Poco se sabe históricamente
de Santa Filomena. Su historia real comienza cuando sus santos restos
mortales fueron encontrados en la oscuridad de las Catacumbas de Santa
Priscila en las que descansaron hace unos mil setecientos años.
Pero Dios es maravilloso en sus santos, y Santa Filomena de
modo impresionante ejemplifica esta frecuente y repetida verdad. Después
de permitir que su nombre y su memoria fueran sepultados por siglos
junto a sus restos mortales, Él atrajo la atención de la Humanidad
hacia esta pequeña doncella mártir, y ahora obra asombrosos prodigios
en nombre de ella, como si deseara mostrar de esta manera, que Él
quiere recompensar el largo tiempo que permitió que ella permaneciera
en la oscuridad.
Las reliquias de Santa Filomena fueron desenterradas a
principios de siglo XIX, el 24 de Mayo de 1802. El emblema del lirio y
la palma estaba grabado en el sepulcro de la santa para indicar su
virginidad y su martirio. También había un ancla, un látigo, y tres
flechas, dos apuntando en dirección opuesta, y una con la línea
curvada en ella, significando fuego e intentando simbolizar los
diferentes tormentos que la mártir sufrió en testimonio de su fe y
amor a Jesucristo.
Santa Filomena fue formalmente elevada a los altares por
Su Santidad el Papa Gregorio XVI en una infalible declaración hecha pública
en nombre de la Santa Madre Iglesia para edificación de todos los
fieles y para Gloria de Dios en el tiempo y en la Eternidad.
El mismo Papa fue testigo de la curación milagrosa de PAULINE
JARICOT, fundadora del Rosario
Viviente, en el Santuario de Santa Filomena en Mugnano, Italia.
La historia de la vida de Santa Filomena está basada en
revelaciones privadas hechas por la santa en 1863 a tres personas
diferentes, en respuesta a las oraciones de varios devotos de Santa
Filomena, para permitirles que sepan saber quién era ella y como hizo
frente al martirio.
Esas personas favorecidas eran un joven artista de buena
moral y piadosa vida, un celoso sacerdote y una devota monja de Nápoles,
la Venerable Madre María Luisa de Jesús. La Santa Sede no garantizó
la autenticidad de las pretendidas revelaciones, el Santo Oficio dio su
autorización para su difusión el 21 de Diciembre de 1883.
Nuestra bella Santa Filomena salió de los brazos de su
madre para morir por Cristo, los lictores (Magistrados de Justicia de la
antigua Roma) han cortado con el hacha el joven lirio y piadosas manos
la han recogido para depositarla en el sepulcro. Esta verdadera heroína
pisoteó toda la vanidad del mundo debajo sus pies y eligió los múltiples
tormentos en lugar de renunciar a sus votos por Nuestro Salvador
Crucificado. ¡Qué modelo de constancia y de toda virtud! Animémonos a
ir a ella cuando seamos probados. ¡Permitámonos todos con ilimitada
confianza implorar su intercesión!
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