Magisterio de la Iglesia
Mit brennender sorge
40. La verdadera libertad y heroísmo genuino Nadie piensa en poner ante la juventud alemana tropiezos en el camino que debe conducir a una verdadera unidad nacional y fomentar un noble amor por la libertad y una indisoluble consagración a la patria. A lo que Nos oponemos y debemos oponernos es al conflicto querido y sistemáticamente exacerbado, con la separación de estas finalidades educativas de las religiosas. Por eso decimos a esos jóvenes: cantad vuestros himnos de libertad, pero no os olvidéis que la verdadera libertad es la libertad de los hijos de Dios. No permitáis que la nobleza de esta libertad insubstituíble se pierda en los lazos serviles del pecado y de la concupiscencia. No es lícito al que canta el himno de fidelidad a la patria terrena convertirse en tránsfuga y traidor con la infidelidad a su Dios, a su Iglesia y a su patria eterna. Os hablan demasiado de grandeza heroica contraponiéndola intencionada y falsamente a la humildad y a la paciencia evangélicas, pero ¿por qué os ocultan que también se da un heroísmo en la lucha moral y que la conservación de la pureza bautismal representa una acción heroica que debiera premiarse en el campo tanto religioso como natural? Os hablan de fragilidades humanas en la historia de la Iglesia, ,y ¿porqué os esconden las grandes proezas que, en el correr de los siglos, consumaron los santos que ella produjo y los beneficios que obtuvo la cultura occidental por la unión vital entre la misma Iglesia y vuestro pueblo? 41. Robustecimiento corporal y santificación del domingo Mucho os hablan de gimnasia y de deporte, que usados en su justa medida dan gallardía física, lo cual no deja de ser un beneficio para la juventud, pero se asigna hoy con frecuencia a los ejercicios físicos tanta importancia que no se tiene cuenta ni de la formación integral y armónica del cuerpo y del espíritu, ni del conveniente cuidado de la vida de familia, ni del mandamiento de santificar el día del Señor. Con indiferencia que raya en desprecio, se despoja al día del Señor del carácter de sagrado recogimiento cual corresponde a la mejor tradición alemana. Confiamos que los jóvenes católicos alemanes, en el difícil ambiente de las organizaciones obligatorias del Estado, sabrán reivindicar categóricamente su derecho a santificar cristianamente el día del Señor. Que el cuidado de robustecer el cuerpo no les haga echar en olvido su alma inmortal, que no se dejen dominar por el mal, sino que venzan el mal con el bien (Rom. XII, 21), y que por último se propongan cual nobilísima meta la de conquistar la corona de la victoria en el estadio de ]a vida eterna (I Cor IX, 24 y sig.). A LOS SACERDOTES Y RELIGIOSOS 42. Santidad y disciplina, amor, generosidad y espíritu de sacrificio Una palabra de especial reconocimiento, de aliento, de exhortación dirigimos a los sacerdotes de Alemania, a los cuales, bajo la obediencia de sus Obispos, incumbe el deber, en tiempos difíciles y en circunstancias duras, de mostrar a la grey de Cristo la senda recta con la palabra y el ejemplo y con dedicación cotidiana y apostólica paciencia. No os canséis, hijos queridos y partícipes de los divinos misterios, de seguir al eterno sumo sacerdote Jesucristo en su amor y en su oficio de buen samaritano. Caminad siempre en presencia del Señor con inmaculada conducta, con continuada disciplina y perfeccionamiento, con amor pleno de misericordia hacia todos los que os fueron confiados, en particular hacia los que peligran, los débiles, y los que vacilan. Sed guía de los fieles, sostén de los que vacilan, consuelo de los afligidos, socorro desinteresado y consejeros de todos. Las pruebas y los sufrimientos, por los que ha pasado vuestro pueblo después de la guerra, no pasaron sin dejar huellas en su alma. Os han dejado tiranteces y amarguras que solamente muy despacio podrán cicatrizarse y superarse con un espíritu de amor desinteresado y activo. Este amor, que es la armadura indispensable del apóstol, particularmente en estos tiempos de agitaciones y revueltas. Nos lo deseamos y lo imploramos de Dios abundantemente. El amor apostólico, si bien no os hará olvidar, por lo menos os hará perdonar muchas amarguras inmerecidas, que en el camino de sacerdotes y de pastores de almas son más numerosas hoy que en cualquier otro tiempo. 