Por Martín Armada
La piel
en un pétalo de tinta
de las imprentas,
así duerme la de ojos oscuros
contra la pared,
con las persianas bajas,
y las pretensiones
son la boca entreabierta,
y los pies uno sobre otro.
Ella conoce rumores,
yo conozco
el quehacer de las cosas inútiles,
los específicos crujidos
de las figuras que se juntan
en una caída,
el nombre de los caballos
que corren por la tarde.
Hay quizás una fotografía
de manos mugrientas
abrazando un cisne
muy brevemente nacido,
así me aferro a ella,
así son los dientes de una mueca,
así acepto que transcurre
el sudor de lo que digo.