De acuerdo con el
Martirologio Romano, "Fotina, la samaritana, sus hijos, José y Víctor, el
oficial del ejército, Sebastián, Anatolio, Fotio, las hermanas Fotis,
Parasceve y Ciríaca, todos confesaron a Cristo y alcanzaron el martirio".
La historia, que fue conservada por los griegos es puramente legendaria, afirma
que Fotina fue la samaritana con quien habló Nuestro Señor en el Pozo. Tras de
predicar el Evangelio en varios lugares, llegó a Cartago, donde murió después
de sufrir tres años de prisión por la fe. San Víctor, oficial del ejército
imperial, fue nombrado gobernador en Galia y convirtió a San Sebastián. Los
mártires fueron llevados a Roma, donde algunos perecieron desollados y quemados
a fuego lento, mientras que los demás fueron decapitados después de
sometérseles a tormentos. Una leyenda española afirma que Santa Fotina
convirtió y bautizó a Domnina (que era hija de Nerón) con cien sirvientes.
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