Jan Sarkander, quien terminó
su vida como mártir por guardar el secreto de la confesión, nació el 20 de
diciembre de 1576 en la ciudad de Skoczbw, en Silesia, entonces en el principado
de Cieszyn, que desde 1291 formaba parte del reino de Bohemia. Fue hijo de
Gregorio Matias Sarkander y de Elena Gorecka. En 1593 ingresó en el colegio de
los jesuitas en Praga, donde se ordenó sacerdote. Al regresar a la diósesis de
olomuc, atrajola atención del obispo, cardenal von Dietrichstein, quien lo
nombró párroco de Holeshov. Ese distrito había sido cuna de herejías; pero
san Juan, apoyado por el barón Lobkovitz y algunos padres de la Compañía de Jesús,
reedificó la fe entre los habitantes y reconcilió a más de doscientos cincuenta herejes con la Iglesia. Sus
actividades atrajeron sobre sí la ira del
poderoso terrateniente Bitowsky von Bystric, que era anticatólico y enemigo acérrimo
de Lobkovitz.
En 1618, a principios de la guerra de los treinta años, se levantó
una revuelta en Moravia; los protestantes tomaron las riendas del gobierno y
empezaron a perseguir a todas las instituciones católicas. Por consejo de sus
amigos, San Juan salió de Holleschan y se fue a Cracovia, donde permaneció por
algunos meses. Tan pronto como la prudencia se lo aconsejó, volvió a su
parroquia y comenzó a reorganizar su dispersa grey; en febrero de 1620, las
tropas polacas enviadas a ayudar al emperador, entraron en Moravia, cometiendo
toda clase de pillajes. Cuando se acercaban a Holleschau, Sarkander, a la cabeza
de sus feligreses, salió a encontrarlos, llevando consigo el Santísimo
Sacramento. Como piadosos cristianos, los polacos desmontaron de sus
cabalgaduras, se arrodillaron y pidieron la bendición del sacerdote. No
solamente dejaron Holleschau intacto, sino que dieron orden a las tropas que los
seguían de pasar sin tocar la población. Sarkander fue el héroe de Holleschau,
pero con esto firmó su sentencia de muerte. Bitovsky, su enemigo, lo mandó
encarcelar en Olomouc con la acusación de traición a la patria. Se trataba de
un pretexto de carácter político, porque en realidad lo hacia por odio a la fe
católica.
El proceso se desarrolló del 13 al 18 de febrero de 1620. En calidad de
confesor y consejero de Lobkovic, fue acusado de estar al tanto de la invasión
militar de Moravia. Él se defendió diciendo que nada de eso le fue revelado en
confesión, pero que, si hubiera sabido algo en la administración de ese
sacramento no lo habría revelado de ninguna manera.
En los interrogatorios lo sometieron a numerosos tormentos, entre ellos el potro
y la aplicación de antorchas encendidas. Herido e inconsciente fue arrojado a
un calabozo húmedo y oscuro. Allí, después de un mes de sufrimientos a causa
de los suplicios, murió el 17 de marzo de 1620. La noticia de una muerte tan
cruel se difundió rápidamente y dio origen a una veneración que se ha
mantenido hasta nuestros días, especialmente en Moravia, Silesia y en todas las
regiones del ex imperio de Austria.
El proceso de beatificación fue introducido en 1715, pero las vicisitudes históricas
poco favorables no permitieron concluirlo antes del 11 de septiembre de 1859. El
Papa Pio IX lo proclamó beato, el 6 de mayo de 1860.
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