San Luis, rey de Francia, fue dotado de
todas las cualidades que hacen a los reyes grandes y a los santos ilustres.
Nacido para gobernar a los hombres, fue un héroe en la paz y en la guerra. En
toda su vida, según testimonio de su confesor, no cometió ni un solo pecado
mortal. De ordinario llevaba un cilicio, y cuando se lo sacaba, daba cuarenta
escudos de limosna. El viernes de cada semana ayunaba, se disciplinaba con
cadenillas de hierro y ser vía a los pobres con sus propias manos. Dos veces
salió de su reino a fin de conquistar Tierra Santa, y en esas expediciones
mostró tanta piedad como coraje. Murió en 1270, en África, a la edad de 55 años.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN LUIS,
EL REY CRISTIANÍSIMO
I. San Luis fue verdaderamente rey, pues
supo mandar a sus pasiones, sujetar su cuerpo a la razón, y su razón a Dios.
Ayunar, llevar cilicio, vivir en medio de la corte una vida tan santa como la de
un cenobita, ¿no es acaso ser dueño de sí mismo? Mira a
este santo, mira si lo imitas, si tus pasiones están tan sometidas como las de
él a la razón. ¿Qué hay más real que un alma sometida a Dios y dueña de
su cuerpo? (San León).
II. San Luis fue el padre de su pueblo. A
todo el mundo amaba, hasta a sus enemigos; no podía tolerar a los
detractores; él mismo juzgaba en los procesos de los pobres, nada tomaba más
a pecho que el trabajar en la salvación de sus súbditos. Agrade ce a Dios, si
te ha dado superiores semejantes a este santo rey. Si tú mismo eres superior,
acuérdate que debes ser el padre de tus inferiores. ¿Cómo ejerces la caridad
con tu prójimo?
III. Es preciso ser servidor de Dios para ser buen
rey. La piedad de San Luis, la honra que tributaba a las santas reliquias, el
celo que lo inflamaba por la conversión de los bárbaros, la generosidad
cristiana y heroica que puso de manifiesto combatiendo contra los enemigos de
Jesucristo, muestran que olvidaba su título de rey para no acordarse sino del
de servidor de Dios. Príncipes de la tierra, si no servís a Dios, ¿qué
provecho obtendréis en la otra vida de haber aquí empuñado el cetro? La
muerte os arrebatará todas vuestras dignidades: la sola gloria que sobrevive a
la tumba es la de haber servido bien al Señor. Servir a Dios es reinar.
La piedad
Orad por los jefes de estado.
ORACIÓN
Oh Dios, que hicisteis
pasar al rey San Luis de un reino temporal a la gloria del reino eterno, haced, os
lo suplicamos, que, por sus méritos y su intercesión, participemos
un día con él de la gloría del Rey de reyes, vuestro Hijo Jesucristo, que
vive y reina con Vos en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos de
los siglos. Amén.
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