10 de julio
BEATO MANUEL RUIZ
Mártir
(1860)
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Al
Norte de Burgos, en la Merindad de Valdeporres, entre valles y montañas, hay un
pueblecito, llamado San Martín de las Ollas; es una pequeña aldea con buenas
casas, escondida entre las altas cimas cubiertas de nieve de los montes del Somo,
Engaña y Lalar, en la última estribación de la cordillera cantábrica. En una de
sus calles en empinada cuesta nació, el 5 de mayo de 1804, el Beato Manuel Ruiz
López, que sería el capitán del valiente equipo de mártires de Damasco.
Manuel, el hijo de Manuel y Agustina, pronto recibió del Párroco de su
pueblo D. Luis Rábago, las primeras instrucciones religiosas y lecciones de
latín, sin olvidar la exquisita formación religiosa de sus padres, que como
buenos castellanos siempre han estado adheridos a la antigua tradición
cristiana.
Los agentes de recoger noticias y testimonios, con
vistas al proceso de su beatificación, coinciden en señalar su religiosidad y
caridad para con los más pobres y necesitados. siempre los regalaba con la
sonrisa permanente en sus labios, repartiendo a su alrededor alegría y paz.
Desde muy temprana edad, Manuel sintió el
atractivo de la vocación religiosa. Anteriormente y a muy poca distancia, a
mediados del siglo XVI marcaba una línea y dejaba sus huellas y raíces en el
mismo valle de Valdeporres, San Martín de Porres, otro Santo muy popular
conocido como “Fray Escoba“, aunque nacido en Peruvia de Lima (Perú) el año
1579, de madre de raza negra, pero su padre era natural del pueblo de Porres
(Burgos) de donde le viene el sobrenombre de Porres. Este ingresaría en la
orden de los Dominicos, que fue fundada por otro preclaro e insigne burgalés,
Santo Domingo de Guzmán.
La época de Manuel no era muy propicia para la
vida religiosa, sino todo lo contrario. Eran tiempos de revoluciones y
alardes anticlericales. Cuando tenía cuatro años, las gentes se levantaron
contra la invasión napoleónica. Poco antes, las Cortes de Cádiz (1812) habían
votado una Constitución que hería los sentimientos tradicionales del pueblo.
Aún con ello, Manuel suspiraba por vestir el hábito Franciscano.
En 1825 ingresa en la Orden en Priego (Cuenca)
en el antiguo convento de San Miguel de las Victorias. Así coronaba su
juventud a los 19 años y se vestía de Franciscano. Después de su profesión fue enviado a evangelizar a Damasco, Siria, donde se dedicó a la educación de niños y a la asistencia a enfermos y desvalidos. Al desatarse una feroz persecución contra los católicos, el padre Ruiz y sus compañeros deciden permanecer en su convento donde se habían refugiado numerosos fieles. Los últimos momentos de la vida del padre Manuel y de sus compañeros transcurrieron de esta forma: El padre Manuel, al ver que los turcos invadían el sagrado recinto decide, para evitar una profanación, resguardar el Santísimo Sacramento; ante tal acto, los infieles lo amenazaron con estas palabras: ¡Hazte musulmán o mueres!". A lo que, sin dudar, respondió: "Antes la muerte"; acto seguido, él mismo colocó su cabeza sobre el altar y fue decapitado; enseguida, los paganos recorrieron el convento y asesinaban a todo religioso que encontraban, a golpes o a tiros. Pío IX beatificó a los "Mártires de Damasco" en 1926. Ver también: Mártires de Damasco. |