Hacia la comunidad educativa, científica y técnica latinoamericana.


"Ninguna convergencia histórica parece más natural que una federación de los pueblos de América Latina. 
Disgregados hace un siglo por la incomunicación y el feudalismo, pueden ya plantear de nuevo el problema de 
su futura unidad nacional, extendida desde el Río Bravo hasta el estrecho de Magallanes. Esa posibilidad 
histórica parece convertirse en ideal común, pues son comunes a todos sus pueblos las esperanzas de progreso 
y los peligros de vasallaje. Hora es de repetir que, si no llegara a cumplirse tal destino, sería inevitable 
      su colonización por el imperialismo..."
 
José Ingenieros. Primer secretario del Partido Socialista.

Párrafo del libro "Las Fuerzas Morales" (Agosto de 1920)


Introducción.

    Decíamos en nuestra carta abierta de presentación de la candidatura presidencial del Partido Socialista 
Auténtico que “una de las causas de la crisis de la Argentina es el atraso científico y tecnológico.”  Superar 
esta barrera no es sencillo, ni tarea de una sola administración. Sin embargo, es necesario que se la encare 
con sentido estratégico, si realmente creemos que, la sociedad presente y futura debe tener al conocimiento 
como factor determinante para el progreso material y espiritual.

 
Cuestión de ideales e intereses.

      Al abordar el tema, debemos ser conscientes de que intereses muy concretos atentan contra la posibilidad 
de un despegue acelerado y autónomo de un proyecto común en las áreas de educación, ciencia y tecnología.

     En primer lugar los Estados Unidos -que mantienen una disputa de hegemonía con Europa, el 
Sudeste asiático, China y en menor medida el Japón- y que considera  como su  “patio trasero” todo el 
territorio al sur del Río Bravo. El despliegue del ALCA no está concebido como una fuente de progreso para el 
conjunto de los pueblos de América, sino tan solo como la posibilidad concreta de extender los mercados 
sin barreras nacionales, arancelarias o para arancelarias –generalmente usadas por ellos-, a las 
corporaciones estadounidenses. 
  Estas con un desarrollo sustancialmente superior al de sus competidoras latinas barrerían  a las industrias 
sobrevivientes de las décadas del 80 y del 90.

   En segundo lugar, las oligarquías nativas que se encuentran conformes con el statu-quo actual. Ellas 
mantienen sus privilegios relativos y sus pingües negocios, influyendo sobre las débiles democracias y  
obteniendo, muchas veces, injustificadas prebendas estatales.  Además, como interlocutores del “mundo 
globalizado”, al cual se encuentran subordinadas, son enemigas de cualquier experiencia que ponga en 
cuestión su papel en la sociedad.

    También son reacios otros sectores, en algunos casos vinculados a actividades delictivas, que lucran con 
la inconsistencia, división y debilidad de los poderes locales.

   Frente a esta realidad, habrá que oponer los intereses de los trabajadores, las mayorías pobres, 
postergadas, marginadas y las amplias capas medias de nuestra América . Son estos sectores los interesados 
en recrear los ideales de unidad como única posibilidad de acceder a una vida digna..

 
El problema: la profundización de la brecha tecnológica.

   Según las estadísticas, Argentina produce alrededor del 2,5% del PBI americano y menos del 1% del 
mundial. Nuestra población es el 0,6 % de la población del globo.  La inversión total en ciencia y técnica 
–apenas el 0,4% del PBI-es pequeña, en porcentaje  respecto al que invierten países del primer mundo 
como Japón y EEUU -alrededor del 3 %-.  De la misma manera  Brasil, con una economía más grande, o 
Chile, con una economía más pequeña, invierten en mayor proporción que la Argentina.

      Mas allá del porcentaje, las diferencias se agigantan si las cuantificamos. Y mucho más si observamos 
día a día el punto de partida de los países del primer mundo con respecto de nosotros. 
La brecha se agranda, fruto de la diferencia de velocidad. Es decir, no solo están hoy muy adelante, sino 
que marchan a una velocidad infinitamente mayor. Dar una respuesta acertada a este problema puede 
marcar la diferencia entre incorporarse al siglo XXI o retroceder al XIX.

 
El problema tecnológico.

