San Alfonso María de Ligorio, nacido en Nápoles en 1696, dejó el foro por el sacerdocio. Obró un
gran número de conversiones y fundó la Congregación del Redentor. Toda su
vida estuvo consagrada a ganar almas para Jesucristo, a inspirar a los fie les
una tierna devoción a la Pasión del Salvador, a la Santa Eucaristía y a la
Virgen Madre de Dios. Empleó los momentos que le dejaba la predicación de la
palabra de Dios en la composición de gran número de obras de teología y
piedad, que lo hicieron elevar al rango de los Doctores de la Iglesia, por
disposición de Pío IX. Murió en 1787.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS CUALIDADES
DEL VERDADERO CELO
I. Todos debemos estar animados de un
ardiente celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Quien
ama a Dios no puede ver con indiferencia que se ataque su honor. Si ve a
su prójimo internado por mal camino, hace todo por volverlo al bien; y,
si no lo logra, gime y reza por él. ¿Así haces tú? Si no tienes celo,
deduce que careces de amor. El celo es la señal de que Dios ha
descendido a un alma. (San Bernardo).
II. No basta que nuestro celo sea ardiente;
es menester, para que dé fruto, que sea tierno y compasivo. Los
pecadores, decía San Alfonso, son ovejas descarriadas que Jesucristo iba
buscando por entre las zarzas del camino y que volvía a traer al redil
llevándolas sobre sus hombros para ahorrarles las fatigas del retorno. Es
el modelo que se propuso en toda su conducta; de ese modo, ¡a cuántas
ovejas descarriadas recondujo al ovil del divino Pastor! Mira si en las
advertencias que haces a tus hermanos y en todas las buenas obras que
realizas, no entra tu amor propio en gran medida en vez del a amor de Dios
y del prójimo. Que sea la caridad la que inflame tu celo.
III. En fin, nuestro celo debe ser
constante. San Alfonso, al fundar su Congregación del Redentor, hizo voto
de no perder nunca el tiempo. Quería que Dios no hallase en su vida ni
una sola hora que no estuviese consagrada a su gloria y a la salvación de
las almas. ¿Qué intereses persigues tú? ¿Son los tuyos o los de
Jesucristo? ¿Cuánto tiempo dedicas a ellos? No te olvides de la suerte
reservada para el servidor que enterró su talento. Fue acusado, no de
haberlo perdido, sino de haberlo dejado improductivo. No te canses de
ganar almas para Jesucristo, pues tú mismo fuiste ganado por Jesucristo. (San
Agustín).
El celo
Orad por el éxito de las misiones
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis inflamado de celo
apostólico al bienaventurado Alfonso María, vuestro confesor pontífice,
y os servisteis de su ministerio para dar una nueva familia a la Iglesia,
haced, os lo suplicamos, que instruidos por sus saludables consejos y
fortificados con sus ejemplos, podamos llegar a Vos dichosamente. Por J.
C. N. S. Amén.
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