La Ciudad de Augusta (la actual Augsburgo) se encontraba situada en la parte
norte de la Provincia Romana de Rhtia sobre el río Lech, no lejos de su
confluencia con el río Danubio. Era una colonia Romana importante, investida
con derechos municipales (municipium) por el Emperador Adriano, en la
cual el Cristianismo había penetrado aún antes de la era de Constantino, como
lo prueba, fuera de toda duda, el martirio de Santa
Afra. Es un hecho histórico indiscutible que una Cristiana llamada Afra
fue decapitada en Augsburgo durante la persecución de Diocleciano (c. 304) por
su inconmovible profesión de fe y que ya en una época temprana su tumba era
objeto de gran veneración. El así llamado "Martyrologium
Hieronymianum", que es una compilación de varios calendarios y listas
de mártires cuyos inicios datan del siglo cuarto, menciona, el 5 de Agosto (en
algunos MSS., 6 o 7 de Agosto), que Santa
Afra padeció en la ciudad de Augsburgo y fue enterrada allí (Martyrologium
Hieronym., ed. De Rossi y Duchesne; Acta SS., II, Nov., 1 sqq.). En el
siglo sexto en su poema sobre St. Martin, Venantius Fortunatus, Obispo de
Poitiers, también menciona a Augsburgo como su lugar de sepultura (Vita S.
Martini, IV, 642 sq.; Pergis ad Augustam quam Virdo et Lica fluentant,
Illic ossa sacræ venerabere martyris Afræ). Existen ciertas Actas del
martirio de Santa Afra
(Acta SS., II, August, 39 sqq.; ed. Krusch in Mon. Germ. Hist.; SS. RR.
Merovingic., III, 56 sqq.), en opinión de muchos críticos no algo muy
coherente en su totalidad, sino que se da una compilación de dos diferentes
narraciones, una la historia de la conversión de Santa
Afra y la otra la historia de su martirio. El origen de la primera es
posterior y no posee credibilidad histórica, constituyendo meramente una
narración legendaria de la época Carolingia, escrita con la intención de
hacer participar a Santa
Afra en la organización de la iglesia en Augsburgo. Cuenta que los
abuelos de Afra llegaron procedentes de Chipre a Augsburgo y que allí fueron
iniciados en la adoración de la diosa Venus. Afra fue entregada como prostituta
al servicio de la diosa por su propia madre Hilaria o Hilara. Durante la
persecución de Diocleciano, Narciso, Obispo de Gerundum en España se refugió
de sus perseguidores en Augsburgo y encontró asilo en el hogar de Afra. Por sus
esfuerzos, la familia se convirtió al Cristianinismo, y fueron bautizados. Al
partir Narciso ordenó presbítero (u Obispo) al hermano de Hilaria llamado
Dionisio. Esta historia del martirio de Afra termina mencionando que su mamá y
tres doncellas de Afra (Digna, Eunomia o Eumenia, y Eutropia o Euprepia),
quienes después que los restos de la mártir fueron colocados en su tumba, ella
también sufrieron martirio siendo quemadas. La Segunda parte de las “Actas de
Afra”, que tratan de su juicio y muerte (Ruinart, Acta Sincera, 482-484,
Ratisbon, 1859), es más antigua. Según Duchesne data de finales del siglo
cuarto o principios del siglo quinto. Por tanto puede haber preservado, no solo
el hecho del martirio sino también detalles confiable relativos a la Santa y a
su muerte. En esta narración, se menciona solo a Afra, y no existen rastros de
aquellas exageraciones y embellecimientos fantásticos que caracterizaron las
leyendas posteriores de los mártires.. Según este Passio, Afra (ver ACATAS DE
LOS MARTIRES) fue condenada a morir quemada porque se confesó Cristiana, y se
rehusó a participar en ritos paganos. Fue ejecutada en la pequeña isla del río
Lech y sus restos fueron sepultados cerca del lugar de su muerte. El testimonio
de Venantius Fortunatus señala que su tumba fue objeto de gran veneración
durante el siglo sexto. Sus restos permanecen hasta ahora en Augsburgo en la
iglesia de los Santos Ulrico y Afra, al lado de la cual se levanta una famosa
abadía Benedictina.
|