VENERABLE BARTOLOMÉ LONGO
(1841-1926)

¡Implorando A María no te desesperarás!
¡Pensando en Ella no te descarriarás!
(San Bernardo)


   Para adentrarse en el "misterio de Pompeya" es condición sine qua non introducirse en el misterio de la vida de su Fundador. La historia de la Nueva Pompeya es la historia del Venerable Bartolomé Longo.

   Nace en Latiano, en las cercanías de Brindisi, ubicada en el tacón de Italia, el 10 de Febrero de 1841. Sus padres fueron Bártolomé (médico) y Antonia Luparelli (hija de un magistrado). Desde niño se manifiesta muy ingenioso, vivo y de carácter ardiente. A los seis años fue llevado a un internado de los Padres Escolapios, en Francavilla Fontana. Allí hizo toda su primaria y secundaria (11 años). El resto en Lecce y Nápoles. Aquí termina sus estudios de derecho en 1864, a los 23 años. Era de temperamento apasionado. Su estructura o lo conducía al cielo o al infierno; jamás a un lugar intermedio. Era elegante, buen mozo e inteligente.

   En la Universidad se enreda en la moda anticristiana de la época y se dedica a la política, a las supersticiones y al espiritismo: llegó a ser medium de primer rango y sacerdote espiritista. Fue su tiempo de alienación juvenil, de búsqueda desenfrenada. El estudio, las diversiones, la música (tocaba piano) y los amigos llenaban su días. No sobraba tiempo para la oración. Y Dios fue desapareciendo de su vida. La filosofía de Hegel y el racionalismo de Renán lo tenían totalmente atrapado. Empezó a odiar a la Iglesia: organizaba conferencias contra ella y alababa a los que criticaban al clero.

   Esta experiencia le sirvió de peldaño para redescubrir la fe definitivamente. Fueron instrumentos de Dios especialmente dos personas: un profesor amigo (Vincenzo Pepe) y un sacerdote dominico (el P. Alberto Radente).

   Su conversión, acaecida el día del Sagrado Corazón de Jesús de 1865, en la Iglesia del Rosario de Nápoles, le llevó a tomar decisiones radicales: abandonó la vida forense y se dedicó a obras de caridad y al estudio de la religión. Incluso renunció a propuestas muy ventajosas para la vida matrimonial.

   Dios quiso elegir a este hombre pecador como instrumento para propagar su gloria con la construcción de un santuario dedicado a la Santísima Virgen. Allí, otros pecadores irían a encontrar perdón y paz.

   En 1872 se radica en Pompeya por motivos profesionales: la condesa De Fusco le confió la administración de sus propiedades. Le impactó profundamente la miseria humana y religiosa de los pobres campesinos. A raíz de una inspiración especial decide dedicarse al catecismo y a la difusión del Santo Rosario.

En 1876, bajo sugerencia del Obispo de Nola, inicia la "campaña de un "sueldo" mensual" para construir un templo en Pompeya. Como resultado de la cooperación humana y la intercesión prodigiosa de María surge un hermoso Santuario. Y en torno a esta construcción nace una ciudad mariana, enriquecida con numerosos institutos de caridad.

   El "milagro de Pompeya" es producto de cincuenta años de trabajo incansable, ardiente e inteligente. Miles de niños abandonados recibieron ayuda, un hogar. Miles de personas se dieron a la oración, gracias a los escritos de Bartolomé Longo. Millones de peregrinos visitaron a la Virgen en su nuevo Santuario.

   En 1885, siguiendo los consejos de amigos y superiores, Longo contrae matrimonio con la condesa De Fusco, que así se convierte en su colaboradora fiel y generosa. El 9 de Febrero de 1924 muere Mariana De Fusco a los 88 años de edad. La sigue Bartolomé Longo, dos años después, el 5 Octubre de 1926.

En 1934 se inicia el proceso canónico para la beatificación; en 1947 Roma emite el decreto de introducción de la causa del Siervo de Dios. 

   Bartolomé Longo llega a Pompeya el 10 de Octubre de 1872. Ese mismo mes tuvo una experiencia espiritual extraordinaria. Salió a pasear por los alrededores. Y en un lugar denominado Arpaia (donde actualmente existe un pequeño monolito recordatorio), envuelto en una profunda quietud, absolutamente solo, recuerda las palabras de su confesor, el P. Alberto Radente: "Si quieres salvarte, propaga el Rosario. Es promesa de María".