43. Comprensión y amor a los que yerran Este amor inteligente y misericordioso hacia los que yerran y hacia los mismos que os ultrajan, no significa, por otra parte, ni puede en algún modo significar una renuncia a proclamar, a hacer valer y a defender valerosamente la verdad y a aplicarla libremente a la realidad que os rodea. El primer don, el más obvio que el sacerdote puede ofrecer al mundo, es el de servir a la verdad, a la verdad entera, y desenmascarar el error y refutarlo cualquiera sea la forma o la máscara con que se presente. Renunciar a esto sería no sólo una traición a Dios y a vuestra santa vocación, sino también un delito relativamente al verdadero bienestar de vuestro pueblo y de vuestra patria. A todos los que han mantenido la fidelidad prometida al obispo en su ordenación, a los que en el cumplimiento de su oficio pastoral debieron y deben soportar dolores y persecuciones -y algunos hasta ser encarcelados y enviados a los campos de concentración- llegue la gratitud y el encomio del Padre de la cristiandad. 44. Celo redoblado y oración asidua Y Nuestro agradecimiento paterno extiéndese igualmente a los religiosos de uno y otro sexo: un agradecimiento unido a una participación íntima en sus amarguras, puesto que, como consecuencia de medidas tomadas contra las Ordenes y las Congregaciones religiosas, muchos han sido arrancados del campo de una actividad bendita y tan querida para ellos. Si algunos han faltado y se han mostrado indignos de su vocación, sus faltas condenadas también por la Iglesia, no disminuyen los méritos de la enorme mayoría de ellos que con desinterés y pobreza voluntaria se han esforzado en servir con plena dedicación a su Dios y a su pueblo. El celo, la fidelidad, el esfuerzo de perfeccionarse, la activa caridad hacia el prójimo y la prontitud en socorrer de los religiosos, cuya actividad se desenvuelve en el ministerio pastoral, en los hospitales y en la escuela, son y permanecen como una gloriosa contribución al bienestar privado y público, a la cual en un futuro más tranquilo se hará mayor justicia que en el turbulento presente. Esperamos que los superiores de las Comunidades religiosas aprovecharán las dificultades y pruebas presentes para implorar al Todopoderoso un reflorecimiento y una nueva fertilidad en su duro e ingrato campo de trabajo, por medio de un celo redoblado, de una vida espiritual más honda, de una santa gravedad conforme con su vocación y con una genuina disciplina regular. A LOS FIELES LAICOS 45. Los cristianos, fieles a su fe, especilamente los de las asociaciones eclesiásticas Delante de Nuestros ojos vemos la inmensa muchedumbre de Nuestros dilectos hijos e hijas, a los cuales los sufrimientos de la Iglesia en Alemania y los propios no han entibiado en nada su dedicación a la causa de Dios, su tierno afecto hacia el Padre de la cristiandad, su obediencia hacia obispos y sacerdotes, su alegre prontitud en permanecer aun en el futuro, suceda lo que sucediere, fieles a aquello en que creyeron y que recibieron como preciosa herencia de sus antepasados. Con el alma conmovida enviámosles Nuestro paternal saludo. Y en primer lugar a los miembros de las asociaciones católicas que denodadamente y a precio de sacrificios a menudo dolorosos se mantuvieron fieles a Cristo, y jamás se inclinaron a ceder sus derechos que una solemne Convención había auténticamente garantido a la Iglesia y a ellos. 