El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos
y los violentos
se apoderan de él.
(Mateo,
11, 12). Pedro y Marcelino, encarcelados por orden
de Diocleciano, convirtieron a la verdadera fe al guardián de la prisión, a
su familia y a varias otras personas que habían acudido para ser testigos de
una curación milagrosa que ellos habían obrado. El juez Sereno, para
castigarlos, les infligió diversas torturas, y los hizo decapitar.
Erasmo sufrió increíbles tormentos en la
misma persecución de Diocleciano. Se le ajustó al cuerpo desnudo una coraza
enrojecida al fuego; se le arrojó en seguida a una caldera llena de aceite
hirviendo; pero un ángel lo transportó a la ciudad de Formias, donde murió a
causa de sus heridas. MEDITACIÓN SOBRE LA DIFICULTAD
QUE EXISTE PARA
SALVARSE
I. ¿Quieres gustar la dulzura que hay al
conversar con Dios en la oración? Evita las reuniones mundanas: la voz de
este divino Esposo no se hace oír en las plazas públicas; habla al corazón sólo
en la soledad. Huye de los hombres y de sus vanas conversaciones y
encontrarás a Dios en la oración. Habla a mi corazón, divino Maestro mío; en adelante estará
sordo para
todas las creaturas para no escucharos más que a Vos.
II. Sosiega el tumulto de tus pasiones, si
quieres orar a Dios con atención y recibir sus santas inspiraciones.
Mientras tu alma esté turbada por las tempestades que en ti excitan el odio, el
amor, el deseo de hacerte notar, no experimentarás jamás las dulzuras de la
oración; ahora bien, ¿quieres un secreto para domar pronto tus pasiones? Ama la soledad. Las pasiones son vencidas sin lucha cuando la soledad
secunda a la gracia (Casiodoro).
III. Acostúmbrate poco a poco a pensar en
Dios: mantén tu espíritu recogido lo más que puedas, y no te costará mucho
trabajo orar a Dios sin distracción. Para lograrlo, es menester que toda tu
vida sea casi una oración continua. Ah señor, es tan dulce y tan consolador
conversar con Vos en todo tiempo; en todo lugar puedo yo gozar de esta dicha y
no hago caso de ella; cuando haya gustado la dulzura de la conversación con
Dios, la sociedad de los hombres me disgustará. Desolada está la tierra,
porque no hay quien reflexione en su corazón. (Jeremías).
La
mortificación
Orad por la Patria.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos dais un nuevo
motivo de alegría con la solemnidad de vuestros mártires Marcelino, Pedro y
Erasmo, haced, os lo suplicamos, que regocijándonos de sus méritos, nos
decidamos a seguir sus ejemplos. Por J. C. N. S. Amén.
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