   Bartolomé, transportado interiormente, levanta el rostro y las manos hacia el cielo y grita a María: "Si es verdad que tú has prometido a Santo Domingo que quien propaga el Rosario se salva, yo me salvaré, porque no saldré de esta tierra de Pompeya sin haber propagado aquí tu Rosario". En ese momento sonó a lo lejos una campana, era la hora del Angelus del medio día. Bartolomé se postró, oró y lloró. Ese saludo fue para él la respuesta esperada.

Pompeya era entonces un lugar abandonado e ignorado. Aún no se habían hecho excavaciones realmente científicas de las ruinas de la Pompeya pagana. La zona era temida por los viandantes, dado que allí se guarecían ladrones y malvivientes.

   Cuando Bartolomé llegó por primera vez, fue escoltado desde la estación hasta la casa por dos hombres armados con fusil. No había comisaría en el lugar. Lo único importante era una pequeña iglesia parroquial en muy mal estado. Conociendo lo que posteriormente surgió allí, cabe la frase latina "Opera Dei ex nihilo". Dios crea siempre de la nada.

   El simple altar se iría a convertir posteriormente en un Santuario célebre, que pronto adquirió carácter internacional; puesto bajo la inmediata jurisdicción del Papa, se torna Basílica Pontificia (a fines del S. XIX).

   Bartolomé Longo organiza la primera fiesta del Rosario en el Valle de Pompeya, al año siguiente de su llegada a esas tierras (Oct. 1873). Había visto la pobreza en que vivían los pobladores de la zona. Quiso hacer algo por ellos. Empezó a visitarlos. Se percató de su profunda piedad y respeto a los muertos (su fe en la inmortalidad). Vio que éstos eran enterrados sin oraciones y miserablemente. Pensó que debía comenzar por allí y se le ocurrió hacer una gran rifa de ochocientos premios: rosarios, medallas, estampas de la Virgen del Rosario y centenares de crucifijos. A través de estos premios entraron María y Jesús en esas pobres casas.

Además, con una Cofradía del Rosario, se ocuparía de prestar asistencia y medicina a los enfermos, ayudar a casarse a jóvenes pobres y dar sepultura a los muertos, acompañandolos y recitando el Rosario.

Consiguió en Nápoles todo lo necesario (de unas damas pías). Preparó fuegos artificiales, juegos y una banda de músicos. Elementos muy típicos de una fiesta patronal.

   Lo central debía ser una misa cantada por el Párroco, y una prédica sobre el Santo Rosario, a cargo de su amigo y confesor, el dominico P. Alberto Radente.

   Como en el pueblo no se veneraba ninguna imagen, expuso una de la Virgen del Rosario a la veneración pública y así esperó la mañana del 3er. domingo de Octubre.

   Llegó el domingo tan anhelado, pero cargado de una lluvia torrencial. No hubo fiesta. "Comenzamos mal -pensó Bartolo-, parece que no le agrada a la Señora lo que hago". Pero luego recapacitó: "De parte mía no debo hacer otra cosa que propagar el Rosario. Veremos si la Señora de parte suya mantiene la promesa hecha a Santo Domingo ... ".

   Es sabido que Bartolomé Longo no escribió ningún tratado sistemático de mariología. No existe una "mariología de Bartolomé Longo". Pero sí toda una enseñanza, y una devoción y espiritualidad de índole popular. Allí María es presentada no como un simple personaje del pasado, sino como una persona actualmente activa, viva, dotada de sentimientos, fuerte y maternal a la vez: "La Súplica le dice "augusta, bendita, buena, querida, coronada, omnipotente por gracia" y la invoca como "Reina de la paz y del perdón, Madre de los pecadores, nuestra abogada y nuestra esperanza...". María es para Bartolomé lo que él ha experimentado en su vida: una fuerza salvífica, una protagonista en el plan de Dios, una realidad que obra en la historia. En sintonía con la piedad popular, Bartolomé exprime esta realidad viviente de María describiendo los miembros de su cuerpo... las manos, los ojos, los brazos, el corazón... Como persona viva María actúa, salva, ilumina, perdona".