46. Los deberes de los padres cristianos Dirigimos también un saludo particularmente cordial a los padres católicos. Sus derechos y sus deberes en la educación de los hijos que Dios les dio son actualmente combatidos en una lucha tan feroz, como es difícil imaginar otra más grave. La Iglesia de Cristo no debe comenzar a gemir y a deplorar solamente cuando los altares son despojados y manos sacrílegas prenden fuego a los santuarios. Cuando con una educación anticristiana se busca la profanación del tabernáculo del alma del niño, santificada por el bautismo, cuando se arranca de este templo vivo de Dios la llama de la fe y en su lugar se enciende la falsa luz de un substituto de la fe que nada tiene de común con la fe de la Cruz, la profanación espiritual del templo está cercana y es un deber de todo creyente deslindar claramente su responsabilidad de la de la parte contraria y mantener su conciencia incontaminada de cualquier pecaminosa colaboración en tan nefasta obra destructora. Y cuanto más los enemigos se esfuerzan en negar o en cubrir sus negros designios tanto más necesarias son una viva desconfianza y una vigilancia estimulada por una amarga experiencia. 47. La escuela y la enseñanza religiosa La conservación formalista de una instrucción religiosa inspeccionada además y obstaculizada por personas incompetentes, en el ambiente de una escuela que en otros ramos de la instrucción trabaja sistemáticamente y con toda astucia contra la misma religión, nunca podrá presentar al fiel cristiano títulos y justificativos para que libremente se conforme con esa clase de escuela deletérea para la religión. Sabemos, queridos padres católicos, que no es el caso de hablar en cuanto a vosotros toca de semejante consentimiento y sabemos que una libre votación secreta entre vosotros resultaría un aplastante plebiscito en favor de la escuela confesional. Por eso no Nos cansaremos, aun en el futuro, de echar francamante en cara a las autoridades responsables la ilegalidad de las violentas medidas tomadas hasta ahora y el deber de permitir la libre manifestación de vuestra voluntad. Entretanto no os olvidéis que ninguna potestad terrena puede disolver el vínculo de responsabilidad, establecido por Dios, que os une con vuestros hijos. Ninguno de los que hoy oprimen vuestro derecho a la educación y pretenden substituiros en vuestros deberes de educadores, podrá responder por vosotros al Juez eterno cuando os pregunte ¿dónde están aquellos que os di? Que cada uno de vosotros pueda responder: no he perdido ninguno de aquellos que me has dado. (Joh. XVIII, 9). CONCLUSIÓN 48. Llamado a los hijos fieles y a los que titubean Venerables Hermanos, estamos seguros que las palabras que os dirigimos a Vosotros y por vuestro medio a los católicos del Reich alemán, en esta hora decisiva, tendrán un vivo eco proporcionado a la amorosa solicitud del Padre común, en el corazón y en la acción de Nuestros fieles hijos. Si algo hay que imploramos del Señor con especial fervor, es que nuestras palabras lleguen también a los oídos y al corazón de los que han comenzado ya a dejarse arrastrar por los halagos y las amenazas de los enemigos de Cristo y de su Santo Evangelio, consiguiendo hacerles reflexionar. 49. Sentido de responsabilidad y prudencia pastoral y amorosa guiaron la pluma del Papa Hemos pesado cada palabra de esta Encíclica en la balanza de la verdad y del amor. No queríamos con un culpable silencio dejar sin esclarecer la situación, ni con excesivo rigor endurecer el corazón de los que estando sometidos a nuestra responsabilidad pastoral, aunque ahora caminan por los senderos del error y se van alejando de la Iglesia, no dejan por eso de ser objeto de Nuestro amor. Aunque muchos de los que se han plegado a las costumbres del nuevo medio no tienen sino palabras de infidelidad, de ingratitud y hasta de injuria para la casa paterna abandonada y para el mismo padre y aunque se olviden de cuán precioso es lo que han arrojado, día vendrá en que el horror que sentirán por el abandono de Dios y por su indigencia espiritual, pesará sobre estos hijos hoy perdidos y en que una dolorosa nostalgia los reconducirá a Dios, al Dios que alegró su juventud, y a la Iglesia cuya mano maternal les indicó el camino que va al Padre Celestial. Apresurar esta hora es el objeto de Nuestras incesantes plegarias. 