San Buenaventura, gloria y ornato de la Orden
de San Francisco, ha sido llamado Doctor seráfico a causa de su profunda ciencia y de su ardiente
caridad. El recuerdo de la Pasión de Jesucristo era el tema ordinario de su meditaci6n, y
la devoción especial que tenía al Santísimo Sacramento le hizo merecer el honor de recibir la
Comunión de manos de un ángel. Murió en 1274, durante el concilio de Lyon, en el cual había intervenido brillantemente como obispo de Albano.
MEDITACIÓN SOBRE SAN BUENA VENTURA,
DISCÍPULO DE JESÚS CRUCIFICADO
I. El Doctor seráfico fue discípulo de Cristo crucificado. En sus adorables llagas era donde leía el amor de Jesucristo por nosotros, y donde aprendía a amarlo él, a su vez. Todos sus escritos están
impregnados de una tierna devoci6n para con Jesucristo ex- pirando en la cruz y oculto en la Eucaristía. ¿Qué amor tienes tú por Dios? ¿Qué haces por Jesucristo que tanto ha sufrido por ti? Sabios del siglo, sin este
amor vuestra ciencia sólo es vanidad.
II. Jesús clavado en la cruz enseñó a San Buenaventura la humildad, el amor a la abyección y el
desprecio de las dignidades. Esta virtud se reveló en todo su esplendor cuando los cardenales se dejaron
dirigir por sus consejos para elegir al Papa. ¡Qué incomparable índice de su santidad!
Sabíase que el Espíritu Santo hablaba por su boca. Gregorio X, entonces elegido, lo hizo cardenal. El que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. (Evangelio).
I. La tercera virtud que San Buenaventura aprendió de Jesús crucificado fue el amor a los sufrimientos. ¿Buscas la cruz? ¿No huyes más bien de le Dios te
envía? Imita al Doctor seráfico; en adelante muéstrate discípulo de Jesús crucificado.
En todas las acciones, mostremos que somos discípulos de un Maestro que ha sido clavado en la cruz.
(San Pedro Damián).
El amor a Dios
Orad por el Colegio
de Cardenales.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis enseñado a vuestro pueblo la ciencia de la salvaci6n eterna por el ministerio
de San Buenaventura, dignaos hacer que después de Haberlo tenido en la tierra como doctor y guía,
merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. por N. S. Amén.
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