En la casa de la provincia de Buenos Aires.

por Dario Bialuski

 

 

Maestro, ¿cómo hace en este momento? Llueve. Se enfrían, con ahínco, estos días de confusión entre el desasosiego y el desprecio. Con lo que te requiere la Santa Educación.

Fijáte un plazo hasta la primavera; estamos en octubre, ella no llegó. Llueve. ¿Acaso en la puerta de tu propio hogar no te permiten el acceso en estas noches de bronca? Enemigo público, don de tus extravagantes ideas. Vamos, ¿quién puede ser capaz de creer semejante disparate? ¿El robo en los comedores escolares a qué precio? Puesto que siendo así, yo también quisiera una tajadita. ¿Sólo por ello vivís así? ¿No te das cuenta del daño que te estás causando? ¿No ves el maldito daño estético perpetrado en la calle Callao debido a tu mísera presencia? Entiendo que no pensás en esto porque te sostiene la columna del único principio posible: la verdad. La otra campana, el "monasterio", esconde sus verdades también aunque para llegar a alguna de ellas haya que atravesar millares de leyes y decretos, los cuales la mayoría no conducen a ningún sitio y sólo sirven para deformar una realidad que es tan visible como nosotros como nula para los monasterios; verdades ocultas que nos reflejan la sensación de derrota que nos recorre cuando esta clase de monarcas nos da para elegir entre el abismo de los rituales económicos o la sumisión proveniente desde las más altas esferas de la ignorancia. La verdad gratuita. El mero reír de comunicadores ingenuos que nos reportan día a día, noche a noche con su propia sangre. Maestro, hay que entenderlos, se desviven con lo que hacen, ¿ no ves que así salvan a sus seres más queridos, el séquito circundante? ¿Quién no quisiera ganar una lotería para hacer exactamente lo mismo? Abundancia y frivolidad. De todos modos, comprendo que esto nada significa, maestro, comparado con el valor que vos querés transmitir, tal vez no tan intempestivo porque tarde o temprano el materialismo puede sucumbir en su propia esencia: un metal pesado se alea con otro liviano, lo absorbe y se hace unidad, este se choca con uno más fuerte y desaparece y así sucesivamente hasta que estallan los últimos pesos-pesados y a nosotros nos dejan en paz (vaya a saber uno adonde) Quizá, sea cuestión de saber aguardar.

Maestro, no entiendo cómo dejaste escapar la posibilidad de ingresar a los pasillos del monasterio, lugar sagrado como ninguno, ¿no es así? Mirá que rechazar las bondades del Padre Sonrais te puede llegar a costar tu puesto. ¿Qué te puede significar el puesto sin ese respaldo ético? Regresamos a ese punto de partida: abismo o sumisión. Para algo se inventó la retórica ¿no es cierto? Se produce un discurso desde la política, el mismo que puede ser parodiado por otras esferas y, a pesar de ello, ese discurso atraviesa las distintas barreras, sucumbe y renace sin que se produzcan cambios a su alrededor. ¿te acordás de las ollas que destapaban en otros monasterios? Opino exactamente igual: "mucho ruido, Cascanueces" allí resulta que los medios ese esfuman. Noticias devoradas por el paso del tiempo. Los famosos medios-miedos, esos que tienen todo el territorio planificado, abundan en novedades, comercian con el dolor y la muerte y firman contratos con lapiceras invisibles.

¿Por qué no te morís, maestro? En una de esas, es más fácil convencer a todos esos cuervos. Eso si, no lo hagas mientras manifiestan los gremios porque sino van a ocultar la verdad para siempre.

 

 


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