Magisterio de la Iglesia

Orientales Omnes Ecclesias (4)
Encíclica

26. Las nuevas persecuciones en tiempos recientes

   En las circunstancias presentes, notamos con profunda angustia de Nuestro ánimo paterno que una nueva y furiosa tormenta amenaza a esta Iglesia. Noticias que nos han llegado, pocas, en verdad, bastan, sin embargo, para llenar Nuestro ánimo de preocupación y de ansia. Celébrase ahora el aniversario de cuando hace 350 años esta antiquísima comunidad cristiana se unía con alegres auspicios a su Supremo Pastor y sucesor de SAN PEDRO; pero este mismo día se nos ha cambiado en día de tribulación y de angustia, día de calamidad y de miseria, día de tinieblas y de oscuridad, día de nubes y tormenta(16).

   Con gran dolor hemos escuchado que en aquellas regiones recientemente sometidas a la jurisdicción rusa, los hermanos e hijos carísimos que pertenecen a la nación rutena sufren graves tribulaciones por su fidelidad a la Sede Apostólica; y que no faltan quienes con toda clase de medios se dan a la tarea de apartarlos del gremio de la Iglesia Madre, y obligarles contra su voluntad y contra la conciencia de un santísimo deber a entrar en la comunidad de disidentes. Por eso el clero de rito ruteno, según se dice, en una carta enviada a los jefes de la República, se ha lamentado de que la misma Iglesia d la Ucrania occidental, como hoy se le ha llamado, ha sido puesta en una situación dificilísima, porque todos los obispos y muchos de sus sacerdotes han sido encarcelados con prohibición al mismo tiempo de que ninguno ose tomar a su cargo la dirección de la Iglesia rutena.

27. El pretexto político

   Sabemos, Venerables Hermanos, que tales ásperos rigores son aparentemente cohonestados con pretextos políticos. Semejante modo de obrar no es nuevo ni usado hoy por vez primera: muchas veces en el curso de los siglos los enemigos de la Iglesia, para no confesar abiertamente que odiaban a la Iglesia católica y la perseguían manifiestamente, culparon arteramente y con especiosas razones a los católicos, de conjurar contra el Estado; del mismo modo que una vez los judíos acusaron a mismo Divino Redentor ante el Presidente romano, diciendo: Hemos encontrado a éste seduciendo a nuestra nación y prohibiéndole pagar tributo al César(17). Pero los mismos hechos y sucesos prueban y colocan en su verdadera luz cuáles fueron y son los motivos de semejantes persecuciones ¿Quién ignora que ALEXIS, elegido recientemente Patriarca de los obispos disidentes de Rusia, en su carta a la Iglesia rutena -que no poco ha con tribu ido a comenzar tal persecución- ha exaltado y predicado abiertamente la deserción de la Iglesia católica?

Las seguridades de paz y libertad dadas por las potencias no son respetadas

   Ahora bien, tales vejaciones Nos afectan tanto más acerbamente, Venerables Hermanos, cuanto que habiéndose reunido casi todas las naciones de la tierra por medio de sus representantes, mientras todavía estábamos en la terrible guerra, habían declarado oficialmente, entre otras cosas, que en el porvenir no habría persecución de ninguna clase contra la religión.

   Esto había hecho que concibiéramos la esperanza de que también a la Iglesia católica le habría llegado en todas partes la paz y la libertad debidas, tanto más cuanto que la Iglesia siempre enseñó y enseña que la autoridad civil legítimamente constituida debe ser obedecida siempre por deber de conciencia, con tal que mande dentro de la esfera y los límites de su jurisdicción.

   Ahora bien, los hechos a los que hemos hecho alusión han afectado pro fundamente y casi destruido Nuestra confiada esperanza en el porvenir de la nación rutena.

28. Llamado a la oración

   Por eso, ya que en semejantes gravísimas calamidades los medios humanos parecen revelarse impotentes, no Nos queda, Venerables Hermanos, sino rogar instantemente al Dios misericordiosísimo que hará justicia a los necesitados y vindicará a [os pobres(18), para que quiera benignamente apaciguar esta terrible tempestad y ponerle término. Os exhortamos también a vosotros y a la grey a vosotros confiada, para que unidos a Nos por medio de las oraciones y piadosas prácticas de penitencia, os esforcéis por obtener de aquel que ilustra con su celeste luz las mentes de los hombres y pliega su voluntad a su supremo querer, que tenga piedad de su pueblo y no exponga su heredad al ludibrio(19); y para que cuanto antes la Iglesia de los rutenos sea libertada de este peligroso momento crítico.