Con extraordinaria visión de apostolado, Bartolomé Longo se percató al año siguiente (la fiesta había resultado) que, fiesta, prédica, rifa, etc. eran como humareda que pasaba... Pero, ¿cómo inducir a la gente al amor y a la fraternidad? Se le ocurrió hacer una misión. Y la misión se hizo a fines de 1875: "todos se reconciliaron con Dios y entre sí, y se adhirieron a la Cofradía del Rosario" (fundada propiamente el 13/11/1876).

   En una página de "I Quindici Sabati" (Quince Sábados) expresa Bartolomé Longo con simplicidad un método de apostolado popular: " ... como dos amigos que andan juntos frecuentemente llegan a asemejarse incluso en sus costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesucristo y con la Virgen, al meditar los misterios del Rosario y formando juntos una misma vida en la comunión, podemos llegar a asemejarnos a ellos, en cuanto la bajeza humana nos permita, y aprender... el vivir humilde, pobre,... paciente y perfecto". El pueblo imita a la persona que ama.

   Ese mismo año llega a Pompeya por primera vez el Obispo de Nola, para suministrar la Confirmación al término de la misión. Bartolomé le expresa su deseo de construir un pequeño altar en honor de la Virgen del Rosario, a lo que el Obispo respondió: "Propongo que hagamos, en vez de un altar, una iglesia". Y desde un balcón del primer piso de la casa de la Condesa de Fusco, señaló: "Aquel es el lugar donde debe ser edificando el templo en Pompeya". Quince años después el templo estaba construido, inconcluso aún, pero ya consagrado. Posteriormente el Papa León XIII lo declaró patrimonio pontificio (1894).

   Longo afirma que Pompeya es obra de Dios y no del hombre. El personalmente jamás hubiera edificado tal Santuario sin la palabra autorizada del Obispo y el apoyo incesante de María Santísima.

   ¿Y la imagen de gracia? Fue un obsequio del P. Alberto Radente, que se la compró a un revendedor callejero por sólo 3,40 Liras. Estaba abandonada en un convento de monjas de la Tercera Orden de Santo Domingo, en Nápoles. Cuando Bartolomé llegó en la mañana del 13 de Noviembre de 1875 casi desesperado (porque al día siguiente concluía la misión y debía presentarse la imagen al pueblo), en busca de un cuadro pintado al óleo, la Providencia le salió al paso: estaba a punto de comprar uno pequeño por 400 Liras, cuando inesperadamente se topa con el P. Radente en la plaza, que al enterarse de la búsqueda, le ofrece el suyo.

   A pesar de no ser su gusto, presionado por las circunstancias y por insistencia de la religiosa que lo guardaba, sin saber qué hacer con él, Bartolomé lo puso en un carro de abono y lo envió a Pompeya. [Esto nos recuerda muchas de las historias de nuestra América, de imágenes de María transportadas en carros a sus actuales centros de veneración].

   La sencillez de este comienzo humilde contrasta con la magnitud de los frutos sobrenaturales del lugar santo, habiendo atravesado inmensas dificultades hasta llegar a su desarrollo pleno.

   Esto puede ser signo de una correcta interpretación de la voluntad de Dios, que de esa manera quiso "besar esa tierra" para consagrarla al servicio de los hombres. Ya en época de Bartolomé Longo esta imagen atrajo a miles de peregrinos de todas partes: Madrid, Liverpool, Coblenza, Bruselas, Varsovia, Viena, Suiza, África, Oceanía, y toda Italia.

La primera gracia tiene lugar en Nápoles, en el palacio de la calle Tribunali n° 62. Una joven sufría de epilepsia central con fortísimas convulsiones, que se repetían cada tres o cuatro días. A través de la Condesa de Fusco llegaron a enterarse los familiares, de la iglesia en construcción dedicada a la Virgen del Rosario y de lo que Dios ya venía obrando en el Valle. La tía de la joven promete una peregrinación a Pompeya y su colaboración en la obra, si sanaba la sobrina. La niña sanó totalmente y quedó libre para siempre del mal que la aquejaba, a partir del 13 de Febrero de 1876. Dos médicos, que asistían a la joven, fueron testigos del hecho.

