Este santo no respondió al principio a los
cuidados de que lo hicieron objeto sus padres; pero a raíz del relato que le
hizo su madre de un sueño maravilloso que tuvo a su respecto, fue Andrés a
arrojarse a los pies de la Santísima Virgen y tomó la resolución de entrar en
la orden del Carmelo. Nombrado a pesar de sus resistencias, obispo de Fiésole,
redobló sus austeridades. Todos los días recitaba los salmos penitenciales y
las letanías de los santos disciplinándose sin compasión. Murió el 6 de
enero de 1373, a los 72 años de edad y a los 13 de su episcopado.
MEDITACIÓN SOBRE
LA MORTIFICACIÓN
I. Es necesario mortificar el cuerpo, para expiar
el placer que has gustado en el pecado. No podrías
satisfacer de otro modo a la justicia divina. Si no
pagas tu deuda en esta vida, te será menester que
la canceles en la otra. Elige. Es preferible soportar
algo en este mundo, porque en él los sufrimientos
son más llevaderos, más cortos, y merecerán una corona en el cielo. En el
purgatorio, La medida de nuestros suplicios será la de los placeres que hayamos gustado en
este mundo; porque seremos castigados por aquello mismo por donde hayamos
pecado. (San Bernardo). II. Es preciso mortificar los sentidos para no caer en pecado. Si te tomas la libertad de ver todo, de oír todo, de decir todo, pecarás a menudo. Acaso no sea pecado ver, oír, decir talo cual cosa, pero, con frecuencia, te dispone a él. Si no te abstienes de las cosas permitidas, caerás pronto en las que están
prohibidas. Vigila tus sentidos, son las puertas por las cuales entra el pecado mortal a tu alma. ¿Qué
violencia haces a tus sentidos? Casi nada les rehúsas, acaso nada.
III. Tus pasiones deben ser reprimidas tanto como tus sentidos; ellas son las que suscitan en tu alma esas tempestades en las que tan a menudo
naufraga tu virtud; ellas son las que turban tu tranquilidad, y te hacen desdichado. Examina, pues, con atención, cuáles son tus pasiones dominantes; son las víctimas que debes inmolar al pie de la Cruz. Adora lo que has quemado, quema lo que has adorado. (San Remigio).
La Mortificación
Orad por la conversi6n
de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que sin cesar nos dais en vuestra
Iglesia nuevos ejemplos de virtud, conceded a vuestro pueblo la gracia de seguir
con perfección las huellas del bienaventurado Andrés, vuestro confesor
pontífice, de modo que pueda un día participar en su recompensa. Por J. C. N. S.
Amén. |