Silvina Ocampo

La Red: La mariposa soñada

Por Nélida Reis

"¡Que pronto llegue lo horrible!

¡Que lentamente llegue lo maravilloso!"

Silvina Ocampo de Lo amargo por dulce, 1962

 

 

1 - Lo siniestro

En los cuentos de Silvina Ocampo abundan los hechos siniestros [1]; a veces se presentan enmascarados en una ‘simplicidad inquietante’, como dice Sylvia Molloy, otras bajo la aparente ingenuidad de las historias infantiles; historias que, por otro lado, son la mayoría a lo largo de sus cuentos. Dice César Aira al respecto:

"…el mundo que describen sus cuentos es inhumano, sádico, sombrío (…) Crímenes, traiciones y tragedias suceden bajo una mirada de ambigua ingenuidad e invariable indiferencia."[2]

y esa mirada ambigua es, en la mayoría de los casos, más un principio narrativo que una postura ideológica. La ambigüedad es, entonces, significativa. Sirve como disparador del terror, de lo inesperado, de lo siniestro.

Dice Noemí Ulla:

" ‘La red’ (…) cuenta una historia donde aparecen el terror y la culpa a través -no de un niño- de una mariposa en cuyo cuerpo han clavado un alfiler" [3]

En "La red" de Silvina Ocampo, aparecido por primera vez en Autobiografía de Irene en 1948, aparecen, entonces, una de las manifestaciones de lo siniestro. El cuerpo de la mariposa es, sin lugar a dudas, la condición de posibilidad de lo fantástico y lo desconocido en este cuento, pero la ambigüedad se mantiene y, por eso mismo, nunca queda claro quién es el narrador; quién es el personaje tan misterioso Kên-Su (que bien podría ser un niño) y hasta que punto, la historia referida funciona dentro del sistema de recuerdos del narrador, o de sus sueños.

2 - El narrador

El narrador merece un apartado especial ya que se inserta dentro de las ambigüedades que mencionamos más arriba y genera ciertas dudas en el estudio del yo.

"La carta, el diario, son formas que tienen uso frecuente en Silvina Ocampo. Una y otro permiten la utilización de la primera persona que crea al lector cierta expectativa frente a lo autobiográfico, ofreciéndole al autor otra ilusión: la de enmascararse. Detrás de la primera persona, sin desdoblamiento, el escritor se constituye en una de las tantas dispersiones de su identidad. Por ella consigue travestirse y abarcar zonas de lo real que parecen distantes sin la exhibición del simulacro. Esto permite a la autora jugar con el sexo del sujeto de la enunciación: tan pronto es un hombre, tan pronto es una mujer. La aventura que inicia el discurso autobiográfico hace suponer a quién lee que siendo una mujer la autora del cuento, lo es también el sujeto de la enunciación, pero muchas veces surge el equívoco, ella se emboza o se muestra, y después que hemos transitado suficientemente su narrativa, estamos como alertas ante la sonrisa que descubre al sujeto masculino o femenino" [4]

Evidentemente, en el texto no hay ningún guiño, ningún pasaje que permita identificar el sexo del sujeto de la enunciación hasta el final del mismo. El narrador aparece contadas veces a lo largo del relato, siempre para remarcar su condición de interlocutor y el sexo se revela sólo al final y nunca, a lo largo del texto, se sabe su nombre. La primera persona es, entonces, enigmática: recorremos el texto de la mano de un sujeto desconocido que nos refiere la historia de Kên-Su y la confirma en el terreno de lo fantástico. Confirma esto Fernando Toloza:

"El uso de la primera persona para gran parte de los relatos y la circunstancia en la que se dice que se escribe (siempre extrema, al borde de la muerte o de una metamorfosis) crean un clima extraño, común con algunos escritores de literatura fantástica pero que en Silvina Ocampo se diferencian por un estallido del orden jerárquico de las cosas de la vida y del más allá: nunca se sabe a ciencia cierta que es lo importante, y en esa encrucijada, donde el misterio acecha detrás de la puerta, está la fuerza de los relatos de Silvina Ocampo." [5]

El tiempo de la narración es también incierto. El narrador dice: "Mi amiga Kên-Su me decía", obviamente que ese pasado es el pasado de la enunciación pero, cómo saber si es anterior a los trágicos hechos finales o no. Kên-Su comienza su relato diciendo: "…hace dos meses entró…" y pasa a contar la historia de la mariposa. El momento de enunciación de Kên-Su queda, a su vez, perdido en el tiempo ficcional.

