De acuerdo con la primera
parte de las actas de Santa Afra, consideradas como de escasa autoridad, Narciso
era originario de Gerona, España y obispo de su ciudad natal, a comienzos de la
persecución de Diocleciano. Al huir, para escapar a la muerte, entró a la región
de Retis y llegó hasta Augsburgo, donde logró la conversión de numerosos idólatras,
especialmente la de una cortesana, llamada Afra, en cuya casa fue albergado el
obispo junto con su diácono Félix. Al cabo de
nueve meses pasados en Augsburgo, regresó a su diócesis de Gerona, donde había disminuido el ardor de la persecución. Ahí gobernó
a su Iglesia durante tres años todavía, hasta que fue detenido, con el diácono Félix y
martirizados ambos por la causa de la fe, hacia el año 307. Lo
único que se puede admitir como cierto, es que en la ciudad española de Gerona
se honra a un mártir con el nombre de Narciso, el que figura en el número de
sus obispos; por otra parte, también en Augsburgo se venera a un Narciso, en el
monasterio de los santos Udalrico y Afra, donde hay un altar en su honor.
Pueden
haber existido relaciones entre este monasterio y la iglesia de Gerona en el
siglo XI, ya que un obispo de Gerona, con el nombre de Beranguer, escribía en
el año 1087 a Sighardo, abad del monasterio de los santos Udalrico y Afra, para anunciarle el envío de algunas reliquias de
San Narciso, no de su cuerpo, que Gerona quería conservar entero, sino de los
vestidos y ornamentos que habían tocado su cuerpo. El obispo confesaba ignorar
la fecha del natalicio de Narciso, pero indicaba que se había adoptado para
su fiesta el día 30 de octubre, fecha de la conmemoración de San Narciso,
obispo de Jerusalén. El historiador Pierre Des Noels se dejó engañar por esta
indicación y atribuyó la conversión de la cortesana Afra a Narciso de Jerusalén.
Parece ser que los cronistas tomaron como
base esta carta de Beranguer para establecer una relación entre el Narciso venerado en Gerona y el que
se honra en Augsburgo. Todo lo que se puede afirmar a este respecto, es que una
iglesia de Gerona tiene en su posesión el cuerpo de un santo Narciso; que Santa
Afra fue convertida por un obispo llamado Narciso y que posiblemente ese obispo
venía de alguna población vecina a Augsburgo. Las actas de Afra no dicen nada
sobre el país de origen y el episcopado del Narciso que la convirtió.
Los españoles, que tienen una gran veneración
por San Narciso de Gerona, lo representan en su tumba, de la cual salen nubes de
moscas. Se trata de una alusión a un suceso prodigioso ocurrido al ejército
invasor en 1286. El rey de Francia, Felipe el Hermoso, tomó por asalto la
ciudad de Gerona; algunos soldados profanaron la tumba de Narciso y llegaron, se
dice, a romperle un brazo al cadáver; pero en ese instante se escaparon de la tumba enjambres
de avispas de un tamaño extraordinario que se lanzaron sobre los
soldados, acribillaron a picaduras a los hombres y sus cabalgaduras y, al
parecer, muchos de ellos murieron en el ataque de los insectos. Baronio consignó
este hecho en sus notas insertas en el Martirologio Romano.
Ruinart, en el Acta Martyr. Sincera, se abstuvo de insertar la
primera parte de las actas de Santa Afra; sólo inscribió la segunda
parte, bajo el título de Passio sanctae Afrae (1689), p. 501. Tillemont,
Mémoires pour servir a l'histoire ecclésiastique, vol. v, p. 608,
confiesa sus dudas sobre las fechas indicadas en la narración del martirio. A
fines de 306, el occidente estaba bajo la autoridad de Constantino que, por
entonces, no pensó en lanzar persecuciones contra los cristianos.
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