El fundador de la provincia inglesa franciscana, el
beato Agnello, fue admitido en la orden por el mismo San Francisco en ocasión
de su estancia en Pisa. Fue enviado al convento de frailes en París, del cual
llegó a ser el guardián y, en 1224, San Francisco lo escogió para fundar una
provincia en Inglaterra, aunque por entonces sólo era diácono. De los ocho
hermanos seleccionados para acompañarlo, tres eran ingleses, pero sólo uno,
Ricardo de Ingworth había recibido las órdenes sacerdotales. Fieles a los
preceptos de San Francisco, no tenían dinero y los monjes de Fécamp pagaron
los pasajes a los nueve hermanos hasta Dover. Se detuvieron en Canterbury, desde
donde Ricardo de Ingworth, Ricardo de Devon y dos de los italianos prosiguieron
hasta Londres para ver en dónde podían establecerse. Los restantes se
hospedaron en la Casa de los Sacerdotes Pobres, durmiendo en un edificio que se
! utilizaba como escuela durante el día. Mientras los escolares trabajaban, los
frailes permanecían encerrados en un cuartito que se hallaba al fondo y, sólo
después de que los muchachos se habían ido, podían salir y hacer fuego.
Era el invierno de 1224 y los frailes sufrían grandes
incomodidades y penurias, especialmente en vista de que su comida diaria era pan
y una poca de cerveza, tan espesa, que era necesario diluirla para poderla
tragar. Sin embargo, nada abatió sus espíritu y su piedad sencilla. Su
jovialidad y su entusiasmo les conquistaron pronto muchos amigos. Lograron
obtener del Papa Honorio III una carta de recomendación, de modo que el
arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, les dijo al saludarles: "Algunos
religiosos han venido a mí llamándose a sí mismos Penitentes de la Orden de
Asís, pero yo los llamo de la Orden de los Apóstoles". Por este nombre
fueron conocidos, al principio, en Inglaterra y, cuando algunos de los
franciscanos iban a ser ordenados acó litos en Canterbury, cuatro meses después
de su desembarco, el archidiácono invitó a los candidatos a adelantarse con
estas palabras: "Acercaos, vosotros, hermanos de la Orden de los Apóstoles".
Mientras tanto, Ricardo de Ingworth y su grupo habían sido bien
recibidos en Londres. Tenían alquilada una casa en Cornhill y se disponían a
pro seguir su misión en Oxford. Con tal motivo, Agnello vino de Canterbury para
hacerse cargo de la comunidad en Londres. Desde entonces, la casa franciscana
floreció extraordinariamente. A pesar de que el bueno de Agnello no era
precisamente un hombre culto, estableció en Londres un centro de enseñanza que
después ejerció enorme influencia en la universidad. En aquélla escuela,
donde el famoso Grosseteste, mas tarde Obispo de Lincoln era conferencista, se
congregaban muchos jóvenes que deseaban ser educados para frailes y quienes,
antes de que transcurrieran muchos años, ayudaron a elevar a Oxford a una
categoría apenas inferior a la de París, como centro de enseñanza.
Agnello parece haber muerto a la edad de cuarenta y un años, sólo
once después de haber desembarcado en Dover, pero su reputación de santidad y
prudencia permaneció muy en alto entre sus compañeros. Se asegura que su amor
por la pobreza era tan grande, "que jamás autorizó la ampliación de un
jardín o la construcción de una casa, si no era estrictamente necesario".
Se cuenta en especial la historia de que él construyó el hospital de Oxford
"con hechura tan modesta, que el grueso de las paredes era menor que el
ancho de un hombre". Durante la misa y cuando se decía el oficio divino,
derramaba lágrimas constantemente, "empero de tal manera, que ni por el
ruido de gemidos, ni por cualquier gesto de la cara podría saberse que llora ba".
Se mostraba severo en contra de cualquier quebrantamiento de la regla, pero
debido a su delicadeza y tacto, lo escogieron, en 1233, para intentar un arreglo
con el rebelde conde alguacil del distrito. Se dice que su salud se resin tió
por los esfuerzos para cumplir con esta misión, pero sobre todo debido a un
penoso viaje por tierra a Italia. A su regreso, fue atacado de disentería y mu
rió en Oxford, después de haber estado exclamando continuamente durante tres días:
"Ven, dulce Jesús". El culto al Beato Agnello se confirmó en 1892;
su festividad se observa en la arquidiócesis de Birmingham el 13 de marzo y por
los Frailes Menores el 11.
La narración de Thomas de Eccleston, De
adventu Fratrum Minorum, junto con la Cronicle, de Lanercost, y
el De conformitate, de Bartolomé de Pisa, son las fuentes de información
más dignas de confianza. Véase especialmente la traducción de Thomas de
Eccles ton con sus suplementos, por el padre Cuthbert y el texto editado por A.G.
Little. Ver también The Grey Friars in Oxford (1892); The Franciscans
in England, de E. Hutton (1933); y Bd. Agnellus and the English Grey
Friars del padre Gilbert (1937).
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