Las
Fotos
Con el verano, cientos de miles de
ciudadanos salen el domingo con el estuche en bandolera.
Y se fotografían.
Vuelven contentos como cazadores con el morral repleto de imágenes borrosas,
desenfocadas, caras perdidas, familia aburrida, gentes anónimas, casas
antiguas,
arboles debilitados por el calor y el asfalto, y alguno que otro
"buen ángulo".
Pasan los días esperando con dulce ansiedad las fotos
reveladas en el estanco de la esquina,
que reza así: " Revelado de fotos
artesanal".
Cartel que evoca olor a ácidos y aun trabajo bien hecho.
Y
sólo cuando tienen las fotos delante de los ojos
parecen tomar posesión
tangible del día transcurrido.
Solo entonces, el gesto del nene con el cubo,
el reflejo del sol en la pierna de la esposa,
las calles abarrotadas de su
ciudad, y el árbol podrido,
adquieren la irrevocabilidad de lo que a sido, y
ya no puede ser puesto en duda.
Lo demás no sucedió; la tristeza de la
familia ante la ausencia del hombre de la camara,
el lloro del pequeño
producido por el cansancio y el calor,
la abuela coja que intenta morder un
helado, peleas callejeras, automovilista irritado,
esto no paso, la camara
no lo guarda.
El no es fotógrafo, es un hombre cualquiera, con un
trabajo cualquiera;
él vive aislado ya que su mundo solo es el ojo visor, un
diafragma más abierto o menos.
Sus conversaciones se basan en el recuento de
asas, dinas y filtros.
El se siente una prolongación de la camara y un
apéndice del domingo.
Busca en la fotografía la razón de su existencia y
anula todo lo que no registra su film.
Él no sabe que en la foto tomada de lo
vivo se pierde espontaneidad, aleja el presente.
La realidad fotografiada
asume enseguida carácter nostálgico,
de alegría desaparecida en alas del
tiempo,
encontrada dentro de unos años como una cartón amarillento,
la
camara olvida los estados de animo, los humores.
No evita las máscaras
sociales, las posturas afectadas,
la hipocresía de una sonrisa para el
momento.
No se registran olores, ni cambios climáticos, ni el antes y
después de la instantánea.
Con el tiempo, la abuela murió, su mujer le
abandono por Luis un hombre afable,
y él se hundió en una crisis depresiva.
Empezó un diario: Fotográfico, desde luego.
Con la maquina colgada del
cuello, encerrado en la casa, hundido en la butaca,
disparaba fotos
convulsivamente, mirando al vacío.
Fotógrafiaba su soledad.
Elvira Font .
Reflexion
Hay días en que
la casa se cubre de cortinajes negros.
Días en que uno olvida que le gusta
la música y no teme a la muerte.
Días en que el presente no acaba de pasar.
Días en que uno sólo puede asirse a esa somnoliencia que le invade.
Días
en que parece que vivas en una celda,
y te sientes preso de algo o de
alguien; y esto cansa.
Mirar hacía atras cansa, como si todo lo que hemos
vivido duarante años
lo viviésemos de pronto en unas horas.
Cuántos
amores muertos en las manos, cuántos ramos que jamas volveran a perfumarnos,
no volveran abrirse nunca más para que adivinemos la presencia de unos
brazos...
este cansancio que me sobreviene no es por nada concreto,
sino
por todo lo que he sufrido y caminado y gozado ( también el gozo pesa)
ya
que corrresponde a un momento pasado en el cual agité el alma como un pañuelo
blanco.
Hoy quiero dormir, reposar la cabeza en la almohada del olvido,
porque el cansancio del que hablo,
proviene de sumar todas las
desilusiones y el engaño que me hago al creerlas olvidadas;
de acumular
desesperanzas y finjir que no existieron:
de soportar el mundo sobre los
hombros,
cuya fragilidad pretendi desconocer durante el tiempo...
Es el
cansancio de caer en la cuenta de que nunca he sido lo que aspiraba ser.
El
cansancio de haber dejado de intentarlo.
El cansancio de cerrar las ventanas
a los sueños de la infancia.
El cansancio de saber que no existe
descanso...porque descansar es morir,
En estos días mi casa esta de luto,
cierro las ventanas y recito aquellos versos,
que son como un canto del
viaje:
" he recorrido las pendientes que suben y bajan
resistí y me
fatigué en los días del pasado,
lo desee todo y me han despedido ya de la
esperanza;
vivi y amé, y ahora he cerrado la puerta "
Y me quedo en la
oscuridad callada, esperando que amanezca,
y con la mañana un nuevo día
llega.
Elvira Font.
POEMAS
...a mi madre
Cuando yo tenia catorce años
me hacían estudiar hasta muy
tarde.
Esperaban de mi cosas grandes.
Cuando llegaba a casa, me
tomaba
la cabeza mi madre entre sus manos
y apretando exclamaba ;
-
tienes que ser más que yo -
Yo era una muchacha que amaba el sol y la
tierra,
y las hogueras de la noche.
Me bañaba desnuda en pequeños
ríos
y corria detras de perros flacos.
Amaba todo lo que da salud y
amistad,
y sentia crecer el corazón debajo mi blusa de pliegos.
A las
cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me
llamaba por mi nombre
y me acariciaba mí rostro hasta despertarme.
-
tienes que ser más que yo- decía.
Yo salía a la calle y aún no
amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.
Eso no es justo,
aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la
noche de los que dormian
y el recuerdo de sus palabras;
- tienes que ser
más que yo -
Han pasado los años,
yo no soy ni más ni menos que
ella.
Ya no comprendo la noche
ni el canto de la tierra.
Abrigo mi
cuerpo maduro de miradas indiscretas.
Pero, si sé, que algo grande y más real
que yo
hay en mí, va en mis huesos:
Soy, con ella
un solo
ser
que descansa en mi existencia.
Estamos
en un mismo sueño
de vida
y pena.
Elvira Font.
Dibujos en el
cristal
Mi dedo sobre el cristal
Dibuja
corazones
algunos en forma de aves raras.
Dibuja palabras
casi todas
con lagrimas.
Dibuja arboles
de otoño, sin hojas, prendidos en la
nada.
Dibuja mis labios
que son los tuyos.
Dibuja silencios
Dibuja
alientos
y la mañana siguiente,
cuando el sol besa los vidrios
solo
quedan, fantasmas.
Elvira Font.
Mi
manera
Mi manera de amarte es sencilla:
te
aprieto a mí
como si mi corazón fuera justo
y en él pudieras encontrar la
verdad.
Mi manera de amarte es callada
solo revolviendo tus
cabellos
algo hermoso se forma en mis manos
y no encuentro
palabras.
Y casi no sé más.
Yo solo aspiro a estar contigo en
paz.
Elvira Font.
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