    La capacidad de la sociedad de dominar la tecnología estratégica, define su rol en el mundo 
moderno y su destino. El quinto más rico de la humanidad, sostenido en la productividad agraria y 
la revolución industrial, se desenvuelve hoy con un paradigma tecnológico basado en la revolución 
informatica y la utomatización. Esta tiene repercusión en todas las esferas del desarrollo científico y 
productivo, desde las matemáticas y la física, hasta la ingeniería genética, las comunicaciones, los 
nuevos materiales, la exploración espacial o la moderna carrera armamentista. Su desenvolvimiento 
en redes genera una sinergia que repercute sobre las empresas desatando un avance significativo 
en el área de proyectos, diseños, producción, innovación y capacidad comercializadora. De esta 
manera mejoran aún más su capacidad competitiva, generando mercancías baratas y de calidad y 
una relación de asimetría creciente entre los países desarrollados y los subdesarrollados.

      Los términos de intercambio mejoran para los primeros acelerando su impulso virtuoso y 
empeoran para los nuestros, estancando nuestra producción.

      Cada día debemos entregar mas productos primarios a cambio de productos cada vez más 
sofisticados. 
Así nuestro esfuerzo se dilapida, consolidándose una situación de atraso en el círculo vicioso de la 
dependencia.

    Esta realidad genera un mundo que se integra y acrecienta su poder, el 20% más rico de la humanidad, 
y otro que se fragmenta y desintegra, el 80% restante.

    El capitalismo moderno no se plantea como condición para el avance de la humanidad llevar el 
adelanto y los beneficios de la revolución científico técnica a todos los rincones del planeta. Muy por el 
contrario se cierra sobre sus propios mercados, se defiende de la “barbarie” a la que considera peligrosa 
sea por narcotraficante, terrorista, proclive al delito organizado, potencial invasora de las urbes, 
ecologista o portadora de peligrosos ideales revolucionarios. El rol que le asignan a las naciones menos 
desarrolladas es de subordinación a sus intereses. De esta manera son saqueadas financieramente, 
endeudadas, esquilmadas en sus recursos naturales,  controladas sus reservas  energéticas, alimenticias, 
de agua y de biodiversidad y finalmente sometidos sus pueblos a la marginación y el olvido, dado que 
para ejecutar sus planes les alcanza con un 10% asociado a ellos.

     La población sobrante se ha transformado en escoria del sistema y no tienen muy claro que hacer con
este desecho de la sociedad moderna. Ya no es ejercito de reserva de mano de obra para abaratar los 
salarios. Hoy es una amenaza para los centros, dado que el crecimiento demográfico de los países pobres 
es acelerado en oposición a la tasa negativa de las naciones centrales. La muerte es una alternativa 
planteada en documentos de países centrales , pero miles de millones de seres humanos se resisten a 
morir y muchos son conscientes del derecho a una vida digna y están organizándose.

 
La respuesta menemista.

   La solución menemista (el atajo hacia de la modernidad), aplaudida desde los centros del poder, por 
una parte de la inteligencia  y la dirigencia política, agravó el problema. Así es, la idea de que una 
apertura indiscriminada en la capacidad de invertir, de comprar o de importar mercancías nos iba a 
sacar del atraso, constituye una falacia que se cayo a pedazos en la práctica, pero que muchos 
todavía no han llegado a comprender.

    El “éxito transitorio” de la propuesta se debió al remate de las empresas públicas y la avidez de un 
capital financiero internacional, con tendencia declinante de la tasa de ganancia  en búsqueda desesperada 
de encontrar rápidos negocios rentables.

    Así la importancia que logró la Argentina fue al costo de subordinar todos los factores a los intereses 
de dicho capital financiero hipotecando su futuro.

   La modernización en el área de los servicios públicos, hoy muestra que era un gigante con pies de barro.

   Las inversiones directas de empresas multinacionales en nuevos parques industriales, conforman 
enclaves de modernidad en un país atrasado.

   Estos enclaves, son lugares de ensamble de productos avanzados, diseñados y producidos en el exterior 
o productores de componentes de un todo, con armado en el exterior. Si bien constituyen inversiones 
“saludables”, al menos cuando no deterioran el medio ambiente, deben ser comprendidas como parte de 
una estrategia de las corporaciones multinacionales que optimizan los costos, diversifican el riesgo y 
alejan toda posibilidad de nacionalización dado que el control de una de las partes no sirve para nada.
 
