Magisterio de la Iglesia
San Cirilo de Jerusalén
CATEQUESIS XIX
(MISTAGÓGICA* I)
EL SENTIDO DE LOS RITOS BAUTISMALES REALIZADOS (I)
A los recién iluminados. La lectura se toma de la primera epístola de Pedro: «Sed sobrios y velad» (I Re 5,8), etc., hasta el fin de la carta. |
Introducción
1. Ya hace tiempo que deseaba, hermanos e hijos queridísimos de la Iglesia, tratar de estos misterios espirituales y celestiales. Pero, consciente de que la fe es mayor por lo que se ve que por lo que se oye, he esperado a este momento para, encontrándoos más preparados desde lo que ya habéis experimentado, poder conduciros con más facilidad a este prado del paraíso lleno de luz y fragancia. Ya habéis sido hechos capaces de estos misterios divinos una vez que habéis sido considerados dignos del lavatorio divino vivificante. Por tanto, cuando se os ha de servir la mesa en que habéis de recibir dones más perfectos, podéis estar ciertos de que os instruiremos en todo esto con mayor cuidado para que conozcáis la fuerza y la eficacia que se han operado en vosotros en la vigilia del bautismo.
El paso del Mar Rojo como figura de la liberación cristiana
2.En primer lugar, entrasteis en el atrio que está antes del baptisterio y escuchasteis vueltos de pie hacia Occidente. Se os ordenó extender la mano y renunciasteis a Satanás como si estuviese presente. Debéis saber que la figura de este asunto ya está contenida en la historia antigua: cuando Faraón, durísimo y cruel tirano, oprimía al libre y generoso pueblo de los hebreos, Dios delegó en Moisés para que los sacase de la cruel servidumbre de los egipcios. Y se untaban las jambas de la puerta con la sangre del cordero para que el exterminador pasase por alto las casas marcadas por la señal. De modo totalmente milagroso, el pueblo hebreo fue así proclamado libre. Y cuando el enemigo persiguió a los liberados, uniéndose los dos brazos del mar sobre él, según lo que se cuenta en aquel relato asombroso, rápidamente se hundió su poderío en las aguas del Mar Rojo(1).
El diablo ha sido vencido como lo fue el Faraón
3. Pero debo pasar de lo viejo a lo nuevo, de la figura a la verdadera realidad. En aquel entonces Moisés es enviado por Dios a Egipto, mientras que ahora es Cristo enviado al mundo. Aquel, para sacar de Egipto al pueblo oprimido; Cristo, para liberar a los que están oprimidos en el mundo bajo el peso del pecado. Entonces fue la sangre del cordero la que alejó al exterminador, pero ahora lo ha sido la sangre de Jesucristo, el cordero inmaculado. Ha sido esta sangre la que ha expulsado a los demonios. Aquel tirano persiguió a aquel pueblo hasta el mar. También a ti, con la misma audacia, te perseguía sin pudor el príncipe de los demonios hasta las fuentes de la salvación. Aquel quedó sumergido en el mar, y éste desaparece en el agua saludable.
La renuncia a Satanás en el rito bautismal
4. Pero oíste que se te mandaba que extendieses la mano como hacia alguien que estuviese presente y dijeras: Renuncio a ti, Satanás. Y quiero explicar por qué estuvisteis vueltos hacia Occidente, pues es necesario que lo haga. La razón es que el Occidente es el lugar hacia donde se perciben las tinieblas: su poder está en las tinieblas, siendo él mismo la oscuridad. Por eso, para mantener la razón de lo que se dice en el Símbolo, mirando hacia el oeste, renunciáis al príncipe de las tinieblas y de las sombras. ¿Qué es lo que dijo cada uno de vosotros mientras estaba de pie?: «Renuncio a ti, Satanás, a ti que eres tirano maligno y muy cruel. Ya no temo -dijiste- tu fuerza: Cristo la deshace haciéndome partícipe de su sangre y de su carne para, por ellas, destruir la muerte con su muerte para que no esté sometido eternamente a esclavitud»(2). «Renuncio a ti, serpiente astuta y sutilísima. Renuncio a ti que eres el traidor y que, simulando amistad, pergeñaste toda iniquidad proponiendo la caída a nuestros primeros padres. Renuncio a ti, Satanás, autor e instrumento de toda maldad».
Renuncia a las obras de Satanás
5. Después, en la segunda fórmula, se te enseña a proclamar: ...y a todas tus obras. Se refiere a las obras de Satanás, a todo lo que es pecado y a lo que es necesario renunciar del mismo modo que, si alguien escapa del tirano, también rechaza completamente sus armas. Pues toda clase de pecado se cuenta entre las obras del diablo. Debes saber, sin embargo, que lo que dices, especialmente en la hora del temor, está consignado por escrito en los libros de Dios. Y si alguna vez admites alguna cosa contraria a ellos, serás juzgado como quien ha roto la alianza. Renuncias, por tanto, a las obras de Satanás, es decir, a todas las acciones y pensamientos que se apartan de la razón.
