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Aromanticó...
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La esencia de la contradicción. El aroma es la llave de mis recuerdos. Cada etapa, cada experiencia existencial, se ha quedado enganchada a un olor, a exquisitas atmósferas encerradas en el envase de mi propio cuerpo. El aroma es la llave que abre las puertas de mi memoria. Al igual que una gota de Atlántico contiene todo el océano, un día cualquiera refleja la historia de una vida. Seis y media de la mañana. Suena el despertador. La pereza me vence y aprieto todos los botones, a ver si tengo suerte, y logro que se calle. Saliendo del último sueño de la noche, me acuerdo de dar las gracias al mundo por regalarme otro despertar, por poner de nuevo el sol en mi ventana. Qué sorpresas viviré hoy?. A quién serviré de ayuda? La aventura, lo inesperado, la ilusión, me hacen abrir los párpados y amanecer. Voy directa a la ducha. Gel de mimosas. Las acacias son hoy mis favoritas. En otro tiempo, otra edad: la infancia, fueron las maderas de Oriente de mi tía Trini las que me transportaban al paraíso, todas las mañanas. La casa de mi abuela era centenaria, de techos altos y misterios tras las cortinas. En cada habitación un secreto, sonrisas, amor y lágrimas; episodios de la guerra y monedas antiguas... Cada cuál vivía con su historia lo mejor que podía, y en medio de lo estático, yo: una niña. El pasillo se me antojaba espantosamente largo y la emoción del miedo me hacía avanzarlo, a veces, corriendo, a veces, paso a paso. Me tocó vivir con mi abuela viuda, su hermana "Tíatrini", su hija Encarnita, que fue mi "aya" , y sus hermanos solteros..., rara familia. Mi madre, mientras, iba teniendo a mis hermanos, embarazo tras embarazo. Entre tanto adulto, tuve que inventarme una amiga: Mª Carmen, que me ayudara a pasar las tardes de los domingos en el mirador, viendo una calle solitaria y tímida. Después de lavarme la cara, como si fuese algo prohibido, tía Trini me rociaba el cuello con su perfume de Oriente, en un acto de complicidad, de amor, de gracia divina con la que sellar un pacto entre generaciones distintas. Voy a prepararme un café. Si no desayuno no soy persona. Me gusta que sea un ritual, sintiéndome dueña de mí misma, en el silencio de la casa en calma, que como todos duermen, aún es mía. El pan tostado y el aroma del café perfuman el ambiente. Mientras saboreo las fragancias, las páginas de un libro me enseñan a conocerme mejor, a seguir en el proceso de la mejora continua. Los perros, la gata, andan entre mis piernas pidiendo caricias.... Las siete y media. Vestirme, pintar el "murillo" en mi cara, para disimular las arrugas y dar brillo a la mirada. Despertar a los niños, suavemente, con cosquillas en la espalda, luego con besos. Me encanta el olor de los niños durmiendo, es dulce, cálido, sereno, tierno y me desata el cariño. ¡Ah!, ¡el tiempo!, siempre el tiempo, no puedo entretenerme en mimos. Un beso al marido - Buenos días, amor. Ya está el café, voy tarde, me marcho corriendo...- Y se me vienen a la mente unos versos:
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" El tiempo, muchas veces, no me deja decirte que te quiero; pero si el tiempo fuese mío te lo estaría diciendo siempre".
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El jardín huele a madreselva, mandarina, pasiflora, jazmín..., y pienso: "Tengo que dar gracias a la vida por todo esto!" En el pueblo ya hay movimiento. Madruga la gente en un ambiente coloquial, de saludos amistosos. Es pequeño, envuelto en esencia de mar, de rumor de ola batiente. Unos van a comprar el pan, otros, a por el periódico. - ¡Buenos días vecina!, ¿qué tal? (acierto a decir con mi mejor sonrisa) - Vas al metro? Desde hace tiempo, siento que es un deber alegrar la vida de los que nos rodean .
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"Amar la vida, como si fuéramos a morir mañana, como si fuésemos a vivir eternamente".
