Es tradición, que la primitiva Imagen la trajo
consigo el Apóstol Santiago cuando vino de Jerusalén a España a predicar el
Evangeli o, instaurándose entonces la devoción a tan bella Imagen en la Villa
que, más tarde, llegaría a ser Capital de España.
Al conquistar los musulmanes Madrid, hacia los años 714, la Imagen de Nuestra Señora
fue escondida por los cristianos en un hueco practicado en las murallas de la
Villa, para evitar profanaciones y cumpliendo así el decreto del Arzobispo de
Toledo, D. Ralmundo. En prueba de devoción, ocultaron, junto con la Virgen, dos
velas encendidas, tapiando después el hueco con una gruesa pared de cal y
canto.
Alfonso VI conoce la existencia de una
Imagen de la Santísima Virgen, escondida por los cristianos siglos atrás, el
Monarca hizo -al parecer- voto de buscarla incansablemente para restituirla al
culto de los fieles, si Dios le concedía la victoria sobre los Sarracenos, y
lograba tomar la Ciudad. Pero, una vez liberada ésta y no obstante sus
pesquisas, no lograba localizar el sitio donde la Imagen estaba oculta. Por
ello, y en su deseo de que la Virgen Santa María fuese venerada hasta tanto se
lograse hallarla, mandó pintar una Imagen, inspirándose en los rasgos que la
tradición atribuía a aquélla y, no se sabe si por el deseo del artista o por
gusto del propio Rey casado en aquel momento con Doña Constanza, hija de
Enrique 1º de Francia-, pintaron en su mano una flor de lis.
La Imagen fue pintada sobre los muros de la antigua Mezquita musulmana. Tras las
ceremonias de purificación y dedicación del Templo, quedó expuesta al culto
en el cuadro hoy conocido por Nuestra Señora de la Flor de Lis.
Una vez conquistado Toledo, en mayo de 1085, Alfonso VI volvió a insistir
en la búsqueda de la Imagen oculta por los cristianos, celebrándose un
piadoso novenario o rogativa por el éxito de las pesquisas que finalizó con
una devota procesión presidida por e Monarca y los Prelados; y al pasar la
comitiva frente a la alhóndiga o Almudith, establecida por los moros; se
desplomaron unas piedras, dejando al descubierto la Imagen llamada desde
entonces de la Almudena- que, es tradición, conservaba encendidas dos candelas,
con que fue escondida al ser ocultada 369 años antes. Era el día 9 de
noviembre de 1085.
Llevada a la Iglesia de Santa María, fue colocada solemnemente en el Altar
mayor, donde permaneció hasta el día 25 de octubre de 1868 en que, por
demolición del Templo, fue instalada en el Convento de las Religiosas Bernardas
del Santísimo Sacramento, en cuya Iglesia estuvo expuesta al culto hasta el 29
de mayo de 1911,
fecha en la que se trasladó con la mayor solemnidad a la Cripta de la Nueva
Catedral que construía en honor de su Advocación junto al lugar de la muralla
donde fue hallada la Imagen por AlfonsoVI, existiendo hoy en el hueco donde la
Virgen estuvo oculta, una Imagen de piedra que conmemora el hecho.
Hace pocos años, al hacer una excavación para construir un edificio, se
encontraron los restos de la antigua muralla árabe, del entonces llamado
Magerit, a pocos metros del lugar donde hoy está la Imagen que recuerda la
aparición y, por su carácter histórico, el Ayuntam iento de Madrid tuvo el
singular acierto de declarar aquel terreno como "lugar no edificable" para
que pueda quedar siempre al descubierto los restos de la citada muralla.
Durante los años 1936-39, periodo en que tuvo lugar la guerra
civil española, Nuestra Señora de la Almudena
permaneció intacta en la Cripta. De nuevo fue
llevada la Imagen a la Iglesia de Las Religiosas Bernardas de la calle del
Sacramento (Actualmente Iglesia Arzobispal Castrense) y finalmente, trasladada
el 2 de febrero de 1954 a la Santa Iglesia Catedral de San Isidro -en la
calle Toledo-.
Obtenidas de Roma las necesarias bulas y como culminación de su patronazgo
sobre la Villa de Madrid, Santa María la Real de la Almudena fue coronada Canónicamente
en 1948, por mano del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Obispo de
Madrid-Alcalá y patriarca de las Indias Dr. D. Leopoldo Eloy Garay, siendo
madrina la Sra. Carmen Polo de Franco. A la brillante ceremonia
asistieron entre innumerables personalidades, el jefe Estado, Francisco Franco y su
Excelencia Reverendísima el Nuncio de Su Santidad; fervientes devotos de Santa
María la Real de 1a Almudena fueron, entre otros, San Ildefonso de Toledo, San
Isidro Labrador, y su esposa, Santa María de la Cabeza, obteniéndose por medio
de esta venerada Advocación innumerables favores, que acrecentaron de día en día
la confianza de los fieles en esta bellísima Imagen de Nuestra Señora, entre
los que se contaron los Monarcas de España, la nobleza y, muy especialmente, el
pueblo madrileño.
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