Y a todas sus pompas. Especialmente se mencionan los espectáculos
6. Después dices: ...y a toda su pompa. Son pompa del diablo las locuras de los teatros, las carreras de caballos en los hipódromos, la caza en el circo y otras vanidades por el estilo, de las que el santo, pidiendo ser liberado, exclama a Dios: «Aparta mis ojos de mirar vanidades» (Sal,118, 119)(3). Que estas vanidades no te llenen de preocupaciones en tu corazón cuando observes la petulancia de los comediantes, llena de chismorreos e indecencia, o cuando ves bailes llenos del furor y demencia de hombres afeminados, ni tampoco lo que se ve por parte de quienes, en las cacerías circenses, se exponen a las fieras acariciando su desgraciado vientre, pues se convierten ellos mismos en alimento de fieras inmisericordes. Para decirlo más exactamente, por el vientre, al que reconocieron como único Dios (cf. Flp 3, 19), arrojan su vida a un precipicio con tales certámenes fuera de lo común. Apártate también de las carreras de caballos, absolutamente demenciales y que son espectáculo para espíritus indolentes. Todo esto son pompas del diablo.
Lo sacrificado a los ídolos
7. Como pompa del diablo debe contarse también lo que suele utilizarse en las fiestas de los ídolos, las carnes, los panes y otras cosas tales que se han contaminado por la invocación de los demonios impuros. Pues el pan y el vino de la Eucaristía eran simple pan y vino antes de la invocación de la santa y adorable Trinidad, pero, una vez hecha la invocación, se convierten el pan en el cuerpo y el vino en la sangre de Cristo; de igual modo tales alimentos, pertenecientes a la pompa de Satanás, siendo por naturaleza simples y comunes, por la invocación de los demonios quedan profanados y contaminados(4).
No dar culto a Satanás
8. Después dices: ... y a todo tu culto. Culto al diablo son las súplicas en los templos de los ídolos, las cuales se hacen en honor de imágenes inanimadas: encender lámparas y ofrecer perfumes a las fuentes o a los ríos; así como algunos, equivocados por sus sueños o engañados por los demonios, se acercaron hasta aquellas aguas, creyendo que encontrarían medicina para sus enfermedades corporales. Y así otras cosas semejantes. No te mezcles con tales cosas. Los augurios, la adivinación, los presagios, los amuletos, las inscripciones en placas, las artes de la magia y otras parecidas y cualquier cosa semejante a ellas, todo es culto del diablo. Huye, por tanto, de todo ello. Pues si sucumbes a estas cosas tras la renuncia a Satanás y después de haberte agregado a Cristo, experimentarás un tirano más cruel. Este trataba contigo familiarmente en otro tiempo y te reducía a dura esclavitud. Ahora la habrás tú aumentado más y, si quedas privado de Cristo, experimentarás la sujeción de aquél(5). ¿Acaso no has oído lo que nos anuncia la vieja historia de Lot y sus hijas? (Gén. 19, 15 ss). ¿No fue guardado incólume con sus hijas cuando subía al monte mientras su mujer quedó convertida en estatua de sal como monumento perenne que recordase unos afectos torcidos y una conversión tardía? Pon atención a ti mismo y no mires hacia atrás con la mano del arado (cf. Lc 9, 62) y volviéndote al sabor amargo de las cosas de esta vida. Escápate, en cambio, hasta el monte (cf. Gén 19, 17) que es Jesucristo, piedra no tallada con las manos y que llenó el mundo entero (cf. Dan 2, 35-45).
Se ha hecho profesión de fe volviéndose a la región de la luz
9. Así, pues, cuando renuncias a Satanás, anulando completamente cualquier pacto con él y las antiguas alianzas con el infierno, se te abre el paraíso que Dios plantó al Oriente (Gén 2, 8), del que fue expulsado nuestro primer padre al violar el mandato de Dios (Gén 3, 23). Símbolo de esta realidad es cuando te volviste del Occidente al Oriente, que es la región de la luz. Entonces se te mandó que dijeras: «Creo en el Padre, y en el Hijo y en el Espíritu Santo, y en un único bautismo de conversión». De todo lo cual, en cuanto nos lo concedió la gracia de Dios, ya te hemos hablado extensamente.
Memoria de la vestidura blanca
10. Por consiguiente, mantén la vigilancia fortalecido con estas palabras. Como se ha leído, «vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (I Pe 5, 8)(6). En épocas anteriores os podía encerrar la muerte en sus dominios, pero en el santo lavatorio de la regeneración enjugó Dios «las lágrimas de todos los rostros» (Is 25,8). Una vez despojado el hombre viejo, ya no harás más luto, sino que celebrarás la fiesta revestido con la túnica de la salvación de Jesucristo (cf. Rom 13, 14)(7).
11. Y esto es lo que se hizo en el atrio exterior; pero, si Dios quiere, cuando en las siguientes catequesis mistagógicas entremos en el Santo de los santos, conoceremos el significado de lo que allí se hace. A Dios Padre sea la gloria, el poder y el esplendor con el Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
NOTAS
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