Los Santos
Nabor y Félix derramaron su sangre por Cristo durante la persecución de
Diocleciano (303). En tiempos posteriores, las legendarias actas de estos santos
han aparecido, reproducidas de las actas de otros mártires (Víctor, Firmus, y
Rusticus). Según éstas, que tienen un incalculable valor histórico, Nabor y Félix
eran soldados del ejército romano de Maximiano Hercúleo. Al descubrirse
que seguían a Cristo fueron condenados a muerte en Milán y se les decapitó en
Lodi. Estos santos testigos de la fe fueron sepultados en Milán y sobre
su tumba se erigió una iglesia. Posteriormente, en 1164, sus restos se
trasladaron a Colonia, Alemania. San Ambrosio exaltó las virtudes de estos dos
mártires. ORACIÓN
Haced, Señor, os lo suplicamos, que así como nunca dejamos de celebrar
el tránsito de tus santos Mártires Nabor y Félix, así también seamos
siempre acompañados de sus sufragios. Por J.
C. N. S. Amén.
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