50. Esperanza de la Resurrección y de mejores tiempos, de la victoria de la Iglesia y del retorno a la fe Como otros épocas de la Iglesia, también ésta será precursora de nuevos progresos y de purificación interior cuando la fortaleza de la profesión de la fe y de la prontitud en afrontar los peligros por parte de los fieles de Cristo serán suficientemente grandes para contraponer a la fortaleza material de los opresores de la Iglesia la adhesión incondicionada a la fe, la firme esperanza, anclada en lo eterno y la fuerza avasalladora del amor activo. El sagrado tiempo de la Cuaresma y de la Pascua que predica el recogimiento y la penitencia, y fuerza más que nunca a volver la mirada del cristiano hacia la cruz y, a su vez, a los esplendores del Resucitado, sea para todos y para cada uno de vosotros una ocasión que saludéis con alegría y aprovechéis con ardor para llenar vuestra alma del espíritu heroico, paciente y virtuoso que irradia desde la cruz de Cristo. Entonces los enemigos de Cristo -seguros estamos de esto- que vanamente se glorían de la desaparición de la Iglesia, reconocerán que se alegraron demasiado pronto y demasiado pronto han querido sepultarla. Entonces vendrá el día en el cual, en lugar de los prematuros himnos de triunfo de los enemigos de Cristo, se elevará al cielo desde los corazones y labios de los fieles, el Te Deum de la libertad, un Te Deum de acción de gracias al Altísimo, un Te Deum de júbilo, porque el pueblo alemán, aun en sus miembros extraviados, habrá encontrado de nuevo el camino de retorno a la religión, con una fe purificada por el dolor, doblará de nuevo la rodilla ante Jesucristo, el Rey del tiempo y de la eternidad, y se ceñirá para la lucha contra los renegados y los destructores del occidente cristiano, en unión con todos los hombres honestos de las demás naciones, cumpliendo así la misión que le ha sido señalada en los planes del Eterno. 51. Dispuestos para la lucha y plegaria por todos Aquél que escudriña los corazones y las entrañas (Ps. VII, 10) Nos es testigo de que Nos no tenemos aspiración más íntima que la del restablecimiento de una paz verdadera entre la Iglesia y el Estado en Alemania. Pero si, sin culpa de parte Nuestra, la paz no llega, la Iglesia de Dios defenderá sus derechos y sus libertades, en nombre del Omnipotente cuyo brazo todavía hoy no se ha abreviado. Llenos de confianza en Él no cesamos de rogar y de invocar (Col. I, 9) por vosotros, hijos de la Iglesia, a fin de que los días de la tribulación sean acortados y permanezcáis fieles hasta el día de la prueba, y también a los perseguidores y opresores conceda el Padre de todas las luces y de toda misericordia la hora del arrepentimiento propio y de todos los que con ellos erraron y yerran. 52. Bendición Apostólica Con esta plegaria en el corazón y sobre los labios, Nos impartimos, como prenda de divina ayuda, como apoyo en vuestras decisiones difíciles y llenas de responsabilidades, como sostenimiento en la lucha, como consuelo en el dolor, a Vosotros, obispos, pastores de vuestro pueblo fiel, a los sacerdotes, a los religiosos, a los apóstoles laicos de la Acción Católica y a todos vuestros diocesanos y no en último lugar a los enfermos y a los presos, con amor paternal, la Bendición Apostólica. Dado en el Vaticano en el Domingo de Pasión, el 14 de marzo de 1937. Pius pp. XI |