Magisterio de la Iglesia

  • (*)  A. A. S. 44 (1952) 505-551. La versión es de Mater Ecclesia (UM del CL) Año XIII, Índice" de AAS figura esta Carta Apostólica con las palabras iniciales del saludo: Carissimis Russiae Populis.
       Algunas palabras sirvan de introducción al fondo doctrinario e histórico de esta Carta Apostólica.  El 10 de diciembre de 1925 apareció Nuestra Señora de Fátima con el Niño Jesús a Lucía, la vidente entonces aún viva de Fátima, y pidió la celebración de los primeros sábados en reparación de la ingratitud y los agravios con que los hombres la ofendían y en 1929, en una nueva aparición, pidió que el Padre Santo, en unión con los obispos del mundo, consagraran a Rusia al Inmaculado Corazón de María.
       La devoción al Corazón de María no data de esa fecha sino que tiene, naturalmente un origen más antiguo, si no queremos considerar el mismo Evangelio y la doctrina y las loas de los santos Padres como fuente de ella. Entre los grandes místicos y teólogos de la Edad Media y siglos posteriores no faltaban devotos tanto del Sagrado Corazón de Jesús como del Corazón de María. El culto litúrgico del Corazón de María, empero, comenzó con San Juan Eudes (1601-1680) a quien debemos "considerar como Padre... Maestro... y Apóstol de esta amable devoción", según las palabras de San Pío X en el decreto de beatificación de este siervo de Dios, Juan Eudes (11-IV-1909). Este santo celebró con sus religiosos ya en 1643 o sea, 20 años antes de la primera celebración oficial de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la fiesta del Corazón de María, y en 1648 se introdujo esa fiesta oficialmente en la Liturgia. Muchos Obispos, posteriormente permitieron el culto al Corazón de María en sus diócesis y los Sumos Pontífices autorizaron a muchas asociaciones pías llevar ese titulo. Pío VII anunció en 1805 que los Institutos y diócesis que desearan celebrar esta fiesta podrían solicitarlo; y mientras la Sagrada Congregación de Ritos en el año 1729 había desechado la solicitud del P. J. de Gallifet S. J. de introducir esa fiesta en toda la Iglesia, Pío IX aprobó el 21-VII-1855 Misa y Oficio propios (en "pro aliquibus locis" del Misal) para toda la Iglesia. En el siglo 18 veinte Institutos religiosos llevaron el nombre del Corazón de María; en el primer cuarto del siglo XX ya eran 31. La idea que ya el P. Gallifet había acentuado, el de la reparación, se destacaba siempre más, para convertirse en un elemento esencial de la devoción al Corazón de María (paralelamente al movimiento que se observó en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús).
       Alfredo Dechamps S. J. inició, con la aprobación del Arzobispo de Toulouse, en el año de la consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús (1900) el movimiento de la Consagración del mundo al Corazón de María, presentando en Roma una solicitud con un millón de firmas; otras solicitudes  fueron presentadas en 1906, 1908 y 1920. Con motivo del 25º Congreso Eucarístico Internacional Lourdes (22-26 de Agosto de 1914) pidió Lourdes, en solicitud a Pío X, se dignara, consagrar el mundo al Corazón de María por su Legado, presente en el Congreso. Casi todos los Congresos Marianos fomentaban ese movimiento y el de Lourdes del año 1930 aclamó la "moción" de la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María". Las apariciones en Fátima y su progresivo conocimiento precipitaron los acontecimientos. Por la amenaza de una cada día más intensa propaganda comunista, los Obispos de Portugal consagraron sus diócesis, y el 13 de Mayo de 1931 todo su país al Inmaculado Corazón de María, consagración que se renovó en forma solemnísima en Fátima en 1937. En este mismo año elevaron una solicitud a Pío XI pidiendo "se dignara consagrar a todo el mundo al purísimo Corazón de María a fin de que los pueblos se vieran libres de los peligros que los amenazaban por doquiera y se consolidara, por la intercesión de la Madre de Dios, la "paz de Cristo en el reino de Cristo". En el 25º aniversario de la última da las apariciones de Fátima (13-X-1912) lo volvieron a solicitar a S. S. Pío XII.
       El 31 de octubre de 1942, consagró, efectivamente, Pío XII la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María. En su respectivo Radiomensaje dijo el Sumo Pontífice dirigiéndose al clero y pueblo fiel de Portugal que varias veces en este año de gracia habían llevado a cabo peregrinaciones a Fátima para agradecer sus beneficios a la santísima Virgen e implorar su amparo y protección para Portugal mismo, sus colonias y el mundo entero; habló luego 1º sobre la gratitud que debían sentir por haberse librado, "la Terra de Santa María", miles de veces en sus horas trágicas y oscuras de grandes calamidades y por la relativa paz y bienestar que ahora gozaba; 2º sobre la confianza de que la Madre de Dios los preservará de todo mal, y para que esa confianza no fuera temeraria debían cumplir con la promesa de la juventud católica en Fátima y "vivir como católicos sinceros, convencidos y al cien por ciento su religión", rezar el Rosario y hacer penitencia; y 3º sobre la plegaria que todos debían elevar a María para que "la Reina del Rosario, el auxilio de los cristianos, el refugio del género humano y la vencedora en todos los combates de Dios" les alcanzara la paz en esta tremenda tragedia de la segunda guerra mundial. Por eso dijo al fin el Papa, "Nos dirigimos en esta hora trágica de la historia humana a Ti, a tu Inmaculado Corazón; a Ti, a tu Inmaculado Corazón nos entregamos y a él consagramos no sólo a la Iglesia, el Cuerpo Místico de Tu Jesús quien en tantos miembros sufre y sangra y es tantas veces martirizado, sino también el mundo entero el cual en salvaje discordia se dilacera, arde en llamas de odio y se ha convertido en víctima de su propia iniquidad".
       La festividad del Inmaculado Corazón de María se celebra todos los años como fiesta doble de segunda clase, con Misa y Oficio propios el 22 de agosto.
       En 1952, como se ve por la fecha de la presente Constitución Apostólica, las insistentes súplicas movieron a Pío XII a consagrar también al pueblo Ruso, en especial, al Inmaculado Corazón de María. No es pues, un hecho teológico aislado pero especialmente significativo.
       El 12 de octubre de 1954 también España se consagró al Inmaculado Corazón de María. Pío XII, dirigió en ese día una alocución al pueblo español que clausuraba su Congreso Nacional Mariano. (A.A.S. 46 [1954] 680-683). El texto en este Sitio en: Radiomensaje en ocasión de la AL CONGRESO NACIONAL MARIANO CELEBRADO EN ZARAGOZA.

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