Magisterio de la Iglesia
Carta al Arzobispo de Bogotá
PÍO
IX
"Venerable Hermano, salud y bendición apostólica" "En medio de nuestras angustias a causa del largo y tristísimo estado de esa Iglesia Neo-Granadina, ha sido para Nos, no pequeño consuelo, ver al cabo removido los obstáculos que mantenían a los sagrados Pastores separados de los rebaños a ellos encomendados. Y así, al mismo tiempo que hacemos votos en favor de los Venerables Hermanos Obispos de Maximópolis y de Dibona, que por aquel motivo van a separarse de Nos, nos aprovechamos de la ocasión que se nos ofrece para testificarte ante todo, venerable Hermano, la decidida predilección que te profesamos, y los votos que hacemos a Dios a fin de que te colme de sus celestes gracias, y te dé valor para seguir manteniéndote firme en medio de las tribulaciones de esa Iglesia por tanto tiempo combatida, y hacer rostro a otras dificultades que acaso se presenten por la calamidad de los tiempos. Después, como en gran manera interese a los fieles unirse a sus Obispos, y como respecto de los males morales que por doquiera cunden, los remedios que hayan de aplicárseles en tanto son mejores y más eficaces, en cuanto con más uniformidad y energía de común acuerdo se administran; no dudamos que sería muy oportuno el que todos los Obispos de esa República, antes de restituirse a sus respectivas Sedes, vayan a reunirse contigo para conferir sobre los medios más adecuados en orden a curar las heridas que esa Iglesia ha recibido, a neutralizar las consecuencias de la inmoralidad extendida y alentar los espíritus quebrantados que han combatido por la justicia. Y como todo esto puede justa y confiadamente esperarse de un Concilio Provincial, te excitamos encarecidamente a convocarlo, y para su aprovechamiento entregamos a los referidos venerables Hermanos, en su partida de aquí, puestas por escrito, algunas de aquellas cosas, que a consentirlo las circunstancias, ya hubiéramos decretado para bien de esa Iglesia. Mas si las ocurrencias no permitieren que se reúna un Sínodo Provincial, deseamos que a lo menos lo que en aquel hubiera de hacerse se provea por medio de conferencias privadas. Realizado este pensamiento, nos sería muy grato que anotases todo lo que estimen conveniente, sea respecto a la ejecución de nuestra idea, sea sobre algún otro camino que pareciere más expedito conforme a los tiempos y situaciones, y en fin sobre todo aquello que demande la utilidad de la Iglesia, la salud de las almas y en particular la conveniente reforma del clero. Estamos seguros de que Dios os asistirá, congregándoos en su nombre, y favorecerá vuestra solicitud y prudencia a fin de que lo que tuviereis a bien decretar por la gloria de su nombre y por la causa de la justicia, redunde en bien de la Iglesia. Ciertamente estos son nuestros votos, siendo así que nos afectan profundamente los infortunios de esa nación y si en favor de ella, como para el buen éxito de tus deseos, pedimos encarecidamente la protección de Dios; y como un presagio de esta misma protección, y en prenda de nuestra especial benevolencia para contigo y cada uno de nuestros Venerables Hermanos los Venerables Obispos de esa República, lo mismo que para con todo el clero y pueblo de cada uno de ellos, te enviamos desde el fondo de nuestro corazón, con singular amor, la Bendición Apostólica". "Dado en Roma, en San Pedro, a 21 de agosto de 1867, XXII de nuestro Pontificado. Pío Papa IX". |