EL FRAGMENTO Nro. 38: Para la conciencia
Aparentemente, una sugestión me invade: poco
creyente como soy y dos mamparas que me sostienen,
presiento otras condiciones lamentables de existencia.
Una voz que reclama a otra
la presencia indispensable de un imperio
unas exactas muestras de racionalidad
y las impuras reyertas que abruman la pesadez cotidiana;
puede ser una sórdida opacidad conforme a una actitud
solemne
el trato ¿con quiénes?
muchos individuos se topan conmigo -soliloquio-
muchos expresan su devoción a santos y virgencitas
otros, que arrastran su debilidad a los vicios
(todos los vicios)
muchos se topan conmigo y actúan como si no me conocieran.
Una actitud solemne. Cuando decimos "buenas",
¿qué queremos decir realmente?
a cada uno de ellos también los mantienen mamparas
algunos, insostenibles, deberían ser liberados
del hastío que los acosa;
otros, simplemente presos, cumpliendo la justa condena
que corruptos jueces canjearon por finanzas.
Hay que tomar del cuello a la conciencia,
asfixiarla, quitarle esos fueros que nunca tuvo
porque una mala conciencia interrumpe la cadena
de necesidades generando nuevas necesidades ausentes,
es decir, si hay hambre,
nos alimentamos mientras haya alimentos
pero cuando los alimentos no alcanzan,
abunda la desesperación y allí surgen los típicos
indeseables,
los que almacenan las raciones más completas
y luego, a cambio del abismo de la dignidad,
destruyen a la condición humana llevándola
a un estado catastrófico,
reducida a miseria, ésta,
que se ensaña siempre con los mismos
justo allí,
donde la mala conciencia rinde más que cualquier
acto de heroísmo.
DESIDERIO