Santa Rosalía, de Palermo, se retiró a una
cueva abierta solamente por lo alto, y escribió en la piedra esta inscripción que hoy se lee todavía: "Yo, Rosalía, hija de
Sinibaldo, señor de Quisquina y de Rosae, he resuelto habitar en esta cueva por amor a mi Señor Jesucristo". Vivió en este retiro como una paloma gemebunda, los ojos sin cesar elevados hacia la patria celestial. Rompió la muerte sus
cadenas alrededor del año 1160 y Rosalía se presentó a su divino Esposo coronada de rosas de castidad y de lirios de
virginidad.
MEDITACIÓN SOBRE LA PRESUNCIÓN
DE LA SALVACIÓN
I. La mayoría de los hombres viven en una vana esperanza del paraíso. Nadie quiere ser
condenado, nadie cree serlo un día, pero muchos no hacen lo que hay que hacer para evitar el infierno. Siempre se piensa en la bondad de Dios y
raramente en su justicia. La gente se ilusiona con el ejemplo del buen ladrón, y no se da cuenta de que este ilustre penitente se convirtió en un momento en que todo el mundo abandonaba a
Jesús, y que obedeció a la primera inspiración de la gracia.
II. Pero, ¿en qué fincas esa confianza de que te has de salvar? ¿Será en tus buenas obras? ¿Qué haces tú para ganar el cielo? ¿Será por los méritos
de Jesucristo? Él te ha redimido sin cooperación alguna de tu parte; pero no te salvará, si no
cooperas en tu salvación. Ya se ve, fundas tu esperanza en la bondad de Dios: pero, porque
Dios es bueno, ¿habrás tú de ser malvado, y habrás de pecar tantas veces cuantas Él te perdona? (Tertuliano).
III. Trabaja, pues, en tu salvación con temor. San
Pedro y Magdalena lloraron sus faltas todo el resto de su vida, aunque ya estaban seguros de
haber obtenido el perdón de ellas. Se ha visto a santos, después de haber vivido en el yermo, temblar de
espanto al acercarse su muerte; ¡y tú, nada temes! ¿De dónde procede esta seguridad? ¿No es
acaso
una señal de tu poca fe, más bien que una prueba de valentía? Temo dejar este mundo
y tiemblo a la entrada del puerto, porque ignoro quién debe reco germe al salir de esta vida. (San Bernardo).
La desconfianza de sí mismo - Orad
por vuestros conciudadanos.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios, salvación nuestra; haced que, regocijándonos con la solemnidad de la
bienaventurada Rosalía, vuestra virgen, sintamos crecer en nosotros el espíritu de piedad, y encontremos en su
intercesión un abrigo contra los golpes de vuestra cólera. Por J. C. N. S.
Amén.
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