26 de enero
SANTA PAULA,
Viuda

Bienaventurados los que ahora lloráis,
porque reiréis.
(San Lucas 6, 21).

   Santa Paula, viuda de un senador romano, abandonó Roma después de la muerte de su esposo, y se fue a Belén para fundar allí monasterios y consagrarse a Dios. Distribuyó sus grandes riquezas entre los pobres, diciendo que no podía dejar a sus hijos mejor herencia que la misericordia divina. Continuas lágrimas le hacía derramar el dolor que tenía de haber ofendido a Dios y el deseo de verlo en el cielo. Viudas cristianas, he aquí vuestro espejo y vuestro modelo. Murió en el año 404.

  MEDITACIÓN
SOBRE LAS LÁGRIMAS
DE SANTA PAULA
  

   I. Santa Paula se retira del mundo para dedicarse libremente a los ejercicios de piedad por todo el resto de sus días. Imita a esta santa; deja las compañías demasiado bullangueras, ama la soledad de tu interior y la lectura de los buenos libros. ¿Por qué tardas? ¿Por qué no consagras a Dios el tiempo que te queda de vida? ¡Ay! tanto has trabajado para el mundo; ¿acaso es mucho dar a Dios si le das sus restos?

   II. Santa Paula llora aun sus menores pecados veniales. Aquélla que tanto buscó agradar al mundo, decía la santa, nunca debe desagradar a Dios. Llora igualmente el tiempo que diste a la vanidad y a los placeres. ¿Dónde están ahora? ¿Dónde esos dorados días de tu juventud? Todo pasó, no te queda sino el triste recuerdo de haber ofendido a Dios por algo que ya no existe más. Borra esos pecados con tus lágrimas. ¡Cuán agradables te parecerán estas lágrimas, si consideras que extinguen el fuego que debía quemarte en el purgatorio! Repasaré todos los años de mi vida en la amargura de mi alma. (Isaías).

   III. Las aflicciones, las persecuciones, te arrancan incesantemente lágrimas. Se te priva de tus bienes, se empaña tu reputación, se te agobia con menosprecios; consuélate, seca tus lágrimas, no pongas tu confianza en los hombres, vete a desahogar el corazón delante de Jesús crucificado; quéjate a Él, pídele consejo, y serás pronto consolado.

La confianza en Dios


Orad por las viudas.

ORACIÓN

      Escúchanos, oh Dios, que sois nuestra salvación, y que la fiesta de la bienaventurada Paula, al mismo tiempo que regocije nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por N. S. J. C. Amén.

  

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