Para poder sufrir más, Cristo no abrió enseguida
su costado. Lo abrió después de morir, para revelar el amor de su corazón,
para enseñarnos que el amor no se hace espiritualmente presente antes de la
muerte del hombre viejo que vive en nosotros según la carne. (San Francisco de Borja).
Se trata de doce
mártires, cuyos cuerpos, recogidos en diversas partes de Italia,
fueron trasladados en el siglo octavo a la ciudad de Benevento.