San
Roque, después de la muerte de sus padres, que eran los señores de Montpellier, vendió sus
bienes y distribuyó su precio entre los pobres. Habiéndose declarado una peste en Italia, fue a este país para consagrarse a
las víctimas del terrible flagelo. A un gran número curó con la señal de la
cruz. Dios recompensó su abnegación curándolo a él mismo, por intermedio de
un ángel, de una herida que había recibido. Cuando cayó enfermo en un bosque,
todos los días recibió un pan que le traía un perro de un gentilhombre. De
vuelta a Montpellier, fue tomado por espía y encarcelado.
Permaneció así cinco años y murió en la cárcel a mediados del
siglo XIV.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES AZOTES DE DIOS
I. La peste, la guerra y el hambre
son los tres:
flagelos de que Dios acostumbra servirse para castigar a los hombres y
recordarles sus deberes. Si Dios te envía estos azotes o alguna otra aflicción,
di lo que decía San Lupa al rey Atila, azote de Dios: "Sed bienvenido, os deseábamos". Nos
dejamos corromper por la prosperidad, y Dios, para corregirnos, nos en
vía adversidades.
II. Dios golpea al que ama: a menudo lo visita
mediante las enfermedades, las humillaciones y los reveses de fortuna, a fin de
desasirlo de las creaturas. Lo prueba con el fuego de la tribulación, como al
oro en el crisol. Él conmuta los rigurosos suplicios del purgatorio con
aflicciones. Después de esto, oh Dios mío, ¿me quejaré yo de los
sufrimientos que Vos me enviáis?
III. Los malvados, por el contrario, gozan
de toda clase de prosperidades. Las riquezas, los place res y los honores por
todas partes los rodean. No os asombréis de esto, tienen su paraíso en este
mundo. Dios, que es justo y que nada deja sin recompensa, les da bienes en
esta vida para recompensarlos por algunas buenas acciones que han realizado.
¡Pobres desgraciados! ¡os alegráis de vuestra prosperidad, y no veis que ella es
para vosotros señal de reprobación! Es una señal de la cólera de Dios,
que el pecador no sea castigado aquí abajo, si no lo hace en este mundo, es
para castigarlo en el otro. (San Bernardo).
La paciencia
Orad por los
enfermos.
ORACIÓN
Señor, os lo suplicamos, rodead sin cesar
a vuestro pueblo con vuestra misericordiosa protección, y, en vista de
los méritos del bienaventurado Roque, preservadlo de todo contagio, tanto
de cuerpo como de alma. Por J. C. N. S. Amén.
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