San Juan Bautista había dejado el desierto
para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la
mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una
prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en
presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió
concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un
soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una
bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR
DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD
y DE LA VERDAD
I. San Juan vivió y murió de la castidad.
Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre,
y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas
austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e
imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo,
amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir
de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo
más grande es vivir en la castidad que morir por ella. (Tertuliano).
II. San Juan fue también mártir de la
caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar
la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú
si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación
del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos
a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.
III. San Juan fue también mártir de la
verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes,
y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que
perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio
por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres
aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella
cuando les reprende sus defectos. (San Agustín).
La castidad
Orad por las vírgenes.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que la
piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir,
nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y
reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
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