Todo lo que pidiereis con fe
en la oración, lo obtendréis
(Mateo, 21, 22). San Gregorio de Tours nos hace saber que
Avito,
abad en la antigua provincia de Percha, intercedió ante el rey Clodomiro para
que perdonase la vida de Segismundo, rey de Borgoña, de su mujer y de sus
hijos, que aquél había hecho prisionero. Los ruegos
del santo fueron desoídos. Murió hacia el año 530 y fue enterrado, con
mucho honor, no lejos de Orléans. MEDITACIÓN ACERCA DE LA
ORACIÓN
I. Obtendrás de Dios todo
lo que le pidieres como es debido; es una verdad del Evangelio: nada hay, ni en el orden de la
naturaleza ni en el de la gracia, que la oración no obtenga. ¡Cuán feliz serías
si supieses orar! Experimenta por ti mismo el poder de la oración. Pide, pero
con confianza; pide la ayuda del Señor en tus necesidades temporales y
espiritua les, en tus penas y tentaciones. ¿Eso haces por ventura?
II. Para obtener los favores del Cielo, ponte en gracia de Dios. ¿Cómo quieres
que escuche Dios tus ruegos, si eres su enemigo? Es preciso ser hijo de Dios
mediante la gracia para tocar el corazón de este Padre misericordioso. Si estás
en pecado, no dejes de orar a Dios; pero comienza tus oraciones con un acto de
contrición; pídele primeramente que te admita en su amistad. La oración es
un sacrificio que no puede agradar a Dios, si el que lo ofrece no comienza por agradar
él mismo. (San Lorenzo Justiniano).
II. No te desalientes si no eres escuchado de
inmediato. Dios quiere ser urgido e importunado. El pobre no se contenta con
pedir la limosna una sola vez, redobla sus pedidos, aguarda, espera siempre.
Dios te ha prometido escucharte, pero no ha dicho que bastaba pedir una sola
vez. Dios sabe cuán útil nos es la oración; por eso, antes de escucharnos, quiere
ser forzado, en cierto modo, ser vencido por nuestra importunidad. (San Bernardo).
El fervor
Orad por los que trabajan
en la salvación de las almas.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis
un nuevo motivo de alegría con la fiesta de San Avito, vuestro confesor, haced,
por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que ha recibido en el cielo,
imitemos también la que ha vivido en la tierra. Por J. C. N. S. Amén.
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