Después de una juventud disipada, San Camilo se convirtió a la edad de 25
años, y más tarde comenzó sus estudios para llegar a ser sacerdote y poder
así asistir más útilmente a los enfermos en trance de muerte. Fue con este
objeto que fundó la Orden de los Clérigos regulares. soportó, a su vez, con
inalterable paciencia, cinco enfermedades sumamente penosas, que él llamaba las
misericordias del Señor. A menudo se lo oía repetir estas palabras de San
Francisco de Asís: "Tan grande es la felicidad que espero, que todas las
penas se convierten para mí en motivo de alegría". Se durmió en el
Señor el 14 de julio de 1614, a la hora que él mismo había predicho. MEDITACIÓN
DE CÓMO SACAR PROVECHO DE
LAS ENFERMEDADES I.
Dios nos envía a menudo enfermedades para retirarnos del pecado, para hacer que
llevemos una vida más santa y, para que, mediante la meditación de la muerte,
merezcamos una más alta recompensa. Agradezcámosle, pues, la enfermedad tanto
como la salud, porque las aflicciones son presentes de Dios, menos agradables, sin duda, pero con frecuencia más útiles que la prosperidad. Repitamos con Job: Si hemos recibido los bienes de manos del Señor, ¿Por qué no habríamos de recibir también los males ?
II. Dirijámonos a Dios, y roguémosle como el mismo Jesucristo rogó al Padre eterno en el Huerto de los Olivos: "Padre mío, si ésa es vuestra voluntad, si vuestra gloria y mi salvación lo piden, cúrame, consuélame". Cuando así hayas invocado a Dios, déjalo hacer y confórmate con lo que pueda sucederte. Por duras y penosas que sean nuestras aflicciones, todavía sufrimos menos de lo que
meremos. (Salviano). III. Si Dios te deja en ese estado de sufrimiento, alábalo, agradécele,
adora su amable Providencia; si te cura, acuérdate de que es para que lo sirvas. Cuídate de no pecar más; es la advertencia que daba Jesucristo a los enfermos que sanaba. Cumple todas las buenas resoluciones que hiciste y no pagues con ingratitud a tu amable bienhechor.
La resignación Orad por los moribundos. ORACIÓN
Oh Dios, que habéis adornado a San Camilo con una caridad incomparable para las almas que luchan en la agonía, dignaos en vista de sus méritos, infundir en nosotros el espíritu de vuestro amor, a fin
de que en nuestra hora postrera merezcamos triunfar del enemigo y alcanzar la corona celestial. Por
J. C. N. S. Amén. |