Magisterio de la Iglesia
San Basilio el Grande
D) El gobierno y el poder
Es necesario que gobiernen los más dignos, aunque muchas veces la necedad de los hombres procure lo contrario. Deben los jefes sobresalir en toda clase de virtudes, pues como sean ellos, así, por lo general, serán los ciudadanos. Si muchos pintores copian el mismo rostro, todos reproducirán idénticos rasgos. "La verdadera y perfecta obediencia de los súbditos a sus superiores consiste no sólo en evitar el mal que se prohibe, sino en no llevar a cabo ni aun lo que es laudable, fuera de su dirección..." "El príncipe y todo el que gobierna ha de procurar no dejarse ensoberbecer por su cargo, para no perder el premio que merece la humildad. Y el que sirva al rey, tampoco se engría pensando si ocupa tales o cuales puestos... Bástenos la gran dignidad de podernos llamar siervos de tan gran Señor. Del mismo modo que no hemos de tributar culto más que a Dios, tampoco debemos colocar nuestra esperanza sino en el Señor de todas las cosas. El que espera de los hombres o se ufana de cualquier negocio temporal, como el poder, la riqueza o alguna nadería de las que tanto estima el vulgo, ya no puede decir: Yavé, mi Dios, a ti me acojo (Ps. 7,2), pues se nos ha avisado que no coloquemos nuestra esperanza en los príncipes (Ps. 145,3)..." (cf. Hom. 20, Ex ascetico).