Caminos infructuosos

    La sujeción a las políticas de ajuste del FMI y del consenso de Washington nos impide el desarrollo 
autónomo. Los tecnócratas de los organismos financieros internacionales están preocupados porque las 

cuentas públicas cierren, atendiendo en primer lugar a los acreedores externos. Entre otros momentos, 
quedó demostrado durante el año 2001, cuando el gobierno de Cavallo- De La Rua planteó el déficit 0. 
La única variable que estaba fuera de la discusión era los compromisos externos. En la cabeza de estos 
técnicos, la Argentina y otros países dilapidan sus recursos si invierten en educación, ciencia y técnica. 
Estas áreas del gobierno sufrieron importantes recortes presupuestarios sin que a nadie se le ocurriera 
plantear que estábamos hipotecando el futuro, es decir la vida misma de las próximas generaciones.

    En definitiva: Ellos tienden a reproducir el sistema sin solución de continuidad y es nuestra 
responsabilidad cambiar la historia.

 
Hacia la comunidad latinoamericana de educación, ciencia y técnica.

 

    Es claro  que los latinoamericanos tenemos las mejores condiciones para la unidad. Nuestra historia, 
nuestros mandatos fundacionales, nuestra geografía, idioma, cultura y esperanzas y una necesidad 
creciente de nuestros pueblos de alcanzar una mejor calidad de vida.

     Algunas condiciones favorables se han venido concretando. En primer lugar una zona en la que han 
disminuido las hipótesis de conflicto entre las naciones por cuestiones territoriales. Argentina y Chile son 
un ejemplo. La guerra entre Perú y Ecuador podría ser una excepción, pero fue breve y parece encaminada 
a tener una resolución pacífica. Así como otros conflictos que existirían entre Brasil y algunos vecinos. 
Internamente como nación mas convulsionada aparece Colombia con una guerra que lleva décadas y sin 
que se vislumbre una solución todavía. También el conjunto de las naciones está atravesada por 
convulsiones sociales producto del empobrecimiento y la concentración de la riqueza. Pero en su conjunto 
nuestra América podría ir sellando un acuerdo de reducción significativa de los gastos de tipo militar para 
asignarlos a educación, ciencia y técnica. 
La política de defensa debería eliminar la capacidad ofensiva de las fuerzas armadas de las naciones 
creando un clima de confianza proclive a la colaboración en otras áreas.

      El MERCOSUR, el Pacto Andino, son experiencias que deben capitalizarse para hacer de nuestras 
naciones economías abiertas entre sí y con una política común frente al resto del mundo.

     Las economías abiertas generan condiciones de exigencia y competitividad que alientan el progreso. 
Siempre y cuando existan condiciones de equivalencia y no desequilibrios destructivos, esto en definitiva 
es responsabilidad del poder político que debe defender su industria cuando resulte conveniente y dejarla 
competir cuando este en condiciones hacerlo.

     También es una condición favorable la convicción de que nuestro progreso deviene de un clima
de libertad y donde la invención e innovación sea considerada la palanca movilizadora, mas allá de que 
toda novedad conlleva sus riesgos, que estamos en estado de ánimo de asumirlos en función de los 
formidables desafíos que tenemos por delante.

     Un cambio de cultura que ponga en el centro de la escena a aquellos que produzcan aportes a la 
humanidad. Casi no existe en nuestras naciones la ponderación de quienes trabajan en la ciencia y la 
tecnología. Son desconocidos y sus retribuciones parecen producto de la inercia burocrática antes que la 
decisión de poner el acento en impulsar el cambio. Las condiciones resultan favorables para una propuesta 
de este tipo que cambie del inconsciente colectivo que aquella es una tarea reservada a las potencias del 
primer mundo.

    Mucho queda por hacer. Así, iniciar un proyecto complementario podría darnos al conjunto una 
relevancia planetaria e integrarnos en condiciones de equivalencia en él transito del siglo XXI.


La educación.

   Asumida como fuente inexcusable de progreso y de promoción social, toda nuestra América debería 
contar con un mínimo de cuestiones comunes.

   Terminar con el analfabetismo y  retener hasta la escuela media a toda la población resulta un 
imprescindible objetivo a alcanzar. Derogar la ley federal de educación impuesta por el FMI y todos sus 
correlatos.

