San Eusebio conoció a San Jerónimo en Roma,
durante un viaje que hizo a la ciudad, siendo muy joven. En adelante les unió
una gran amistad, tan larga como su vida. Eusebio determinó acompañar a
Jerónimo a Tierra Santa. En Antioquía se les reunieron Santa Paula y Santa
Eustoquio y todos juntos fueron a visitar los Santos Lugares, antes de
instalarse definitivamente en Belén. Viendo la cantidad de peregrinos que
llegaban, San Jerónimo decidió construir un albergue y, probablemente con el
fin de recoger fondos para la obra, mandó a Eusebio y Poliniano a Dalmacia y a
Italia, donde, según parece, San Eusebio vendió sus propiedades de Cremona y
la casa que Santa Paula poseía en Roma.
En Roma, Eusebio se vio envuelto en una violenta disputa con
Rufino, un sacerdote de Aquileya a quien se acusaba de haber hecho una
traducción tendenciosa de las obras de Orígenes y de predicar falsas
doctrinas. San Jerónimo había manifestado su oposición a las doctrinas de
Rufino, y Eusebio se puso de parte de su maestro. Rufino atacó violentamente a
Eusebio, acusándole de haber robado su traducción de Orígenes para introducir
los pasajes tendenciosos. Poco después, San Jerónimo acusó a Rufino de haber
pagado a un monje para que se apoderase de una carta de San Epifanio a Juan de
Jerusalén; Eusebio había confiado esa carta al monje para que se la tradujese
al latín, pues, aunque era muy buen latinista, no conocía el griego. Los
detalles de esta larga controversia son bastante oscuros y poco edificantes.
Parece que Eusebio fue uno de los que más pesaron para que el Papa San Atanasio
condenase los escritos de Orígenes.
El año 400, Eusebio visitó nuevamente su tierra natal y parece
que se quedó en Italia. En todo caso, la relación que se le atribuye de la
muerte de San Jerónimo es ciertamente falsa. San Jerónimo dedicó a su amigo
varios de sus escritos. Se dice que San Eusebio fue enterrado en Belén, junto a
San Jerónimo, pero el hecho es muy dudoso. Uno de los altares en la cripta de
la iglesia de la Natividad está dedicado a San Eusebio. Según una tradición,
fue el fundador del monasterio de Guadalupe, en España e introdujo en la
península la Orden de los Jerónimos; pero dicha leyenda carece de fundamento.
Casi todos los datos
fidedignos que poseemos sobre San Eusebio de Cremona provienen de las obras y
cartas de San Jerónimo. Francisco Ferrari utilizó dicha fuente,
desgraciadamente con muy poco sentido crítico, para escribir la biografía
publicada en Acta Sanctorum, marzo, vol. l. Ver también DCB, vol. II,
pp. 376-377, y Cavallera, St Jérome, sa vie et son oeuvre (1922).
|