y a hacerlo superfluo
.”
7.- Quitar a los
tradicionalistas el mayor número posible de argumentos: “Mencionaré aquí tres aspectos que, a mi juicio, juegan un
papel capital"
8.- Hacer la
restauración litúrgica suprimiendo las diversas liturgias desacralizadoras:
“Un número elevado de fieles buscan refugio en la antigua liturgia [...]
sacar la conclusión inmediata: hay que recuperar la dimensión sagrada de la
liturgia.”
9.- Manifiesta su intención de mantenerse firme e inflexible en el postulado de
la Revolución liberal en la Iglesia: “Hay
que defender el Concilio Vaticano II contra los
integristas como un deber que obliga cara a la Iglesia y como una
necesidad permanente”.
10.- Para aquellos que aún
no hayan comprendido, el Cardenal Ratzinger muestraen fin, donde se sitúa el
centro del combate: “Ahora, dejando de lado la cuestión litúrgica, el punto central del conflicto se halla
en el ataque a la libertad religiosa y contra el pretendido espíritu de Asís”.
11.- Sin embargo, los fieles parecen no caer en la trampa: “Todo
esto lleva a muchas personas a preguntarse si la Iglesia
de hoy es realmente, en verdad, la misma de
ayer, o si no se la
habrán cambiado por otra sin haberlo prevenido a nadie”
(Discurso del Cardenal Ratzinger a los Obispos de Chile,
“Concilium”, 1988).
Los aliados de la
Seudo-Restauración: el Opus Dei y compañía
Monseñor Delassus, citando a San Gregorio el
Grande en el sermón nº 10 sobre la
Epifanía dice: “...hay herejes que creen en su divinidad, pero que no admiten
de ningún modo que sea Rey en todos los lugares. Sin duda
le ofrecen incienso, pero no quieren ofrecerle también el oro.” De este tipo
de herejes aún los hay, llevan el nombre
de católicos liberales"
El Opus Dei.
El Opus Dei encarna y realiza, probablemente, el modelo “católico” deseado
por la Seudo-Restauración. Hay que distinguir dentro del Opus Dei a las personas de
buena fe de la “base”, de los dirigentes y sus doctrinarios católico-liberales. La adopción por parte del Papa del Opus Dei como
instrumento de gobierno, se hace cada día más evidente.
Durante el Sínodo de 1987 se vio cómo la
corriente progresista se lamentaba de la falta de obediencia de algunos movimientos al
ordinario del lugar, lamentando el uso de pastorales paralelas, el encerrarse en sí
mismos sin participar en los problemas de la diócesis (Cardenal Lorscheider, O.R. 9-11
Octubre 1987); y cómo los conservadores exponían argumentos en favor de
dichos movimientos. (Cardenal Ratzinger O.R. 7 Octubre 1987).
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