3 - Lo fantástico

En el prólogo a Antología de la literatura fantástica, Bioy Casares intenta una clasificación del cuento fantástico por medio de sus argumentos o de su explicación. Este cuento, indudablemente fantástico, podría incluirse por su argumento en lo que Bioy llama ‘argumentos en que aparecen fantasmas’ y también ‘con personajes soñados’; y por su explicación podría enmarcarse (sin temor a entrar en contradicción con lo anterior) dentro de los que él llama: ‘Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural’, por supuesto que la explicación natural, en este caso, podría ser la posibilidad del sueño, o mejor aún, la negación de la existencia del fantasma de la última parte. "El elemento fantástico pertenece a la economía del texto, no es mero artificio vistoso y añadido" [6] Ahora, hay por lo menos dos grandes momentos en donde la naturaleza fantástica del cuento queda al descubierto: la primera está relacionado con lo profético (por supuesto que lo profético también puede incluirse dentro de lo fantástico) y es cuando Kên-Su encuentra la cita subrayada que al final le dice: "Kên-Su, ¿Qué obtendrás por tu oscuro crimen?…" como veremos más adelante, lo premonitorio de la cita hace pasar inadvertido el hecho fantástico de la mención o la inclusión del personaje en la escritura. Y el segundo momento es cuando Kên-Su ve al fantasma mientras nadaba: "Me rodearon unos bañistas y me preguntaron qué me sucedía. Les dije: ‘he visto un fantasma’. Un señor muy amable me dijo: ‘Es la primera vez que un hecho así ocurre en esta playa’" [7] en ningún momento hay sorpresa por la aparición del fantasma y ni siquiera el señor ‘amable’ se sorprende aunque nunca hubiera sucedido, por esas playas, un hecho de esa naturaleza.

Evidentemente el hecho fantástico es pasado por alto en el relato. Hay un desvío de los acontecimiento desde lo sobrenatural hacia lo profético, que es lo importante en el texto.

4- Lo onírico

El texto se va construyendo con un entrelazados de sueños significativos. La atmósfera onírica no se pierde en ningún momento y esto refuerza la ambigüedad. Nunca se sabe a ciencia cierta si todo lo narrado es parte de la realidad ficticia o es parte de un sueño ficcional. El texto termina con la narradora diciendo: "Cuando pienso en Kên-Su, me parece que la conocí en un sueño" (Pág. 22) Pero no es la única parte donde aparece lo soñado como decisivo en la historia: al comienzo cuando recién acaba de contar el maltrato a la mariposa Kên-Su dice: "En mis sueños sentí remordimientos" y, estos remordimientos son constitutivos del temor que sentirá en la vigilia.

Los libros juegan un papel importante en lo que llamaremos ‘Lo profético’ (ver) pero tienen una función relacionada, también, con los sueños: "La lectura no es uno de mis entretenimientos favoritos, pero siempre mi madre me aconsejaba, para que mis sueños fueran agradables, la lectura de estos libros…".

Estos sueños marcan una doble dirección en la construcción del texto: por un lado apuntan a reforzar el universo de lo fantástico; por el otro, llaman, casi inevitablemente a pensar en la relación intertextual.

