Cuando hubieres de orar, entra en tu aposento
y, cerrada la puerta, ora en secreto
a tu Padre, y tu Padre,
que ve lo secreto, te recompensará.
(Mateo,
6, 6). San Capreo tenía tanto amor por la oración que,
para entregarse a ella más libremente, dejó el mundo y se retiró a la
soledad. Todas sus delicias eran platicar con Jesús. El brillo de sus
virtudes no tardó en atraerle discípulos. Entre otras personas a quienes
condujo a la perfección cuéntase a San Honorato, que fue después obispo de
Arlés. El Señor le envió a San Hilario, a San Maximino y a San Miguel para
advertirle que se preparase a morir. Mas, en seguida se está preparado para
morir cuando se ha dejado el mundo y se ha servido a Dios durante la vida. Murió
el santo en el año 430, en la isla de Lerins. MEDITACIÓN SOBRE LAS TRES DISPOSICIONES
REQUERIDAS PARA LA ORACIÓN MENTAL
I. ¿Quieres gustar la dulzura que hay al
conversar con Dios en la oración? Evita las reuniones mundanas: la voz de
este divino Esposo no se hace oír en las plazas públicas; habla al corazón sólo
en la soledad. Huye de los hombres y de sus vanas conversaciones y
encontrarás a Dios en la oración. Habla a mi corazón, divino Maestro mío; en adelante estará
sordo para
todas las creaturas para no escucharos más que a Vos.
II. Sosiega el tumulto de tus pasiones, si
quieres orar a Dios con atención y recibir sus santas inspiraciones.
Mientras tu alma esté turbada por las tempestades que en ti excitan el odio, el
amor, el deseo de hacerte notar, no experimentarás jamás las dulzuras de la
oración; ahora bien, ¿quieres un secreto para domar pronto tus pasiones? Ama la soledad. Las pasiones son vencidas sin lucha cuando la soledad
secunda a la gracia. (Casiodoro).
III. Acostúmbrate poco a poco a pensar en
Dios: mantén tu espíritu recogido lo más que puedas, y no te costará mucho
trabajo orar a Dios sin distracción. Para lograrlo, es menester que toda tu
vida sea casi una oración continua. Ah señor, es tan dulce y tan consolador
conversar con Vos en todo tiempo; en todo lugar puedo yo gozar de esta dicha y
no hago caso de ella; cuando haya gustado la dulzura de la conversación con
Dios, la sociedad de los hombres me disgustará. Desolada está la tierra,
porque no hay quien reflexione en su corazón. (Jeremías).
La devoción
Orad por
vuestro obispo.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor,
que la intercesión del santo abad Capreo nos haga agradables a vuestra
Majestad, y que obtengamos por sus oraciones las gracias que no podemos
esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
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