29. Exhortación final a los obispos a perseverar en la fe

   Pero de modo particular en estas circunstancias tristes y críticas, Nuestro ánimo se dirige a aquellos que tan duramente se ven oprimidos por ellas. A vosotros antes que nada, Venerables Hermanos, obispos de la nación rutena, que, aunque oprimidos por grandes tribulaciones, todavía estáis más preocupados de la salvación de vuestra grey que de las ofensas y violencias inferidas, según aquel dicho: el buen pastor da la vida por sus ovejas(20). Aunque el presente sea oscuro y el futuro lleno de ansias e incertidumbre, no perdáis el ánimo, sino hechos espectáculo al mundo y a los ángeles y a los hombres(21) esforzaos para que todos los fieles se miren en el ejemplo de vuestra paciencia y de vuestra virtud. Soportando con fortaleza y constancia esta persecución, inflamados de divina caridad hacia la Iglesia, os habéis hecho buen olor de Cristo... para Dios en aquellos que se salvan y en aquellos que perecen(22). Porque si encontrándoos en la cárcel y separados de vuestros hijos, no os es dada la posibilidad de enseñarles los preceptos de la Santa Religión, todavía vuestras mismas cadenas anuncian y predican a Cristo de modo más pleno y más noble.

30. A los sacerdotes

   Nos dirigimos además a vosotros, amados hijos, que ornados con el sacerdocio de Cristo, que padeció por nosotros(23) debéis seguir más de cerca sus huellas, y por lo mis mo soportar el peso de la lucha más que los otros. Mientras por una parte vuestras tribulaciones Nos duelen pro fundamente, por la otra Nos alegramos, porque haciendo Nuestras las palabras del Divino Redentor, Nos es permitido decir con la mayor parte de vosotros: Conozco tus obras, tu cari dad, tu fe, tu ministerio, tu paciencia y tus obras últimas, mayores que las primeras(24).

   Os exhortamos a seguir adelante en estos tiempos luctuosos y a perseverar en vuestra fe con firmeza y constancia; continuad sosteniendo a los débiles y animando a los vacilantes. Advertid si es necesario a los fieles confiados a vosotros que nunca es lícito, ni siquiera aparentemente y con manifestaciones verbales, negar o desertar de Cristo y de su Iglesia; desenmascarad los astutos procedimientos de aquellos que prometen a os hombres ventajas terrenas y una mayor felicidad en esta vida, para después perder sus almas. Mostraos vosotros mismos, como ministros de Dios, con mucha paciencia en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias... con la castidad, con la ciencia, con la mansedumbre, con el Espíritu Santo, con la caridad sincera, con la palabra de verdad, con la virtud de Dios, con las armas de la justicia, a diestra y siniestra(25).

31. A los laicos.

   En fin. Nos dirigimos a todos vosotros, católicos de la Iglesia rutena, en cuyos dolores y tribulaciones participamos con ánimo paterno. no ignoramos que a vuestra fe se tienden insidias gravísimas. Parece que se ha de temer que en el próximo porvenir recrudecerá la persecución contra aquellos que no se plieguen a traicionar el sacrosanto deber de la religión. Por eso una vez más, hijos amadísimos, os exhortamos insistentemente a que, superando las amenazas y daños de todo género, hasta el destierro y el peligro mismo de la vida, no traicionéis jamás vuestra fidelidad hacia la Madre Iglesia. Porque, como bien sabéis, se trata del tesoro escondido en un campo; tesoro que habiéndolo encontrado un hombre lo esconde y todo alegre va, vende cuanto tiene y compra aquel campo(26). Y recordad aquello que el mismo Redentor dijo en el Evangelio: El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; y quien ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí. Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de Mí. El que quiere guardar su vida, la perderá, y el que haya perdido la vida por amor mío, la encontrará(27). A la cual divina sentencia Nos place añadir aquel dicho del Apóstol de las gentes: Palabra fiel: si juntos morimos, juntos viviremos; si toleramos, reinaremos juntos; si le renegamos, Él renegará de nosotros; si no creemos, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo(28).

EPÍLOGO

32. Exhortación a la fidelidad

   Creemos no poder confirmar y terminar mejor esta Nuestra paternal exhortación, amados hijos, que con esta advertencia del mismo Apóstol de las gentes: Vigilad, sed constantes en la fe, trabajad virilmente y fortificaos(29). Sed obedientes a vuestros superiores(30), obispos y sacerdotes cuanto os manden para vuestra salvación y según los preceptos de la Iglesia; a todos aquellos que de cualquier modo tiendan insidias a vuestra fe, resistidles, solícitos por conservar la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo espíritu, del mismo modo que habéis sido llamados a una sola esperanza en vuestra vocación(31)

   En medio de los dolores y angustias de toda suerte, recordad que los sufrimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la futura gloria(32). Fiel es Dios, que os confortará y os defenderá del maligno(33).

33. Plegaria y Bendición Apostólica.

   Confiados en que a esta Nuestra exhortación responderéis con la inspiración y ayuda de la gracia divina, con fortaleza y firme voluntad, os auguramos e impetramos suplicantes al Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo(34) tiempos mejores y más tranquilos para vosotros.

   Prenda de las celestiales gracias y testimonio de Nuestra benevolencia, os impartimos de todo corazón, Venerables hermanos, y a vuestra grey, y de modo particular a los obispos de la Iglesia rutena, a los sacerdotes y a todos los fieles, la Bendición apostólica.

   Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 23 de diciembre de 1945, séptimo de Nuestro Pontificado.

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