Santo Domingo, fundador de la
Orden de los Hermanos Predicadores, es representado con un lirio en la
mano, símbolo de la virginidad que conservó durante toda su vida. El
can que su madre vio en sueños llevando una antorcha encendida,
representa la guerra que hizo a los herejes, y la luz que difundió en
el corazón de los pecadores por la pureza de su doctrina y la santidad
de su vida. Acaeció su muerte en 1221.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SANTO DOMINGO
I. Se ve brillar una estrella sobre la frente
de Santo
Domingo inmediatamente después de su bautismo. Era el presagio del
fulgor admirable que debía proyectar sobre la Iglesia de Dios. En efecto,
desde tierna edad, edificó a cuantos lo rodeaban por su piedad, su
austeridad y la práctica de las virtudes cristianas en general. ¿Has
consagrado tú como Santo Domingo las primicias de tu vida a Dios? ¡Desgraciado
el tiempo en el que no te amé, oh Dios mío! (San Agustín).
III. Este astro, tan radiante al
levantarse, brilló con esplendor más deslumbrador aun a su mediodía.
Santo Domingo alumbró y abrasó toda la tierra con el fuego del amor
divino, con sus predicaciones y las de los religiosos de su Orden. Si tu
profesión no te obliga a trabajar por la salvación de las almas mediante
la predicación del Evangelio, debes por lo menos trabajar seriamente por
tu propia salvación, y edificar al prójimo con tus buenos ejemplos.
III. Los astros no por ocultarse a nuestra
vista pierden sus rayos: su fulgor no es menor a su ocaso que a su mediodía.
Santo Domingo trabajó hasta su muerte por la gloria de Dios y la salvación
de las almas, sin desalentarse por los obstáculos y sin perder nunca su
primer fervor. Trabaja tú, mortifícate, haz penitencia hasta el último
suspiro; y si alguien te invita a disiparte y a abandonar las austeridades
de la penitencia, respóndele: Eso está bien para los bienaventurados;
pero, para mí, que he ofendido a Dios, me hace correr el riesgo de
perecer para toda la eternidad. (Paciano).
El celo por la salvación de las almas
Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis esclarecer la
Iglesia por los méritos y la doctrina de vuestro confesor Santo Domingo,
haced, por su intercesión, que nunca se vea privada de los socorros
temporales, y que siempre logre nuevos progresos en las obras
espirituales. Por J. C. N. S. Amén.
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