   A este primer acontecimiento de gracia sucedieron varios otros con el correr del tiempo. El 18 Julio de 1914 acontece en Alemania un hecho, que sumado a otros, daría origen a un gran Movimiento Internacional: Schönstatt. Su Fundador, el P. José Kentenich (1885-1968) lee ese día un artículo de Cyprian Froehlich publicado en Die allgemeine Rundschau (núm. 19, 521 ss) sobre Bartolo Longo y su creación predilecta: el Santuario de Pompeya  J. Kentenich interpretó este hecho como una señal de la Providencia y meditó largamente sobre él: ¿No podría suceder algo semenjante también en Schönstatt (Vallendar)? El quería depositar toda la responsabilidad de la formación de los jóvenes seminaristas en manos de María. Era entonces Director Espiritual del Seminario Menor de los PP. Palotinos. Los signos del tiempo, especialmente la segunda guerra mundial, exigían de ellos (seminaristas y superiores) lo máximo: la santidad. ¿No estaría en los planes de Dios -se preguntaba- que María, tal como había sucedido en Pompeya, fuese atraída a la pequeña capilla abandonada de San Miguel, del valle de Schönstatt, para establecer allí su trono de gracia y mostrarse como educadora, obrando milagros de transformación interiore? Tres meses después nace Schönstatt, hoy difundido en Europa, Asia, Africa, América y Australia. Es norma de la Providencia Divina valerse de lo pequeño e insignificante para realizar grandes obras en la historia de la salvación. La experiencia de Pompeya sirvió de inspiración y una capilla abandonada llegaría luego a convertirse en un lugar de peregrinación.

   El 15 de Agosto de 1877 sale a luz el primer devocionario "I Quindici Sabati" (Los Quince Sábados). A un siglo de distancia (1981) se publica la 75a. edición, con 745.000 ejemplares. Bartolomé Longo no se imaginaba que esta obra suya tendría tanta penetración popular.

   La "devoción de los Quince Sábados" consiste en prometerle a Dios un rezo por 15 sábados consecutivos, en memoria de los 15 misterios del Rosario, con el fin de honrar a la Santísima Virgen y obtener por su mediación alguna gracia especial.

   Esta devoción se basa en una experiencia francesa semejante; tiene una dinámica propia muy acertada: 

  • a) la perfecta devoción a María es la imitación de sus virtudes; 
  • b) para ello se medita su vida, por orden, un misterio cada sábado; 
  • c) se procura conformar la propia acción al contenido de cada misterio, y así: 
  • d) se busca santificar todo el día. 

   Con esta práctica, Bartolomé Longo buscó unir contemplación con acción. El punto clave radica en la meditación de los misterios. Se pretende evitar así la repetición mecánica de las Avemarías. Puede rezarse en cualquier tiempo, pero especialmente antes de la fiesta del Rosario (7 de Oct.) y antes del 8 de Mayo, fiesta de la Virgen de Pompeya.

   Se aplica el siguiente esquema: una meditación (que siempre consta de tres partes) sobre el misterio correspondiente (ej. primer misterio gozoso, la Anunciación a María, Lc 1,26-55); se resalta una virtud de María (ej. la humildad); se recomienda un propósito en la misma línea; sigue luego una jaculatoria para repetirla durante el día y poder así recordar el propósito. Luego se proponen algunas oraciones a la Virgen de Pompeya y a Jesús, para antes y después de la comunión. Se incluyen algunos ejemplos de santos que encarnaban especialmente la virtud meditada en el día. Finalmente se narran breves historias de gracias concedidas por la Virgen del Rosario de Pompeya.

El devocionario "Los quince sábados" contiene además un apéndice con varias oraciones (Misa con María Santísima, el Rosario en forma breve, Novena a la Virgen del Rosario, oraciones a Santo Domingo y a Sta. Catalina de Siena, súplica a la Reina del Santo Rosario de Pompeya y una oración final dedicada al Venerable Bartolomé Longo).

   Como todos los fundadores de la Iglesia, Bartolomé Longo no pudo eximirse de las pruebas, que Dios quiso enviarle para forjar en él un verdadero espíritu de fundador y para purificarlo de criterios muy humanos en su actuar.

   En una primera época de la construcción del templo, dada la necesidad material para cubrir los costos, Bartolomé se vio obligado a recurrir a la nobleza napolitana. La dependencia era considerable, por ser prácticamente la única fuente de entrada.

