De la raíz latina caecus ,
en su forma diminutiva caéculus, proceden los nombres romanos Cecilio y
Cecilia, que pasaron luego al cristianismo. Mientras fue un nombre
exclusivamente romano, se usó más en masculino que en femenino; pero al pasar
a nombre cristiano, fue tal el prestigio de la mártir Santa Cecilia, que se
convirtió éste en nombre muy valorado, quedando en un segundo plano el
masculino.
San Cecilio fue el primer obispo de Granada
cuando, bajo la dominación romana, se llamaba todavía Illíberis. Fue
uno de los que la tradición llama "varones apostólicos" enviados a
España por San Pedro y San Pablo a predicar el evangelio. Los otros seis son:
Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio y Hesiquio. La vida de todos
ellos está oculta tras los velos de la leyenda transmitida oralmente. Se sabe a
ciencia cierta que San Cecilio fue obispo de Illíberis, que escribió algunos tratados para instrucción
de los fieles y que sufrió martirio bajo la dominación de Nerón,
supuestamente quemado en el monte Illipulitano. Pero la larga dominación árabe
destruyó todos los rastros de cristianismo. Granada estuvo bajo los sarracenos
casi ochocientos años; no los suficientes para perderse la memoria y la tradición,
pero sí para no quedar ni rastro de documentos ni reliquias. San
Cecilio es patrón de Granada.
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