Dios no nos ha dado un espíritu de temor,
sino de fortaleza y amor y sobriedad.
(2 Timoteo, 1,7).
San Jacinto renunció a todas las ventajas
que
procura un noble nacimiento, la fortuna y el talento, para entrar en la orden
que Santo Domingo acababa de fundar. Sus predicaciones, acreditadas por el don
de milagros, produjeron en Polonia efectos maravillosos: hubiérase creído
estar en los hermosos días del cristianismo naciente. Después de haber fundado
varios monasterios en ese reino, recorrió Prusia, Dinamarca, Suecia y Noruega,
que todavía en parte eran paganas: de allí pasó a Ucrania y a Rutenia y
penetró hasta el Mar Negro, obrando a su paso numerosas conversiones y fundando monasterios para perpetuar su obra. De vuelta a
Cracovia, cayó enfermo, y expiró el día de la Asunción en 1257.
MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN
EMPLEO DEL TIEMPO
I. El tiempo pasado no existe ya sino en tu
re- cuerdo. ¿Dónde están los dorados años de tu juventud? ¿Qué te queda
de ellos, sino el triste recuerdo de los placeres criminales que gustaste, o
bien el gozo de las acciones virtuosas que practicaste? ¡Ah! mi vida ha
corrido como un torrente, ha pasado como un sueño; de mí dependió acumular
tesoros para el cielo, ¡Y no lo hice! ¿Dónde están ahora esos seguidores del
mundo a quienes vi en las riquezas y en los placeres? Pasaron ya, y ahora,
acaso, estén en el infierno.
II. El tiempo
presente está en nuestras manos; utilicémoslo más santamente que en el
pasado. Este tiempo es solamente un momento, y en este momento debemos merecer
una eternidad de dicha o de desgracia. Dios no me pide más que este momento:
¿se lo negaré? Aun cuando fuese necesario sufrir una eternidad para gozar de
Dios, ¿qué motivo tendríamos para quejarnos?
III. El tiempo
por venir es incierto; ignoras cuánto te queda en el reloj que debe medir tu
vida. No puedes asegurarte ni un solo momento más de vida. ¡Desventurado! No te
queda sino una resolución para adoptar: emplear bien el tiempo que tienes;
pasa esta hora como si hubiese de ser la última de tu vida; penétrate de este
pensamiento todas las mañanas, y no te costará concebir un gran dolor por
tus pecados y emplear bien tu tiempo.
El buen empleo del tiempo
Orad por
por los misioneros.
ORACIÓN
Oh
Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la
solemnidad del bienaventurado Jacinto, vuestro confesor, concedednos, por
vuestra bondad, imitar los ejemplos de aquél cuyo nacimiento al cielo
celebramos. Por J.
C. N. S. Amén.
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