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El coche es como mi oficina, está lleno de papeles, ofertas, catálogos. Pongo la música que me tendrá encandilada durante unos meses y me meto en el atasco a disfrutar de un cigarro, a analizar cómo la gente se trasforma conduciendo. Es cierto, circulan en competición, como si estuviéramos en guerra. ¿Hay que demostrar algo al volante?, ¿hay que dejar patente que uno es más listo? Yo pensé que se trababa solamente de llegar a un destino.... A veces, me dan ganas de bajarme y darle, al que grita, un beso. ¡ Igual la sorpresa le hace reaccionar y pensar en positivo!. Me miro en el espejo retrovisor, estoy guapa. No soy ninguna belleza pero me quiero. La oficina huele a papel, lápiz y moqueta, a equipo eficaz, a actividad sin pausa, a horas extras y dinero. Suena el teléfono. Soluciono, ayudo, tomo decisiones..., doy consejos. Hago, a cada instante, el trabajo lo mejor que sé. No soy perfecta ni insustituible, pero no tengo miedo, me gusta mi puesto, me gusta la gente, los clientes, los compañeros. Cuando llega el stress, entre todo el ajetreo, escribo una carta al perfume de Calvin Klein, para que venga como un "Caballero Andante", sin rostro, desde otro tiempo..... y lleve mi espíritu hasta otro cuento:
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"Te he esperado. He estado esperando que entrases por la puerta. Que mis deseos ocultos llamaran al timbre de tu consciencia. ¡Qué tarde llegas!, aunque sea pronto, la ansiedad de tenerte cerca me hace sentir que es demasiado el tiempo que pasa sin ti. Tu halo sobre el respaldo hace vibrar mi cuerpo. Sin verte, siento tu presencia. Ese cruce de miradas cómplice de todo y nada, sólo de comunicaciones ambiguas, de alma a alma. Mientras te sueño, un olor desconocido impregna mi entorno, eres tú, quizá tu sentimiento. ¿Dónde puedo comprar este perfume?. ¿Tal vez, cercanos a las plantas, podemos ahora emanar fragancias?. Dulces esencias prohibidas, que por lo suaves no empalagan y dejan una sensación acogedora, a sábana planchada, a hogar sin prisa, como si el tiempo estuviera a nuestros pies, eterno, por y para siempre con vida. A veces me gustaría ser tu hija, otras, una amiga confidente, incluso la vecina del segundo derecha, para rozar tu brazo, por descuido, en la escalera. Ser. Añoro ser contigo y para ti. Si no llegas me queda la espera. Saber que no llegarás me nubla el alma y el mismo día se viste de nube y llueve. Tras el cristal, al otro lado, mi corazón de niña palpita ya adolescente. ¿Quién eres?. Sobran las preguntas. ¡Qué más da, si naciste!; si por alguna razón, no me eres desconocido, si no reencontrado. Igual es verdad y toda la espera es poca porque somos infinitos y no tiene sentido la palabra "demora". Igual ya estás aquí, no hace falta que vengas. Viniste antes de que te esperara, y si no te veo es por culpa de estos ojos humanos, de los que no me he liberado más que por momentos, para aspirar tu aroma. Habítame, que mi figura sea el frasco de cristal donde reposas. Tus gotas, la saliva enamorada que recorre mi espalda, baño de salitre que acaricia mi nuca, mis manos, besa mi cuello y deja tu recuerdo grabado en los sentidos de mi memoria. Y cuando quieras irte, cada poro de mi piel será una red. De tu rostro invisible, seré la novia."
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Entonces, viene alguien y me invita a un café. He quedado para comer?. Tengo todo escrito en mi dietario. Ahora salgo, ahora entro, tecleo una oferta al ordenador, le explico a un cliente, en su despacho, las ventajas de contratar nuestra empresa... Con un pincho de tortilla engaño al estómago. Las horas siguen su trajín. Las siete, está atardeciendo. Al salir de la ciudad, entra en el coche el ambiente de pueblo, el bosque de pinos, la sal, las algas..., próxima a llegar a casa veo la playa, las olas rompiendo en las rocas, parece que hay marejada. Huele a vacaciones, a fin de semana. Yo creo que salí a mis ancestros. La familia de mi madre vivía de la pesca, dependía de la marisma. Los de mi padre, vinateros y poetas de Castilla. Soy aroma de mar, fundido, por las torvas, con el ozono, que desprende, al mojarse, la tierra seca. -¡ Mamá!,¡ mamá!..., ¡ ha llegado mamá! Se oye por toda la casa..., parece una fiesta. Besos de colores con olores de fresa. Niños, perros y gatos me dan la bienvenida. -¡ Hola cariño!, ¿ qué tal pasaste el día? "Ser feliz no es un derecho, es una obligación para con la vida". Dejo de ser ejecutiva y me vuelvo ama de casa, recojo la ropa seca, baño a los niños, escucho sus historias, siempre importantes, poniendo interés en que mi amor traspase las barreras. Ya en la cocina, se monta un jaleo!, porque Hannah no deja hablar a David, ni David a Pepelu. Roque se acerca ladrando y Denisse maúlla y ronronea... Cuando atropelladamente cada cuál ha contado el día a su manera, salgo al jardín a cortar un ramo de rosas frescas. Va cayendo la noche, los aromas se endulzan y me vuelvo poeta. Las nueve y media. El ático, donde escribo, me espera. Fragancias de madera de roble, de flores secas colgadas de las viguetas, van inspirando mis contradicciones; huele a paz interior, a sentimientos del alma, a belleza. Los amigos del desván irán apareciendo con sus cartas de lágrimas o sonrisas, transformadas a letras.
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"Aromas, esencias, que ponen punto y seguido a mis días, como punto y seguido, a la noche, las estrellas". Ana Blanco
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