Santa Clara, a ejemplo de San Francisco de
Asís, su conciudadano, distribuyó todos sus bienes a los pobres, y formó,
bajo la dirección de este gran santo, una sociedad de vírgenes decididas como
ella a vivir en el recogimiento y en la penitencia. Habiendo los moros atacado
su monasterio, los puso en fuga presentándose ante ellos precedida por el
Santísimo Sacramento. Ayunaba a pan y agua todo el Adviento y la Cuaresma;
durante mucho tiempo, pasó, sin tomar alimento alguno, los lunes, miércoles
y viernes de cada semana. Siempre llevaba un cilicio, andaba descalza, y acostábase
sobre sarmientos tirados en el suelo. Murió en 1253.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE
SANTA CLARA
I. Se representa a Santa Clara con el Santísimo
Sacramento en la mano, y se puede decir que contempló a Jesucristo, en
este adorable misterio, para re producir en su vida las virtudes de que
nos da ejemplo. ¿Qué más pobre que Jesucristo oculto en la Eucaristía?
Está despojado de todos sus tesoros, y todos los atributos de su
divinidad están allí como anonadados. Santa Clara ha imitado esta
pobreza; fundó una Orden de religiosas que viven sólo de limosnas. ¿Qué
amor tenemos nosotros por la pobreza? Para desposarse con ella, Jesús
descendió del cielo a la tierra, y tú, por evitarla te precipitas en el
infierno. ¡Cuán dichosos son los cristianos de poder adquirir el
reino de los cielos mediante la pobreza! (San Agustín).
II. Nada hay más puro, más casto que
Jesucristo en la Eucaristía: tiene cuerpo, pero este cuerpo está
glorificado y está privado de todas las satisfacciones de los sentidos.
Santa Clara ha imitado esta mortíficaci6n; tal era su celo por el ayuno y
las austeridades, que San Francisco se vio obligado a moderarlo. ¿Qué
dices a esto, cristiano afeminado? El solo pensamiento de las
mortificaciones que ha practicado esta santa, ¿no basta ya para asustar
tu pusilanimidad?
III. La obediencia de Jesucristo en la
Eucaristía es admirable: obedece a la voz del sacerdote, sin tener en
cuenta el mérito de la persona que lo manda; está a su disposición
tanto de día como de noche. Así es como Santa Clara obedecía a San
Francisco; y es así como debes obedecer tú a tus superiores. Mira a Jesús
en el Santísimo Sacramento, míralo en la Cruz, y ya no te costará
obedecer las órdenes que Él te da por boca de tus superiores.
La pobreza
Orad por los religiosos.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh
Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Clara,
vuestra virgen, regocijando nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de
tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
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