   En Mayo de 1877 se dio un primer hecho purificador, que le ocasionó muchos dolores de cabeza: aparece en el escenario de Pompeya un fenómeno, la "Virgen Liberadora de las plagas" (Madonna liberatrice dai flagelli), simplemente conocida por "Madonna dei Flagelli", abandonada en una capillita de un villorio denominado Boscoreale, de la Diócesis de Nola, a 4 Km. de Pompeya. Supuestamente esta Madonna, según comentarios del pueblo, habría hecho un estrepitoso milagro. La noticia corrió de boca en boca, como es constumbre a nivel popular. Y pronto empezaron a caer miles y miles de peregrinos portando velas y dinero para la "Madonna dei Flagelli". Estas caravanas de peregrinos pasaban por Pompeya sin interesarse por el nuevo templo en construcción y ante los ojos de Bartolomé Longo, completamente confundido.

   Como si esto fuera poco, cuando iba a hacer su colecta aconstumbrada golpeando las puertas de los nobles de Nápoles, algunos le preguntaban: ¿Va Ud. ahora a Pompeya? Llévele por favor esto (y se sacaban sus joyas: pendientes, brazaletes, anillos, etc.) a la "Madonna dei Flagelli", que me ha hecho una gracia especial.

   Más todavía, el Obispo de Nola (Mons. Formisano) protestó que hubiera más salidas que entradas en la construcción, se desentendió de la obra dejando solo a Bartolomé, y... para colmo, escribe una carta pastoral al clero y al pueblo de su Diócesis para motivarlos a hacer donaciones para una nueva iglesia dedicada a la "Madonna dei Flagelli" de Boscoreale.

   Estocada profunda en el corazón de Bartolomé, que no decae en su espíritu de fundador. Como hombre de Dios saca provecho de esas pruebas. Años después escribe estas recomendaciones a todas aquellas personas llamadas por Dios a salvar almas, a construir iglesias, a fundar órdenes, comunidades religiosas y obras de beneficencia: "No se desanimen ante las primeras contradicciones y no dejen la obra de Dios a causa de mortificaciones y contrariedades que, con toda certeza, vendrán de parte de los hombres y del demonio. Continúen mas bien confiando siempre en el socorro divino, teniendo como lema, que cuanto más aceptada sea la obra de Dios, tanto mayor serán las oposiciones y las tentaciones que han de soportarse, pero que al final el Señor triunfará".

   Las obras de Pompeya 

   Los institutos pompeyanos son, por así decir, la corona del Santuario de Pompeya. El amor a María se expresa en amor a los hombres. La fe se proyecta en obras. 

   Fe y caridad se integran y se iluminan; son para Bartolomé Longo un binomio indisoluble: "Las obras de la fe han sido siempre una inspiración para obras de caridad, y las obras de caridad, a su vez, han sido siempre preludio de nuevas manifestaciones de religión y de culto".

   El objeto predilecto de las obras de Pompeya son los niños y jóvenes, huérfanos e hijos de encarcelados. No hay límite de permanencia en los Institutos. Una administración central que distribuye equitativamente las ofrendas del Santuario (única fuente de entrada) se encarga del mantenimiento.

   Antes de entrar a enumerar las obras de Pompeya, sintetizamos los puntos resaltantes del proyecto de promoción humana de Bártolo Longo:

  • La fuente: "La caridad de Cristo, que es fuego vivo, busca expandirse sobre la tierra y no tiene horizontes".  
  • La Mediadora: "La Reina de la Misericordia... que introdujo en mi corazón la santa resolución de unir al culto la beneficencia.
  • Humilde realismo: "Un voto secreto del alma, que hacía tiempo guardábamos celosamente en el corazón con una perplejidad, a veces dolorosa, la cual nace del deseo ardiente de realizarlo, y de la evidente insuficiencia, y, diría casi, imposibilidad de los medios ... ".
  • Los destinatarios: "Los niños más abandonados (hijos de encarcelados)... que viven en condiciones peores que los huérfanos... que llevan sin culpa la marca de la infamia... sin educación y sin freno... que de a poco se darán al vicio y luego al delito".
  • La finalidad: "La educación moral y civil de los hijos de encarcelados".
  • La idea central: Los positivistas afirman que estos niños nacen y están fatalmente destinados a recorrer (como sus padres) el camino de la delincuencia, que ninguna prevención, ninguna educación puede sustraerles de ese trágico fin. A esto contesta Bartolomé Longo: "Nosotros no creíamos en la omnipotencia del mal; creíamos más bien en la fuerza redentora del bien y en la eficacia renovadora de la educación".
  • La novedad: "Esta es una obra cristiana totalmente nueva... que no existe en Francia, ni en Bélgica ni en otras naciones católicas. Italia sería la primera en poseerla".

