24 de enero
SAN TIMOTEO,*
Obispo y Mártir
Predica la palabra de Dios,
insiste con ocasión y sin ella,
reprende, ruega, exhorta con toda
paciencia y doctrina.
(2 Timoteo, 4, 2).
He aquí un obrero apostólico formado por la
mano de San Pablo: es Timoteo, su discípulo, su coadjutor en la predicación del
Evangelio, el heredero de su celo y el imitador de sus virtudes. Fue masacrado
por reprender a los gentiles sus insensatas supersticiones. ¡Gran santo, inspíranos
el espíritu del Apóstol de las gentes; enséñanos a santificarnos y a
convertir a los demás!
MEDITACIÓN I. Aunque no todos los cristianos sean apóstoles, deben con todo tener celo por la salvación del prójimo(1). Pero a fin de que ese celo esté bien ordenado, cada uno debe comenzar por convertirse a sí mismo. Tú tienes celo por la conversión de tus parientes, de tus amigos, de tus servidores; les adviertes caritativamente sus faltas; este celo es digno de alabanza, pero, si no te adviertes a ti mismo, es in discreto; mira si no tienes los defectos que reprochas a los demás. II. Contribuye todo lo que puedas, con tus pa labras, a la salvación de los demás. Jesucristo no tuvo a menos conversar con los niñitos, ni con la Samaritana, para mostrarles el camino del cielo. Una buena palabra que digas a ese pariente, a ese amigo, a ese servidor, ganará su alma para Dios. Jesucristo ha derramado toda su sangre para rescatar esa alma, ¿y tú no quieres decir una palabra para impedir que se condene? ¿Dónde está tu caridad? III. ¿Quieres ser un verdadero apóstol? Predica con tus actos. Lleva una vida ejemplar, más con moverás cuando te vean, que oyendo al más famoso de los predicadores; tu modestia detendrá aun a los más libertinos. ¿Cuántas ocasiones de trabajar por el prójimo dejas escapar? Es seguro, dice San Gregorio, que Dios te pedirá cuenta del alma de tu prójimo, si descuidas trabajar en su salvación en la medida en que lo puedas.
El celo por las almas
ORACIÓN Dios todopoderoso, ved cómo pesa sobre nosotros la carga de nuestras propias obras, y fortificad nos por medio de la gloriosa intercesión de San Timoteo, vuestro mártir y pontífice. Por N. S. J. C. Amén. |
* Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. Tomo I, (Ed. ICTION, BuenosAires, 1982)
(1) Dice Santo Tomás, acerca del "celo", que éste proviene de la intensidad del amor, a Dios que merece ser amado sobre todas las cosas y al prójimo por amor de Dios, buscando en todo la gloria de Dios y la salvación de las almas (Cfr. Sumo 1-II, q. 28, a. 4 y II-II, q. 36, a. 2). (Nota del T.) (volver)