    Sobre el contenido humanista, aspectos históricos y culturales deberían ser la base para la promoción 
de una identidad latinoamericana.Y en el nivel de la instrucción científica, perfeccionar y amalgamar el 
contenido académico de manera de facilitar la comunicación y generar una poderosa corriente de flujo y 
reflujo, con el consiguiente enriquecimiento. Las universidades, los institutos y las asociaciones deben jugar 
un activo papel en la remodelación del sistema educativo. Crear un área común para el abordaje de dichos 
objetivos constituye una meta de fácil de alcanzar con costos infimos en relación a las potencialdades de 
un sistema mucho mas eficiente.


Modernizar la producción.

El sistema de producción mundial desplaza su centro de gravedad, según todos los analistas y la evidencia 
de la realidad, de las industrias tradicionales petróleo, producción de acero, maquinaria pesada, materias 
primas a las áreas de la electrónica, la química pesada, la biotecnología y otras. 

  Las anteriores se mantienen y basta observar la política agresiva en Medio Oriente o Venezuela para 
comprender la importancia del petróleo o en otro terreno la defensa del acero practicada por los EEUU o 
de la producción agropecuaria tanto por EEUU como por la Comunidad Económica Europea. 

Sin embargo las nuevas tecnologías pusieron la impronta de nuestros tiempos y ni siquiera las producciones 
o comercializaciones de productos primarios son concebidos sin la fuerte presencia de componentes de 
esta era tecnológica.

 
Queda entonces asumir el desafío de la etapa: acortar la brecha y crear nuevas 
tecnologías.

      Una propuesta de este tipo deberá vincular armónicamente la educación, la ciencia, la tecnología y la 
producción. En este sentido un Estado activo parece ser el principal impulsor y articulador, de manera de 
crear las condiciones para una interrelación que genere una sinergia avanzando hacia un componente 
orgánico con objetivos claros y dejando atrás, la visión fragmentaria y fuente de atraso e ineficiencia que 
prevaleció hasta ahora.

     “Aprender haciendo”  debe ser la consigna, con intervenciones positivas de cada área retroalimentando 
un sistema donde sus componentes no se detengan nunca frente a fronteras formales.  Así los institutos 
o academias pertinentes podrán plantear, sugerir, impulsar, cambios tanto en el sistema educativo como 
en el área de la producción. En la misma forma los otros componentes del sistema tendrán interés en 
inducir cambios. Todo funcionando con un concepto de democracia participativa, que prevalece en estos 
tiempos en nuestra América. Una interacción entre la educación, la ciencia básica, la investigación aplicada, 
la producción, la comercialización y el consumo habrán de retroalimentarse sistematicamente.

     Esto resulta factible y puede resultar un procedimiento flexible a través de las redes informáticas
producto de una familiarización creciente con las tecnologías de la información.

 
Todos tenemos algo para aportar.

    La Argentina podría insertarse en un proceso de integración aportando su sistema de ciencia y tecnología 
CONICET, INTI, INTA, y otros muchos institutos, su sistema educativo -en especial sus universidades-, y su 
capacidad industrial.

En términos concretos esto significa que nuestros estados en vez de pagar intereses usurarios, destinen 
fondos cada vez mayores para estimular una fuerte acción ciencia-producción particularmente con 
pequeñas y medianas empresas.

    Que se instale como objetivo central una planificación indicativa estimulando sectores estratégicos 
en que estamos bien dotados tales como: agroindustria, máquinas agrícolas, bienes de capital en general, 
industria química y farmaceútica, entre otras.

    Al mismo tiempo que se armonizan intereses entre nuestros países, establecer alianzas particulares 
con países desarrollados no dominantes sí como con países importantes de desarrollo intermedio como 
China y la India.

    La educación, la ciencia, la tecnología y la industria conforman los pilares de un nuevo proyecto de 
prosperidad y justicia social para nuestra América. Comprenderlo a tiempo, asumirlo y resolverlo, es 
nuestra responsabilidad. Un futuro mejor es posible siempre que sepamos resolver correctamente los 
desafíos del presente.
     Buenos Aires, Octubre de 2002.
 
 
Mario Mazzitelli
Candidato a Presidente de la Nación Argentina
Partido Socialista Auténtico
 


 
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