Magisterio de la Iglesia
Meridionali Americae
Encíclica
PÍO
IX Venerables Hermanos,
salud y bendición apostólica
1.
No sin peculiar gozo de Nuestro ánimo vemos brillar para la América Meridional
oprimida por todas partes con tantas calamidades, una dichosísima esperanza
proveniente de su joven clero nativo, el cual procuramos que sea imbuido con sólida
piedad y sanas doctrinas. A vosotros, ciertamente, no se os oculta con cuánto
esfuerzo hayamos preparado un colegio para recibirlo y educarlo, y cuan solícitamente,
a pesar de la escasez de Nuestros recursos.
hayamos procurado proporcionar los
subsidios necesarios a tan grande empresa. Se trataba de conseguir idóneos
ministros para la Iglesia, de procurar por medio de ellos la salud de las almas
en esas regiones y también de formar por los mismos, una vez vueltos a la
patria, el nuevo clero. Pero como experimentamos la exigüidad de Nuestras
fuerzas enteramente desproporcionadas para sobrellevar la carga y tememos por lo
mismo que una obra estimulada con tanto esfuerzo y hasta ahorra iniciada con tan
faustos auspicios se derrumbe por su propio peso, pensamos que no os sería
desagradable si, para apartar este peligro, lo encomendáramos a los pastorales
cuidados de vuestra caridad. Puesto que, si bien perfectamente entendemos que no
necesita ni excitarse ni estimularse vuestro celo, para una empresa en que se
trata de la cuidadosa formación del clero nativo, o sea de la principal
esperanza y provecho de la grey a vosotros confiada, con todo pensamos que no os
parecería inoportuno el poner esto ante vuestros ojos, ya que vuestra atención,
entretenida con otros cuidados, podría, entre tantas perturbaciones, angustias
y solicitudes, distraerse de este asunto por más que sea tan importante, teniéndolo
a distancia. Nosotros, según Nuestras fuerzas, no dejaremos, ciertamente, de
favorecer a ese seminario que abrazamos con paternal caridad, y así pues,
mientras le auguramos un amplísimo incremento, pedimos también para vosotros,
Venerables Hermanos, constancia, celestial ayuda y gozo, cuyo auspicio y simultáneamente
testimonio de Nuestra particular benevolencia queremos sea la Apostólica
Bendición que os impartimos con amor, así como al clero y pueblo encomendado a
cada uno de vosotros. Dado en
Roma junto a San Pedro, el día 30 de septiembre de 1865, de Nuestro
Pontificado el año vigésimo. PIO PAPA IX.
A los
Venerables Hermanos Arzobispos y Obispos de América Meridional,
con
motivo de la creación de un nuevo Seminario para jóvenes de esas regiones
30
de septiembre de 1865
.