Con sumo gusto sacrificaré todo y a mí mismo
me
sacrificaré por la salvación de vuestras almas.
(2
Corintios, 12, 15). San Ireneo es el apóstol de Lyon. Enviado a
esta ciudad por San Policarpo, discípulo del Apóstol San Juan, predicó allí
el Evangelio, y fue elegido para suceder al obispo San Fotino. Consagró toda su
vida a combatir a los herejes. San Agustín y varios otros Padres de la Iglesia
hablan con admiración de la santidad de su vida y de la excelencia de su doctrina. Fue martirizado en Lyon con gran parte de los habitantes de esta ciudad, en
la persecución de Se vero, hacia el año 203. MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA
DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
I. Considera lo que han sufrido los primeros
héroes del cristianismo, en la ciudad de Lyon principalmente. Se los
atormenta, se les confiscan los bienes, se los destierra, se los hace morir,
todo sacrifican para conservar la fe. Compara sus sufrimientos con los tuyos. ¿No
eres hijo descaecido de padres tan gloriosos? Si el cristiano es cargado de
oprobios, se gloría de ellos; si es acusado, no se defiende; interrogado, confiesa
la verdad; condenado, da
las gracias. (Tertuliano).
II. Tanta era
su mutua caridad que ponían sus bienes en común, dividiéndolos por igual
entre ricos y pobres. ¿Qué se ha hecho esta caridad, entre los cristianos de
nuestros días? La fe con la caridad es la fe del cristiano; la fe sin
la caridad es la fe del demonio. (San Agustín).
III. La devoción
a la Santa Eucaristía era la fuente de la constancia que mostraban en los
tormentos estos ilustres soldados de Jesucristo. El pensamiento de los
sufrimientos de Jesucristo sostenía su valor. Nosotros somos los hijos de esos
santos, tenemos la misma fe, los mismos sacramentos; tenemos, además, el
ejemplo de sus virtudes: nos es fácil imitarlos. ¿De dónde proviene, pues,
que sucumbamos tan a menudo? Escuchemos las advertencias que estos gloriosos mártires
nos dan desde el cielo. Guardaos, dicen, de perder en el puerto la
fe que hemos conservado en medio de las tempestades. (San Euquerio).
La imitación de los primeros cristianos
Orad por los incrédulos.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis
un nuevo motivo de gozo con la solemnidad de vuestro mártir y pontífice, el
bienaventurado Ireneo, haced, en nuestra bondad, que honrando la nueva vida que
ha recibido en el cielo, experimentemos aquí abajo los efectos de su protección.
Por J. C. N. S.
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