   Bartolomé Longo resalta cuatro medios pedagógicos en la formación de la niñez y la juventud, que se encuadran hacia un fin moral y espiritual:

  • El trabajo: "El trabajo, según nuestra escuela, es esencialmente educador: refrena el instinto del vagabundeo, incita a la paciencia, a la obediencia, al respeto a los superiores y a la autoridad; emancipa al hombre de la esclavitud y del servilismo; hace que sea verdaderamente libre". "Concuerdo con que el mero trabajo no es medio que pueda educar: yo asocio el trabajo con la oración; elevo el trabajo a oración". "Además, el trabajo es fuente de bienestar social: suprime la plaga social de la mendicidad; la familia del hombre que trabaja es honesta; en cambio el hombre que no trabaja se apoltrona en el ocio, y el ocio es el padre de los vicios. El trabajo es causa de economía doméstica; es fuente de paz y de unión en el hogar. El trabajo ennoblece al hombre".
  • El estudio: no tanto como adorno intelectual, "para instruir mentalmente, sino para armonizar la cultura de la mente con la del corazón, el sentimiento del deber y la ley del trabajo; todo sostenido y vivificado por la religión ... ".
  • La música: "En mi método educativo es momento muy importante coordinar la fatiga..., o el ejercicio del arte mecánica con el estudio de la música, o con el aprendizaje de instrumentos musicales... En general la música es para mí un elemento de los más relevantes para la educación de esta clase de niños".
  • La educación física: coordinada con las otras activitades.

   Esto constituye el núcleo de toda su concepción educativa. Pero como elemento esencial de su pedagogía permanece la caridad, el amor noble, puro, divino. Como en toda la tradición cristiana, insiste en el encuentro de dos voluntades libres, unidad en un amor recíproco y en un amor común a Cristo: "Ama a tu educador, porque al educarte te ama, y porque representa a la persona de Jesucristo. Ama, instruye y salva al pobre y al abandonado, porque representa la persona de Jesucristo ".

Bajo esta perspectiva han de ser contempladas las obras de Pompeya, que pasamos a enumerarlas en orden de aparición.
  • 1 - La revista "Il Rosario e la Nuova Pompei", fundada por B. Longo en 1884. En la primera página se afirma lo siguiente: Es un obsequio de B. Longo a los devotos de la Virgen del Rosario de Pompeya, a los amigos y sostenedores de sus obras. Es el órgano formativo e informativo del Santuario.
  • 2 - El Orfanato Femenino. Es el primero de los institutos de beneficencia surgido a la sombra del Santuario. Su fecha de fundación (8.V.1887) coincide con la primera coronación de la Virgen del Rosario. Por una inspiración sobrenatural, Longo decidió crear al lado del monumento a la fe (el Santuario) un monumento a la caridad: ese día acogió a la primera huérfana.
  • 3 - El Instituto Masculino de B. Longo. Acoge a unos 300 jóvenes, bajo la orientación de los Hnos. de la Escuela Cristiana. Su origen se remota al año 1891.
  • 4 - Las "Hermanas Hijas del Rosario de Pompeya". Fundadas por B. Longo en 1897, según las reglas de la Tercera Orden de Sto. Domingo, para dedicarse al cuidado de los niños y las jóvenes. Es uno de los pocos casos en la historia de la Iglesia, donde un laico fundador de una comunidad religiosa. Son actualmente más de 100.
  • 5 - El Instituto Femenino "Sagrado Corazón". Es la última promesa del Beato B. Longo convertida en realidad. Data del año 1922.
  • 6 - El Seminario "Bartolo Longo". Allí se forman los futuros sacerdotes para la asistencia religiosa de millones de peregrinos y la formación cristiana de los alumnos de los diversos Institutos. Surgió en 1949.
  • 7 - La Fundación "Mariana De Fusco-Longo". Lleva el nombre de la esposa de B. Longo y fue inaugurada en 1965. Su objetivo es acoger a mujeres solas que deciden vivir en Pompeya los últimos años de su existencia.

SÚPLICA A LA VIRGEN DE POMPEYA

   En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

I

   ¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos. ¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de hijos os manifestamos nuestras necesidades.

   Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen. Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian. Detened el brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores. Mostraos hoy para con todos Reina verdadera de paz y de perdón.

Dios te salve, Reina y Madre...

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DE LA SANTÍSIMA VIRGEN