Acuérdate de dónde has caído,
haz penitencia y haz tus
primeras obras.
(Apocalipsis,
2, 5). San Vito fue
bautizado a la edad de doce años, a escondidas de su padre. Éste,
al saber lo que había pasado, nada omitió que pudiera hacerle abjurar de la fe cristiana;
lo entregó a Valeriano, gobernador de la provincia; pero los
tormentos no pudieron quebrantar la firmeza del joven cristiano. Crescencia
y Modesto libraron a Vito de las manos de sus perseguidores y huyeron con
él a Italia. Mas tampoco allí encontraron la tranquilidad que buscaban.
Detenidos en Lucania,
padecieron gloriosamente el martirio durante la persecución de Diocleciano. MEDITACIÓN SOBRE
EL SACRAMENTO DE
LA PENITENCIA I.
Este sacramento es necesario para los que han perdido la inocencia bautismal por
algún pecado mortal. Este remedio es fácil, pues basta descubrir las llagas
para ser curado; es también consolador: no hay en este mundo gozo comparable al
que experimenta el pecador que se descarga del peso de sus faltas mediante una buena
confesión. Meditemos estas verdades, y entonces iremos con alegría a purificarnos
en el saludable baño de la Penitencia.
II. A menudo hay que allegarse a este Sacramento, puesto que a menudo ofendemos al Señor.
¿Cómo podemos vivir aunque sea
un momento con el pecado mortal en nuestra conciencia? Si muriése mos en ese
funesto estado, estaríamos perdirdos para toda la eternidad. Vemos todos los días
que la muerte arrebata a tantas personas repentina e imprevista mente; nunca
deberíamos vivir en un estado en el cual ni quisiéramos morir. Confiésate con
frecuencia: se llama al médico todas las veces que uno está enfermo.
III. Debes hacer rigurosa penitencia por los pe cados ya confesados, a menos que prefieras hacerla en el purgatorio. Esta
penitencia debe durar tanto como tu vida; si te parece larga, piensa en el
tremen do castigo que te ahorra. ¡Dichosa penitencia que nos reconcilia con
Dios, y extingue las llamas del in fierno y del purgatorio! Repitamos con los
peniten tes de la primitiva Iglesia: Ahora sufro y me mortifico, a
fin de reconciliarme con Dios a quien ofendí con mis pecados. (Tertuliano).
La paciencia
Orad por la conversión de los
pecadores.
ORACIÓN
Dignaos, Señor, por la intercesión de
vuestros santos mártires Vito, Crescencia y Modesto, conc der a vuestra Iglesia
el resistir al orgullo, y progresar cada vez más en la humildad que os place, a
fin de que, rechazando todo lo que es malo, ejerza la justicia con una
voluntaria caridad. Por J. C. N. S. Amén
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