5 - Lo intertextual

Dice Borges en un prólogo a un cuento de Silvina Ocampo:

"…cada escritor crea un mundo. Esa creación (…) surge de la memoria, del olvido, que es parte de la memoria, de la literatura anterior …" [8]

y ese uso de la literatura anterior es en este cuento un elemento dialógico, como diría Bajtin; o una cita intertextual, como diría Julia Kristeva. Evidentemente el cuento, con todo su tratamiento onírico, con su mariposa y hasta con la similitud del nombre del protagonista remite, instantáneamente al "Sueño de la mariposa", del filósofo chino del trescientos antes de Cristo que la misma Silvina Ocampo, junto a Borges y Bioy Casares recopilan en su Antología de la literatura fantástica de 1940 (ocho años antes de la aparición de Autobiografía de Irene donde aparece la red) dice el cuento:

"Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu."

Por la familiaridad fonética de los nombres (Su-Tzu), por el sueño recurrente, por la mariposa misma entonces, podemos decir que el diálogo entre estos dos textos es evidente. La autora genera un universo fantástico propio apoyado en la literatura fantástica anterior.

6 - Lo profético

Dice Borges en el ya citado prólogo a Autobiografía de Irene:

"En la Autobiografía de Irene, el ominoso don es de orden profético" [9]

Y dice también Noemí Ulla:

"Autobiografía de Irene desarrolla un pensamiento habitual en la autora: la imaginación puede constituir un saber anticipado del futuro"

Lo profético es otro tema recurrente y significativo en estas páginas. Hay un saber anticipatorio que recibe Kên-Su que casi siempre está relacionado con los libros y, por supuesto con lo fantástico. Las citas que aparecen marcadas en los libros, con esos ‘inexplicables puntitos’ constituyen un saber anticipatorio. El punto culminante en este sentido es cuando encuentra la cita subrayada que al final le dice: "Kên-Su, ¿Qué obtendrás por tu oscuro crimen?…" Enseguida dice haber creído volverse loca al leer: "Aquel que recibe un castigo injusto conserva un resentimiento en el alma". La carga premonitoria de las citas hacen que el hecho totalmente fantástico de que el libro le hable directamente a ella pase totalmente inadvertido y la angustia se concentre en la cita del castigo.

Las alas que bordaba inconscientemente, entran, también en la categoría de lo profético. Y, por supuesto, el saber profético concluye con lo nefasto.

 

 

7 - Conclusión

Entonces cual es la red que aparece en el título, por más que se mencione a la mariposa y Kên-Su haya querido cazarla, la red está ausente, queda un espacio abierto, un vacío. Y esa ausencia es la que genera el sentido, el sentido ambiguo. La red es, una red de significaciones. Un entrelazados de los temas que vimos arriba y un cruce de las posibles líneas de lectura. Esas significaciones que, en algunos casos, son externas al texto, son la verdadera historia de la mariposa y son a la vez el sueño de la narradora y el sueño de Tzu.

NOTAS:

[1] en el sentido que le da Freud al término. Para más, ver: Freud, Sigmund; "Lo siniestro", Obras Completas, Tomo III; Editorial Biblioteca Nueva, Madrid; 1981, Págs. 2483-2505

[2] Aira, Cesar; "Silvina Ocampo", Diccionario de autores Latinoamericanos; Emecé, Buenos Aires, 2001

[3] Ulla, Noemí; "Prólogo" a Silvina Ocampo, La continuación y otras páginas; Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1992; Pág. II

[4] Ulla Noemí; Op. Cit.; Pág. IV

[5] Toloza, Fernando; "Reedición de relatos de Silvina Ocampo", Diario La Capital, Rosario; 27 de Junio de 1999

[6] Molloy, Sylvia; "Simplicidad inquietante en los relatos de Silvina Ocampo"; Revista de lingüística y literatura, Vol. II, Nro. 2, Diciembre de 1978, Princeton University; Pág. 245

[7] Ocampo, Silvina; "La red", Autobiografía de Irene, Varias Ediciones.

[8] Borges, Jorge Luis, "Prólogo a Autobiografía de Irene" en Cuentistas y pintores argentinos; Círculo de Lectores; Buenos Aires, 1985

[9] Borges, Jorge Luis, Op. Cit.

 

 


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